Capítulo 10 - OLVIDÉ RESPIRAR

OLVIDÉ RESPIRAR

—Tengo que decirte algo —me dice serio mientras deja de llorar para mirarme a los ojos.

—¿Qué ocurre? —pregunto preocupada mientras limpio sus lágrimas.

—Ane me ha dicho que…  —intenta decir pero su voz se quiebra—. Me ha pedido que escoja —dice por fin aguantando las ganas de seguir llorando.

—¿Qué escojas el qué? —pregunto sin entender a lo que se refiere.

—Entre tú y ella —me explica—, pero que no podía estar con las dos —sigue hablando—. Me dijo que si quería seguir siendo tu amigo ella no sería mi novia y si la escojo a ella no te volveré a ver más, ni siquiera para hablar —me agarra de las manos al terminar de explicarme lo que acababa de pasar.

—¿¡QUÉ!? —exclamo sin poder creerlo— ¿Y qué has decidido? —pregunto asustada por saber la verdad.

—María yo… —intenta decir pero no puede, no le salen las palabras.

—Blas —le llamo—. Mírame —le ordeno mientras le obligo a que me mire a los ojos—. Sabes que si la has elegido a ella —digo aguantándome el dolor que me causa solo de pensar eso—. No te voy a pedir que la dejes para que te quedes conmigo —hablo siendo totalmente sincera.

—María… —vuelve a intentar hablar.

—No Blas —hago que se calle para poder seguir explicándome, ahora que he empezado no pienso parar—. Déjame acabar, por favor —le pido—. Te mentí —confieso—. Te quiero. No he podido olvidarte. Llevo enamorada de ti desde que tengo uso de razón —sigo hablando sin arrepentirme—. Solo… solo quería que lo supieras, nada más —digo en voz baja mientras miro al suelo sin poder decir nada más.

Todo se queda en silencio, no se oye nada más que nuestras respiraciones. Blas no dice absolutamente nada así que doy por hecho que la ha escogido a ella. Por lo que me levanto de la arena y salgo de allí lo más rápido posible. No puedo evitarlo y mis lágrimas resbalan por mi mejilla. No me arrepiento de haberle dicho lo que sentía, que lo quería y que lo sigo haciendo pero a fin de cuentas, al no recibir respuesta alguna duele porque sé que la ha elegido ella, su silencio lo ha delatado.

Al menos he confesado y ahora puedo comenzar una nueva vida, puedo comenzar a intentar borrar lo que siento por él. Tendré que hacerlo porque él está enamorado de Ane, lo sé por la forma en que la mira. Ella le hace feliz y yo no voy a ser quién le impida estar con ella.

Sigo corriendo hasta que llego al parque, a nuestro parque y me siento en el banco de siempre. Me he olvidado de todas mis cosas en la playa, pero sé que Lucía me las traerá cuando venga a mi casa. Ahora mismo solo quiero estar sola.

María me acaba de confesar que me quiere, que sigue queriéndome. Me quiere. Esas dos palabras es lo único que resuenan en mi cabeza una y otra vez. Tal es el desconcierto que tengo que no soy capaz de responderle algo. Interpreta mal mi silencio cuando veo que sale corriendo llorando, dejándome solo. Al ver cómo se aleja lo único que puedo hacer es salir corriendo detrás de ella para responderla y para decirla la decisión que había tomado, ya que no me dejó contárselo.

Intento seguir su dirección aunque la pierdo. La busco con la mirada a mi alrededor hasta que caigo en la cuenta de la dirección que ha podido tomar. Voy hasta allí corriendo y sí, ahí está. Me acerco lentamente hasta ella para no asustarla.

—María, yo… —intento decir algo agitado por la carrera para llamar su atención.

En lo único en lo que podía pensar era en él, en Blas. En los besos que nos hemos dado, que me ha robado. Sin él saber todo lo que han significado para mí.

—María, yo… —alguien me llama sobresaltándome.

Me giro para ver quién es y lo veo ahí plantado detrás de mí.

—Márchate Blas —le digo seria mientras vuelvo a mirar al frente y me limpio las lágrimas para que no me vea llorar.

—No —me responde serio caminando hasta colocarse frente a mí—. No me has dejado explicarte nada y te has marchado corriendo —me dice—. Además, ni siquiera sabes lo que he decidido —me dice sentándose a mi lado.