—. ¡PENÉLOPE ESPERA! —grita desesperado.
Ella se giro hacia su amado antes de subir al avión.
—. ¿Patrick? —pregunto confundida—. ¿Que haces aquí?.
—. Vine por ti, vine para salvar mí corazón de ser destruido —tomo sus manos—. Te amo, Penélope, no me abandones.
—. ¿Que hay de tu familia...? —dijo señalando hacia alguna parte.
—. No me importan ellos, ya estoy grande si me desheredan no me importa mientras estés a mí lado —le sonrío—. Penélope. ¿Te casarías conmigo? —le pregunto esperanzado.
Ella le sonrío, era como si su sueño se hiciera realidad.
—. ¡CLARO QUE SI! —se abalanzó sobre sus brazos—. ¡CLARO QUE ME CASARE CONTIGO!.
Se besaron sellando así su amor.
—. ¡CORTEN! —grito el director.
••••••••••
TIANA STEWART
Ay... Los hermosos finales felices, son mis favoritos. Pero es hora de volver a la realidad Tiana.
—. Vamos, Tini —me dijo Archie—. Tenemos trabajo que hacer.
—. Enseguida voy, Archie —le respondo.
Mire una última vez la escenografía, sería un sueño hecho realidad que algo así me pasara, pero no... Eso no existe.
Fui al camerino de la protagonista de la película Camile Jenner.
—. Ay Dios que día —dice sentandose en su sillón—. Por favor hoy tiene que ser rápido.
—. Como digas, Camile —Archie le sonríe—. ¿Tienes pensando algo para hoy?.
—. Tengo una invitación a una subasta de calidad —lo mira con una sonrisa—. Una gala... Me entiendes.
—. Claro que sí —le guiña un ojo—. ¿Quien te ha invitado?.
—. La tía de Renzo Carter —le sonríe emocionada—. Estoy cada vez más cerca de esa familia.
—. Que bueno, ese Renzo es un galanaso —aplaude—. Muchas felicidades.
Archie la desmaquilla y vuelve a maquillar.
“ —. ¿Cómo es que su piel aguanta tanto maquillaje? — ”.
Sin siquiera haberse dado cuenta de mí presencia en esta media hora se levanta y se va sin mirarme. Empiezo a limpiar todo aquí.
—. ¿Quien es Renzo Carter? —le pregunto a Archie.
—. ¿Cómo qué que quien es Renzo Carter, Tini? —se cruza de brazos—. Es uno de los neurocirujanos más importante del país, sino es del mundo.
—. Disculpa mí ignorancia, Archie —me cruzo de brazos—. Jamás había oído de él en mí vida.
—. No sé en qué nube vives, Tiana Stewart —me sonríe—. De verdad.
—. Ni yo a veces —me río y tomo mí bolso—. Continuo aquí.
Mientras continuo limpiando salgo afuera a tirar una bolsa de basura. Alzo la vista para encontrarme con una noche hermosa, las estrellas brillan más de lo usual, sonrío al ver una estrella fugaz, cierro los ojos.
—. Por favor... Ayudame a cumplir mis sueños —sonrío.
Siento una leve brisa mover mí cabello, entonces la puerta del camerino se abren.
—. ¡TIANA! —corre hacia mí y deja algo en mis manos.
—. ¿Que es esto, Archie? —le pregunto—. ¿Te pasa algo?.
—. Debes llevarle esto a Camile —dice—. Es sumamente importante, llevasele.
—. Espera... —lo detengo—. ¿Donde tengo que llevarlo?.
—. Al museo de artes —me dice empujandome—. Ve y llévale esto es de suma importancia, según ella.
No me deja hablar, me lleva hasta afuera donde detiene un taxi. Me sube y este diciéndole la dirección de dónde es la fiesta.
Mientras iba hacia allá me pico la curiosidad, de saber que tiene en esa bolsa, la abrí...
“ —. ¡OH DIOS!. Castiga mí curiosidad. Mata al gato... ¡MATA AL GATOOO! —”.
Hay preservativos y pastillas anticonceptivas, pero dentro de todo... Mejor prevenir que lamentar. ¡ERES MUY INTELIGENTE, JENNER!. Me echo a reír y el taxista me mira como si estuviera loca.
••••••••••
Llegué al museo había una alfombra roja y gente muy elegante, y yo aquí con unos jeans sueltos y zapatillas blancas.
Fui a la parte trasera donde me dejaron entrar al mostrarle y identificación y mí pase para el trabajo. Caminé por los extensos pasillos, me pare detrás de una columna para buscar a Camile. ¿Donde se metió está mujer?.
—. ¿Donde estas? —pregunto para mí misma.
Las personas que pasan con sus vestidos carísimos y sus trajes impecables me miran como si fuera un bicho raro. Decido empezar a caminar hasta que veo a Camile conversar con unas personas.
Camino hacia ella ansiosa por darle sus “pertenencias” y poder irme. Me acerco a ella rápidamente pero choco contra un mesero y a este se le cae la bandeja que llevaba sobre un hombre. Tanto el mesero como yo nos damos vuelta para mirar al hombre, al cual se le marcan las venas de lo enojado que está.
—. Señor Carter —dice el pobre mesero temblando—. Perdone...
—. No, no —digo tranquilizando al pobre—. Fue mi culpa, señor como se llame...
Él hombre desvía su mirada azul hacia mí: “ —. Modo intimidada, activado — ”. Su impecable esmoquin está arruinado.