Podrían pensar que no me dolió la traición y que estoy feliz de haber descubierto el engaño, liberándome así del compromiso. Pero la verdad es que no todo es tan simple. Siento que el mundo está en mi contra, que todos conspiran a mi alrededor. Primero, el compromiso por conveniencia; luego, la traición y humillación por parte de mi supuesto prometido; y ahora, lastiman a mi amigo de la peor manera. Es como si el destino no soportara verme feliz ni a mí ni a quienes me rodean, y se deleitara complicando mi vida. Siento que no puedo más. Siento un vacío en el pecho, simplemente al saber que mi amigo sufre y que no puedo hacer nada para ayudarlo, más que dejarlo estar solo. Lo único que sé es que él tiene heridas que sanar, y a veces es mejor enfrentar estas circunstancias en soledad, lejos del rechazo y los comentarios desagradables que siempre aparecen. Solo espero que el sol salga antes de que la tormenta se intensifique; de lo contrario, mi vida no será más que apariencias, sonrisas falsas y engaños.
Me sentía tan perdida y ahogada por los recientes acontecimientos que no me di cuenta cuando llamaron a la puerta. Solo hasta que golpearon más fuerte de lo normal, caí en cuenta y respondí de inmediato, pues era de mala educación hacer esperar a los demás.
—Toc, toc. Princesa, soy Lauren, ¿puedo entrar? —preguntó antes de abrir la puerta.
—Buenos días, princesa Arianne. Vine a traerle el desayuno y a avisarle que alguien muy importante la espera en el jardín —dijo una de mis damas de compañía.
—Gracias, dile que espere, que en un momento voy.
Lo cierto es que en estos momentos no quería ver a nadie, excepto a Luc. Todas mis esperanzas de que él fuera el misterioso invitado se desvanecieron en cuanto Lauren, mi dama de compañía, entró. Luc nunca me esperaba afuera, sino que venía a buscarme, lo cual significaba que quienquiera que fuera mi invitado sorpresa, tendría que aparentar estar bien, solo para no demostrar debilidad ante alguien externo a la realeza. Solo esperaba que ese invitado no perturbara mi vida aún más —pensé en voz alta, suspirando mientras terminaba de comer.
Cuando llegué al jardín, me encontré con que mi invitada sorpresa era Madeline, mi mejor amiga después de Luc. Nos conocemos desde la primaria, pues asistimos juntas a la misma escuela, y desde entonces la llamo "Maddie", y ella a mí "Ari". Nos hace sentir especiales llamarnos con apodos. Ella es hija del Duque Lebetti, muy extrovertida y bonita; alta, con cuerpo atlético, cabello castaño claro y largo, ojos como la miel y tez clara. Le encanta leer y es muy enamoradiza, lo cual siempre le ha costado caro, pues casi siempre es ella quien termina lastimada en sus relaciones. Y por la cara que traía, pude suponer que esta vez no era la excepción.
—Hola, Ari, ¿cómo te encuentras en este bello día? —dijo Maddie con una sonrisa fingida.
—Maddie, ¡qué gusto verte! Cuando me dijeron que alguien había llegado, pensé que era uno de esos molestos nobles que intentan fingir amabilidad para volverse mis amigos, pero claramente eras una visita muy agradable —respondí con una sonrisa sincera—. Pero cuéntame, ¿a qué debo esta grandiosa visita?
—Bueno, la verdad es que ayer vi a Luc muy triste en un parque, y cuando intenté hablarle, solo me ignoró y me dijo que quería estar solo. Como su prima, me preocupé. Sabes que lo quiero como a un hermano, y no me gusta verlo así.
—Bueno, Maddie, aunque sé que no tengo el derecho de contarte lo que pasó, y que Luc podría molestarse por hacerlo, tengo que hacerlo, porque hace días que no lo veo, y siento que debemos apoyarlo para sacarlo del abismo en el que se ha sumergido —le dije, y seguidamente le conté todo lo ocurrido en aquel baile.
Después de hacerlo, Maddie quedó en shock, pues no sabía nada de los problemas recientes de Luc. Enterarse de esta forma la afectó aún más, pues lo que ella quería era que él tuviera un poco de confianza en ella, ya que eran familia y lo apreciaba como a un hermano.
—Ay, Ari, ¿y ahora qué vamos a hacer?
—Bueno, pues seguir adelante y apoyarlo para sacarlo de esta situación. Solo espero que no vuelva con esa perra de Amy, porque si lo hace, estaría poniéndola por encima de su amor propio y salud mental.
—Ay, pues ojalá que no, porque no hay nada mejor que quererse y amarse a sí mismo, sobre todo solucionando y parando las cosas a tiempo, antes de sumergirse en una profunda oscuridad y desvanecerse en el olvido, perdiendo la esencia de nuestro ser.
Después de hablar sobre Luc, nos pusimos al corriente sobre nuestras vidas, ya que hacía semanas que no hablábamos y no sabíamos nada la una de la otra. Luego tomamos el té y ella se marchó. Sin embargo, me dejó con una intranquilidad en el corazón y con una idea en mente: visitar a Luc a pesar de que necesitara estar solo, porque a veces es mejor interferir que quedarse sentado viendo caer en desgracia a tus seres queridos, y eso es lo que iba a hacer.