HERA CASSANO:
Eran las 6 a.m. de un sábado cuando la música proveniente de la casa vecina, específicamente de la habitación que daba a la mía, me despertó de lo fuerte que se escuchaba. Cualquiera pensaría que yo estaba montando una fiesta en mí cuarto de lo claro que se oía ahí dentro.
Al ser verano tenía los ventanales del balcón abiertos, por ende se escuchaba muy bien la canción que sonaba desde la casa de al lado, algo perezosa me levanté de mi cama, caminé hasta las ventanas y corrí las cortinas.
Frente a mí pude visualizar a una chica de mí misma edad, o quizás 1 año más grande que yo, acomodando energética y eficientemente cosas que sacaba de cajas de mudanzas. —Ahora que recuerdo hace unos días mamá me había contado que habría nuevos vecinos, una familia con 3 hijos, pero no pensé que vendrían tan rápido—
Deje las cortinas abiertas para luego dirigirme a buscar ropa de entrenamiento. Después de ducharme, cambiarme y de haber desayunado salí a correr por el vecindario. No era la gran cosa el lugar donde vivía, pero tampoco se puede pedir más de un barrio semi-privado, ¿No?
Cuando termine de dar las vueltas a la manzana volví a casa donde me dispuse a abrir el garaje, acomodar los elementos de gimnasio que habíamos montado con mi hermano mayor, con la autorización de mí padre. En el momento en que estaba por empezar a reproducir música en los altavoces apareció Sean, mi hermano mayor, en mí campo de visión llevando solo unos pantalones de boxeo y con una botella de agua en cada mano.
—Aquí tienes enana —me tendió una de las botellas la cual agarre y le di un sorbo —está mañana saliste más temprano de lo normal a correr, por lo menos me hubieses despertado así te acompañaba —dijo posicionado se en el Banco Press para empezar su rutina diaria de ejercicios—
—Perdona que no te haya despertado, es que no me di cuenta. Aparte hoy me levanté un poco más temprano porque la nueva vecina no tuvo mejor idea que prender su bocina a máximo volumen a las 6 a.m., —hice un leve mohín al decir aquello —pero vele el lado positivo —dije posicionándome encima de unas colchonetas que se encontraban en el suelo —hoy no hemos hecho carreras y no has tenido que pasar vergüenza perdiendo ante una niña de 17 grandulón —alardee antes de ponerme a hacer mí serie de abdominales—
1 hora después:
Después de haber terminado nuestras rutinas de ejercicios cada uno se fue a su cuarto para ducharse, cuando acabe, salí del baño con una bata enredada a mí cuerpo y me puse a buscar ropa en el armario. Opte por ponerme un short de jean color negro; un top color rojo, el cual solo llegaba a tapar mí corpiño a lo justo pero no contaba con un gran escote; me puse unas zapatillas blancas, y por último me desenrede mí cabello aún húmedo por la ducha y me coloque un poco de manteca de cacao en mis labios.
Cuando estuve lista bajé a la cocina para prepararme un batido de fresas y arándanos con mucho hielo.
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A la hora del almuerzo me tocó cocinar a mí. Cómo mamá y papá se encontraban de viaje por temas laborales con Sean nos habíamos divididos los días de las dos semanas que íbamos a estar sin ellos para que cada uno un día hiciera de comer y el otro lavara los platos.
Cuando terminamos de comer ayudé a Sean a juntar los platos y a acomodar la mesa.
—Cuando llegue a la cocina con lo último que él tenía que lavar le dije —Si me buscas o viene Ailee, estoy en mi habitación —el solo se limitó a asentir mientras se disponía a lavar los platos así que inmediatamente subí a mí cuarto dónde prendí mis altavoces y me puse a escuchar música. Con la música sonando de fondo me puse a hacer mis tareas y a estudiar un rato, nos encontrábamos en la última etapa del año antes de las vacaciones de verano así que nos estaban mandando varias tareas y los exámenes eran cada vez más complicados—
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Después de haber estado unas horas estudiando, dieron las 5 de la tarde, así que baje por un poco de café frío y una dona para luego volver a mí habitación y sentarme en mí balcón con un libro y mis auriculares. Antes de que siquiera me pusiera a reproducir mí playlist de k-hip-hop, que por cierto es mi gusto culposo, LO VÍ.
Vi al nuevo vecino jugando con los que creo eran su hermano y su padre al fútbol americano. Desde donde me encontraba me era difícil verle la cara sumándole que el chico casi se encontraba de espaldas a mí pero aun así podía describir su físico: era mucho más alto que yo, de pelo ondulado; castaño claro con mechas claras casi rubias, de tés trigueña y con una musculatura de los dioses —este último detalle lo noté cuando, al analizarlo, me di con que estaba sin remera—.
Y justo cuando estaba apreciando, descaradamente, la bella vista de su cuerpo, se giró y me vio. Al hacer aquello me sonrió y volvió a lo suyo, yo sin saber mucho que hacer después de esa extraña situación, me dispuse a acabar mí café y empezar a leer con los auriculares puestos al tope.
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Y así con una simple sonrisa de su parte empezó mi historia, la historia de verano larga pero divertida de Hera Cassano en la cuál va a haber risas, llantos, enojos y amor por todos lados. Sí, demasiado complicado pero así es la vida de Hera desde hace 1 año, todo por aquel descubrimiento, el cual la dejo una marca en su pensar muy grande.