Estoy en un bosque con una cascada. A mi lado está un muchacho alto, rubio, de ojos azules y muy guapo. No parece un plebeyo, así que debe ser un noble. Se me acerca y quiere hablarme, pero por alguna razón no puede; es como si una fuerza no le permitiera comunicarse conmigo. Y, como si el destino quisiera darme la razón, de pronto es llevado por un humo oscuro y retorcido, desapareciendo de mi vista y dejándome con la duda de qué misterio esconde aquel chico. Justo cuando estoy a punto de seguir el humo, una voz conocida, pero no muy bienvenida en este momento, me avisa que ha llegado la hora de despertar. Aun así, siento que conozco al protagonista de mi sueño, pero por alguna razón, en este momento no logro averiguar quién es...
—Princesa Arianne, despierte, el rey y la reina la esperan para desayunar —dice Mathew, mi mayordomo.
—Enseguida voy, Mathew, solo dame unos minutos para arreglarme o diles a mis padres que sigan con su agenda y no me esperen.
—Pero, su Alteza, sus padres tienen un asunto muy importante que discutir con usted, y no se puede posponer. Así que le daré cinco minutos para prepararse e ir enseguida al comedor, o yo mismo vendré por usted —dijo con tono autoritario, para luego irse a continuar con sus labores.
Tardé muy poco en arreglarme, pero como siempre, me vestí para destacar, pues llevaba una blusa de manga larga color oro rosa, una falda negra, unos hermosos botines rosa, y un bléiser sobre los hombros, con un collar de perlas y una pulsera a juego de una colección única. Lo sé, sueno un poco presumida, pero ¿qué puedo decir? La moda es una de mis pasiones y me encanta.
—Buenos días, Su Majestad —dije, haciendo una reverencia a mis padres—. Espero que hayan tenido una linda noche.
—Buenos días, mi bella princesa, espero que te encuentres bien hoy —saludó mi madre, a lo que mi padre inclinó la cabeza a modo de saludo—. Siéntate y comparte este espléndido desayuno con nosotros. No sé si Mathew te lo dijo, pero tenemos asuntos importantes de los cuales discutir.
Y vaya que no se equivocaba mi madre cuando decía que este desayuno era espléndido, pues en la mesa había zumo de naranja, café, pancakes, omelette, tres tipos diferentes de syrup, y yogurt con fruta y granola...
—Claro, madre, por eso estoy aquí. ¿De qué se trata?
—Pronto vas a cumplir 18 años, y por ello debes encontrar una pareja de alta cuna y de buena familia para comprometerte en matrimonio. Hemos decidido que desposes al duque Francis Domenek el año previo a tu cumpleaños, pero no te preocupes, Dimitri y yo nos encargaremos de los preparativos.
—¡¿Qué?! No, mamá, ¿por qué con él? Es un presumido, descerebrado y machista que solo le interesa el poder. Además, si yo me caso, quiero que sea por amor, no por una alianza que llenará mi futuro de desdicha —dije alterada, pues no quería nada de lo que estaban planeando.
—Arianne, creo que es hora de que madures y pienses en el futuro de nuestra nación. Como mi primogénita, debes ser capaz de heredar el trono y manejarlo con sabiduría. Por ello, es de suma importancia que formes alianzas por el bien de la nación y dejes de ser tan egoísta e infantil. ¿Quién mejor que el duque Domenek para ayudarte en el camino de la realeza cuando llegues al poder? —dijo mi padre furioso.
—Padre, pero no lo amo. Si voy a gobernar esta nación un día y fortalecer mi linaje, lo quisiera hacer con alguien a quien ame, y que, aunque no sea muy poderoso, pueda apoyarme en el camino.
—Arianne, no hay opción. Te casarás con el duque Domenek y fin de la discusión. El amor en nuestro mundo no es una razón para casarse, al contrario que las alianzas, pues es un sentimiento que en muchos casos se da después de casarse, como nos pasó a tu madre y a mí. No creas que te decimos esto para arruinar tu vida. Yo un día lo viví, y aunque antes era reacio a la idea como tú, mi princesa, ahora soy el hombre más feliz porque encontré en tu madre la felicidad y me dio el mejor regalo que cualquiera puede desear: tú. Así que no te deprimas y acepta con júbilo tu tan anhelado futuro.
—Sí, padre, siento ponerte en esta situación. Es solo que me asusta el futuro y quiero tener algo como lo de ustedes. Pero si crees que eso lo encontraré con el duque, que así sea. Solo avísenme cuando nos comprometeremos públicamente para estar preparada cuando llegue el momento.
"Como desearía que mi padre se pusiera en mi lugar y no me obligara, pero ya que no hay opción, tendré que fingir que me agrada la idea, y cuando vea el momento oportuno para escapar de este maldito compromiso, lo haré, cueste lo que me cueste. Y si no logro deshacerme de esta unión antes del gran día, me casaré con ese duque, por mi nación, no sin antes dejar todo en esta guerra... y esto es una promesa que me hago a mí misma, tanto como que me llamo Zoé Arianne Bransford."
—¡Oh, mi amada hija! Qué orgullosa estoy, me haces muy feliz. Espero que llegues a amar al duque como tu padre y yo nos amamos. Y no te preocupes, organizaré una fiesta junto con Clarisse, la madre del duque, para preparar todo para su compromiso, y te avisaremos con anticipación.
—¡Ah! Arianne, casi lo olvido. El baile anual de caridad del otoño es un evento importante, como bien sabes, y como prueba de mi confianza hacia ti, voy a confiar en tu criterio y te pondré al mando de la organización de este. Espero que no nos defraudes a nosotros ni a nuestra gente.
—Gracias, madre. No puedo decir que estoy feliz por la propuesta con el duque, pero lo importante es que el reino prosperará gracias a nuestra alianza, así que no podría estar mejor. Y, padre, gracias por confiar en mi criterio. No te defraudaré —dije con verdadera emoción—. Ahora, si me permiten, debo retirarme, pues mi deber me llama —y con esto, me retiré haciendo una inclinación a mis amados, pero estrictos, padres—. ¡Qué manera de empezar el día