Me sentía emocionada y nerviosa al pasar entre la multitud. Todos me sonreían y me miraban con admiración, lo que me hizo sentir que, al menos, la decoración del lugar había sido de su agrado. Ahora era el momento de dejar oír mi voz y dar el mejor discurso de mi vida. Sentía un gran apoyo en Luc, quien esta noche era más que mi amigo; era mi confidente y cómplice, y lo valoraba mucho. Le sonreí, un gesto que él me devolvió antes de dar un paso al frente en el escenario y enfrentar lo que podría ser el mayor desastre o un gran logro.
—Buenas noches a todos. Espero que se encuentren bien. Esta noche quiero que sea de su agrado, pues todo esto es por ustedes y por la valía que demuestran todos los días. Unidos, somos más fuertes, y sirviendo con una sonrisa a la nación, podemos hacerla prosperar y florecer, al igual que cada uno de los aquí presentes. Espero que disfruten, bailen y gocen. Gracias —dije, sonriendo, y seguidamente bajé del escenario.
—Ari, ¡lo hiciste increíble! Te veías como toda una diosa —dijo Luc, abrazándome.
—Ay, Luc, gracias. No solo por esto, sino por estar a mi lado cuando más lo necesito. Eres más de lo que podría pedir y necesitar.
—Aw, ese discurso ha ablandado el corazón de mi Ari.
—Ja, ja, ja, la culpa la tienes tú por empezar.
—Sí, lo admito —dijo, dándome un codazo.
—Ajam... perdón por interrumpir, pero quería felicitar a mi hija, si me lo permites, Luc —dijo mi padre.
—Claro, su majestad.
—Arianne, cariño, qué orgullosos nos sentimos de ti. El futuro se ve muy exitoso contigo en el trono —dijo mi padre.
—Sí, Arianne. Lamento mi comportamiento de antes. Sé que es tu vida y no tengo derecho a interferir en ella.
—Gracias, padre. Me honra que les haya gustado, y madre, no te preocupes. Solo espero que no se repita.
—Vamos, Luc, te quiero mostrar la decoración de los alrededores.
—Claro, Ari. Con permiso, sus majestades —dijo, inclinándose con respeto.
—Bueno, Ari, ¿qué fue todo eso?
—Bueno, creo que te refieres al asunto con mi madre. Es lo de siempre, ella intentando interferir en mis asuntos para lograr lo que quiere —dije, volteando los ojos.
—Sí, Ari, te entiendo más de lo que te imaginas. Pero ya no hablemos de cosas negativas y sigamos con el plan.
—Claro, en un momento tendremos que bailar.
—Claro que sí, es ahora o nunca.
Acto seguido, la melodía tan esperada comenzó a sonar, y Luc y yo empezamos a bailar. La suave melodía nos envolvía, moviéndonos como uno solo. Mi vestido rozaba levemente el esmoquin de Luc al girar, haciéndonos sentir la magia de perdernos en la canción, deseando que este momento no terminara nunca.
Poco después, según lo planeado, se unieron el rey y la reina para acompañarnos en el primer baile. Todos nos aplaudían y nos miraban con tal admiración y orgullo que deseaba que este momento durara un poco más.
Cuando terminó el primer baile, fuimos a dar un paseo por el jardín. Este estaba iluminado por la resplandeciente luz de la luna y por un muelle en el que las luciérnagas danzaban alrededor de la noche. Todo era tan perfecto que sabía que no podía durar. Por eso, cuando ocurrió lo siguiente, no me sorprendió tanto la ruptura del momento como los acontecimientos en sí. Tan mala fue mi suerte que la persona que tuvo que dar la mala noticia fui yo.
—Luc, odio arruinar este increíble momento, pero hay algo que debes ver —dije, señalando a la pareja que se besaba detrás de una de las fuentes del jardín.
—Ay, Ari, tanto drama por una pareja besándose... espera, ¡esa es Amy! —dijo, sorprendido y en shock.
—Sí, así es. Pero, ¿quién es el sujeto con el que se está besando? —Al instante en que dije esto, me arrepentí, y no esperaba lo que sucedería a continuación.
Todo pasó tan rápido que no me di cuenta en qué momento Luc se fue, como alma que lleva el diablo, para enfrentar a la pareja. Se arrepintió en el último segundo de haberlo hecho, pues ninguno de los dos estaba preparado para la humillación que íbamos a sentir, ni para a quién nos íbamos a encontrar besándose con Amy. Aunque ver a ese hombre con ella podría haberme dado un poco de alivio, lastimaba a mi amigo. Lo peor de todo era el deseo que tenía de lanzarme sobre Amy al ver cómo, no hacía mucho, había engañado a mi amigo con otro hombre o, tal vez, con el mismo que estábamos viendo en ese momento. No mucho después, ella le había pedido perdón a Luc, solo para lanzarse a los brazos de otro. Y no de cualquier hombre, sino de mi prometido, sin importarle en lo más mínimo lo que significaba nuevamente su traición para Luc.
"Es egoísta pensar que esto podría ser una razón para romper mi compromiso con él. No creo que mi padre sea capaz de soportar semejante humillación, pero, a la vez, me rompe el corazón ver cómo lastiman a quienes más quiero y de la peor forma".
—Amy, no puedo creer esto. Todo el cariño que te tenía se terminó. No quiero verte más, te odio. Ya me rompiste el corazón la primera vez que te vi revolcándote con otro tipo, y aunque no me sorprende, lograste volver a romperme en mil pedazos. Aunque lo nuestro estuviera hecho trizas, créeme que tuve la intención de arreglarlo, preocupado porque esto fuera más mi culpa que la tuya, cuando no lo es. Ahora me doy cuenta de que solo intoxicabas mi vida, y no quiero que vuelvas a dañarme el corazón una tercera vez. Podré tener cara de bobo, pero no lo soy —dijo Luc, antes de darse la vuelta para irse, con los ojos a punto de derramar lágrimas brillantes que dañaban la poca esperanza que quedaba en su corazón.
—Luc, no es lo que crees, no me dejes —dijo Amy, deteniendo a Luc—. Y aunque así fuera, tú no tienes derecho alguno a reclamarme por mis actos, porque no somos nada.
—Ja, Amy, no soy tan estúpido como crees. Los vi besándose, así que deja tu drama y vete a revolcarte con tu escoria, porque ambos son iguales y por eso van a terminar solos. Pero tranquila, ya me quedó claro que no somos nada y que lo nuestro no importó ni un solo instante. Debo decirte que estás tan muerta para mí como lo está mi corazón.