Un amor de verano √

Epílogo - MARIPOSAS

 

 

MARIPOSAS

 

Me subo en el avión y me voy. Sentada en el asiento no dejo de darle vueltas a todo lo que ha sucedido este tiempo. Sé que es la forma más fácil de salir de todo esto, sé que la huida es lo sencillo pero es que ya no lo soporto más. Lo amo pero se acabó. Quiero rehacer mi vida, quiero ser otra persona, una que empieza a pensar en sí misma, que busca su felicidad. 

Así que es hora de comenzar de nuevo. Este nuevo país, esta nueva ciudad me va a ayudar a hacerlo.

Tengo ganas de que me descubras un mundo nuevo PARÍS.

 

 

María se ha ido, me ha dejado y tengo la sensación de que esto ya ha pasado antes.

Vuelvo a Madrid y sigo con mi vida. Ahora solo queda en mi memoria el recuerdo de la despedida.

 

6 meses después

 

Una lágrima surca mi mejilla, una de las tantas que esta noche han recorrido el mismo camino. No dejo de pensar en ella, en su pelo, en su sonrisa, en sus ojos… Todo ella vuelve a mi mente cada noche y cada noche lloro por ella. Necesito volver a verla, la necesito como el aire para respirar.

La noche da paso a la mañana, mis ojeras me delatan, no he dormido nada en toda la noche, como me pasa últimamente. Me levanto de la cama y voy hasta el salón lo tengo decidido.

—Me vuelvo a casa chicos —digo sentándome en la silla del comedor.

—Blas tío —comienza a hablar Álvaro— ¿Seguro qué es lo que quieres? —me pregunta.

—Sí —afirmo—, necesito despejarme y pensar —les explico.

—¿Por qué allí? ¿No te dolerá más si vas a ese lugar? —pregunta ahora Dani preocupado por mí.

—No, tengo que volver a casa, es allí donde tengo que ir. Es el lugar donde todo empezó y quiero estar allí —contesto seguro de mis palabras y de la decisión que he tomado.

Subo a mi cuarto y hago la maleta, al acabar salgo de casa y guardo todo en el maletero de mi coche. Me despido de los chicos y me subo al coche en dirección a casa. Al llegar los días pasan, no salgo de casa y solo veo a mi madre y a mis abuelos. Aun no estoy listo para ver todos los sitios que me enseñó.

 

La tarde está lluviosa pero decido salir de casa, estoy angustiado y agobiado, necesito salir para despejarme, sentir el aire fresco. Camino hasta la playa y me siento en la arena. Siendo sincero es un lugar muy tranquilo para pensar y reflexionar a pesar de que no hago más que ver su imagen una y otra vez por mi cabeza.

No entiendo porque mis pies me han traído hasta aquí pero estoy harto esperar a entender el motivo. Me levanto resignado y sacudo la arena mojada de mis pantalones aunque no me importa mucho. Salgo de la playa y sigo dejando que mis pies me guíen mientras sigo absorto en mis pensamientos.

La intención de volver a casa era porque pensé que podría coincidir con ella algún día, que ella volvería aunque fuese de visita, pero los días pasan y ella no aparece. La segunda posibilidad al volver aquí era la esperanza por recordar algo, por pequeño que fuera, pero sigo sin recordarla.

De repente me detengo y observo a mí alrededor, estoy en el parque, ese que dijo que era muy importante para nosotros. Cansado me siento en el banco más cercano.

Y sin más se me nubla la vista y…

La veo a ella, de pequeña con un sombrero rosa y un vestido blanco. Estaba discutiendo con unos niños mayores que ella, yo salgo en su defensa y en el proceso ella cae en un charco. En el momento en el que le doy la mano para ayudarla a levantarse todo cambió y nos hicimos inseparables.

La imagen cambia y la veo sentada en el pupitre de clase con nuestros compañeros, después en la playa con los amigos y viendo día a día a la María que no se quería a sí misma.

Otra imagen aparece y ahora veo su cambio, el momento en el que la digo que tengo novia y se fue… Nuestro primer beso, ese beso que significó tanto para los dos, el inicio de un nosotros.

Ahora veo la playa, lo que pasó y la decisión que tomé. Todo lo que me contó en esas cartas. Después aparecen nuestras peleas en Madrid, cuando me dejó y cómo conseguí recuperarla.

Todos nuestros recuerdos han vuelto a mi memoria de golpe, haciéndome entender todo. Miro el banco en el que estoy sentado, es nuestro banco, ese en el que hemos pasado tantas tardes hablando, riendo, llorando… Ese que nos ha visto crecer, amarnos y también odiarnos.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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