Mientras a la humana le practicaban todos los estudios pertinentes; al hospital, entró una linda joven, vestida de vaquero, blusa holgada, cabello negro y tez bastante clara. Era sencillamente hermosa sin más que agregar. Cuando ella entró, el demonio estaba en una tomografía de la humana sin vista, él inmediatamente sintió aquella esencia y aura blanca intensa.
—Encárgate del resto, me envía el tomograma —pidió el demonio para luego salir a ver a qué se debía aquella inesperada visita.
El ángel oscuro, no estaba muy al tanto del mundo, después de los humanos. Se había encontrado con un par de vampiros y lobos, así supo que habían más que humanos en el mundo pero no sabía exactamente cómo funcionaban y esa era la tarea de la pequeña ángel; mostrarle que había más de lo que su dios le hizo pensar, de mostrarle que había un mundo mágico y hermoso al que podía pertenecer.
Camino hasta la sala de espera que conducía al consultorio, la miró, una señorita con determinación pero era veneno para él, la luz de ella, le producía dolor en el pecho y enojo a la vez.
—He venido a buscarlo —dijo, sin más —. Soy Solange.
—Vete, eres una cosa redonda de luz —dijo molesto.
El, podía ver aquella luz y aura blanca en la que la pequeña ángel estaba envuelta. Por otro lado, la joven miraba aquella oscuridad que lo rodeaba, lo fría que estaba su alma pero eran cosas que no le molestaba, al contrario, estaba embelesada con aquella belleza. Era algo excitante, ver algo tan hermoso, oscuro pero al mismo tiempo, puro; que a pesar de su oscuridad y rencores, no se había ensuciado las manos con nada que pudiera estar mal, aunque él se sentía sucio porque Dios le metió en la mente, que amar estaba mal para un ángel y que el amor debía ser como él quería no como los humanos lo sintieran. El ángel caído siempre lo había cuestionado: "si es tan poderoso y no quería que los humanos amarán como lo sintieran, ¿por qué no simplemente les daba una naturaleza que los obligará a amar a como a dios le gustaba? ¿Porque juzgaba algo que él mismo se suponía, había creado? ¿Acaso mentía y no creo nada, solo llego a tomar algo que ya estaba hecho y que no le gustaba? Por eso estaba desterrado, por cuestionar tantas cosas que no debió hacer ante los ojos del gran yo soy.
—Estás muda, sorda, mejor vete —pidió por lo bajo para que ningún humano se diera cuenta que estaba echándola del lugar, ya que el humano no miraba; no miraban aura, ni sentían esencias
—Lo… siento —tartamudeo —. O accedes a hablar conmigo, o tendrás que sacarte por la fuerza.
—Es que no entiendo, ¿qué quieres de mí? Eres un ser de luz, no una desterrada.
—Soy hija de un ángel que fue desterrado hace millones de años y mi madre es una vampiro poderosa —informo —. Hay una vida que tú aún no conoces; tu Dios, el que te echo, no es el único, ni tampoco puede leer tu mente, ni verte donde quiera que vayas.
Aquello llenó de curiosidad al demonio, ya que hasta ese día, no había escuchado nada igual. Se había ocultado entre los humanos, no se había topado con nadie desterrado y eso se debía a que después de ser aceptados por el consejo de ángeles, aquella esencia se marchaba. Por un instante en la tierra, llegó a pensar que era el único desterrado, al único que expulsaba del cielo, ya que era el único con aquel olor de destierro.
—No entiendo —dijo, muy confundido.
—Toma, esta es la dirección de mi hotel, te espero cuando tengas libre, no sé… no sé a qué hora quieres llegar, de ahí no saldré.
La joven le entregó la tarjeta del hotel y se marchó con el corazón hecho un revoltijo de emociones. Se mordía los labios de una manera inconsciente; estaba emocionada, feliz, y ni siquiera sabía la razón de aquello. No podía explicar lo que sentía, pero le asustaba, asimismo le hacía sonreír.
El demonio, durante lo que le restaba a su día de trabajo, no pudo volver a ser el mismo, ya que no dejaba de pensar en la ángel de luz que había visitado su hospital; pero no era a ella en sí, sino, cada cosa que le dijo, al contrario de ella, que no dejaba de pensar en lo hermoso y oscuro rostro del demonio. Al final del día, un poco dudoso se subió al auto, ese día despidió al chófer desde temprano, así que iba solo, rumbo a aquel hotel. No podía creer que alguien tan joven como la ángel, se hospeda en un hotel tan lujoso. Al llegar al lugar, se sintió tan estúpido, no sabía por quien preguntar, él, la podía encontrar, aquel olor a ángel era intenso pero como entrar así sin más. Como todo un demonio, siguió su camino esperando que nadie lo detuviera y era lógico que no lo hicieran, había mucha gente entrando y saliendo, que estaba hospedada ahí. Llegó al cuarto y antes de tocar, la ángel abrió.
—Vaya, ibas a tocar, yo esperaba que aparecieras así de la nada en mi habitación —sonrió la joven que estaba impresionada.
—Vivo más como humano que como demonio.
—Eres un ángel, no un demonio —le contradijo haciéndolo pasar y cerrando la puerta.
El demonio observó un poco la lujosa habitación para después ser obligado por los poderes de la ángel, a sentarse en el borde de la cama mientras que ella se sentó en un sillón.
—No vuelvas a usar tus poderes conmigo, por tu bien, niña mal educada —la joven se reía del enojo del ángel oscuro —. Dime, me tienes intrigado.
—Mira, Dios, el que tu conoces, no es el único dios, están los dioses del Olimpo, son un solo desorden pero están llenos de amor; eres un ángel, pero tanta oscuridad te está haciendo sentir como un demonio perdido, sabes, hay demonios nacidos, hijos de los dioses de la oscuridad y todo estamos unidos, no puedes andar por ahí…