Lágrimas de alivio y emoción aflojaron los ojos de Emily. No podía créelo: ¡Shay la amaba! A pesar del pasado, a pesar de su miedo, de su desconfianza, a pesar de todo, la amaba.
-Shay…
-No llores –dijo ella secando la lagrimas que caían por la mejilla de la joven –no me gusta verte triste.
-No estoy triste –dijo ella sonriendo –estoy emocionada. Yo… también algo que confesarte. Cuando era una adolecente… me gustaba mucho, pero era tan orgullosa que nunca lo admitir. En cuanto te volví a ver… sentí que ese sentimiento no había muerto del todo… y fue aumentando cuando me besaste. Sabía que podía llegar a sentir algo más profundo por ti, y tuve mucho miedo de no ser correspondida y de que el pasado pesara más. Me negué a creer que pudiera fijarte en mi… no sabía porque me gustaba tanto tus besos y tus caricias… solo sabía que no podría luchar contra ello. Ayer en cuanto regresamos del lago, me di cuenta que me había enamorado de ti, y por eso me había entregado con tanta facilidad. Ese sentimiento se vio confirmado a noche cuando volvimos a hacer el amor. Por eso esta mañana, cuando supe que me había “engañado” pensé lo peor… por el miedo de que una mujer tan maravillosa jamás pudiera amarme, y por eso invente que me había arrepentido de lo que había pasado, para proteger mi corazón. Te amo, Shay.
En menos de un segundo, Shay tomo a Emily entre sus brazos para besarla de forma dulce y apasionada. Con ese beso se trasmitieron todo el amor que sentían la una por la otra. Era como si se volvieran a confesar sus sentimientos con un dulce contacto.
-Mi amor, te amo tanto –dijo ella estrechándola aún más –dime que será mi novia.
-Seré tu novia –dijo ella feliz –te amo, Shay.
Ella volvió a besarla con renovado fervor y juntas sintieron como la cálida llama del deseo inundaba de nuevo su cuerpo. Emily quiso sentirla más cerca, la deseaba y la amaba, y ya no había dudas. Sus manos comenzaron a desabrochar los botones de la camisa de Shay. Pero de repente, ella la detuvo, dejo de besarla y le tomo las manos entre la suyas.
-No, mi amor. Esta vez hare las cosas bien –dijo ante de besarle el dorso de las manos –no quiero precipitarte, quieras ella frunció el entrecejo.
-No quiero esperar nada. Te amo y quiero que me haga el amor.
-Pero…
-Shay –comenzó ella en tono triste -¿Acaso no me desea tanto como yo a ti?
Emily se abalanzo sobre ella para besar su cuello y susurrar en su oído cuanto la amaba y la deseaba.
-Tú lo has pedido -dijo ella fingiendo resignación. La tomo en sus brazos y la llevo a su habitación.
Y de nuevo volvieron a unir sus cuerpos y sus almas, seguro de que su entrega, sabiéndose amados, felices de saber que su amor siempre seria indestructible.
Momentos después de su apasionado interludio, en medio de suave besos y dulces caricias a lo lejos se oyó el repicar de dos campanazos.
-Son las doces –dijo Shay -Feliz Navidad, mi amor. Ella sonrió
-Feliz Navidad, esta es la mejor Navidad de toda mi vida.
-Y eso que no te he dado tu regalo –dijo Shay apartándose un poco de ella y abriendo el cajón de la mesita de noche –lo compre hoy mismo. No podía esperar más para dártelo.
Emily vio la cajita de terciopelo azul que Shay tenía en sus manos. ¿Sería acasos…?
-¿Quiere casarte conmigo? –pregunto Shay abriendo la cajita y dejando ver un precioso anillo con un luminoso diamante.
Los ojos de Emily se negaron por la felicidad. ¿En serio Shay le estaba pidiendo que se casara con ella? ¿No era un sueño? ¿No era su mayor fantasía?
-Shay –dijo ella en medio de sollozos de felicidad -es hermoso…
-¿Y esa lagrimas significa que si o que no? –pregunto ella.
Emily sonrió y la abrazo estrechamente ante de besarla con pasión.
-Significa que te amo, que estoy feliz, que quiero ser tu esposa y que quiero estar contigo para siempre.
Shay le puso el anillo y beso su mano ante de volver a tomarla en sus brazos y apoderarse de sus labios con su boca.
-Yo… -comenzó Emily –nunca te he pedido perdón por…
-Shhh –dijo ella poniendo su dedo sobre su labios –no hay nada que perdonar. Lo que importa ahora es el presente, y el futuro, un futuro que conquistaremos juntas.
Ella sonrió y la beso.
-Yo no tengo un regalo de Navidad para ti –dijo Emily con tono acongojado rompiendo el beso.
-Tu amor es el regalo más hermoso que me han dado en cualquier Navidad. Te amo.
-Y yo te amo a ti –dijo ella antes de que Shay volviera a besarla y juntas se adentrara nuevamente al maravilloso mundo del amor.
Y así debía ser, pues de todos los regalos que se puede dar en Navidad o en cualquier fecha, más hermoso de todo es el amor.
Fin