Un ángel cayó

Capítulo 22

—¿¡Qué!? —exclamó Valeria al escuchar que Alma le comentaba sobre el trabajo del hospital.

—Ni quince días vas a ajustar aquí conmigo y ya te vas —reclamó—. Se me fue Alan y ahora tú.

Valeria no quería quedarse sola; antes, estaba Alan, luego llegó Alma, pero ahora ésta se iba y quedaba sola y para colmo, su nueva y peculiar amiga, no aparecía por ningún lado.

—Me pagarán mejor, el trabajo en sí es mejor, pero pasaremos todos los días que tengas libre, juntas —quiso consolar a su quejumbrosa amiga.

Solange despertó y lo primero que miro, fue la preocupada mirada de su padre. Sintió pena por él, sintió que era una muy mala hija, pero a pesar de ser tan joven, era muy adulta tanto en edad humana, como mágica, así que su padre debía aprender que habrían muchas cosas que ella solucionaría sola y ser responsable por sus sentimientos y acciones.

—¿Cómo te sientes?

—Bien, me duele un poco pero todo bien.

—¿Hay algo que debo saber?

Solange, suspiró queriendo contarle cosas a su padre pero no le veía razón para hacerlo, al final, ella ya tenía elegido y él desterrado ya no era más un desterrado, todo había salido bien, dentro de lo que cabía, puesto que tampoco podía mentir, estar sin alas no era fácil y pensar en que su elegido o elegida podría ser alguien frágil, ¿¡cómo proteger a alguien si no tenía alas!?, solo esperaba que Selene hubiera tenido piedad y su elegido fuera alguien fuerte.

—Papá —se aclaró la garganta—, resulta que la misión resultó exitosa, mañana voy por el Ángel y yo ya tengo elegido, aun no lo encuentro pero pues, ya comienza la espera para encontrarlo.

—Bien, espero que pronto llegue —Erick tenía ganas de decirle que no debió dar sus alas, pero aunque quería… no podía hacerlo, porque sería como faltarle el respeto a su hija; sería como hacerle ver que no la creía capaz y suficiente como para saber cuando y de qué manera hacer las cosas, así que se reservó todo lo que quería decir y más cuando, ya lo hecho estaba hecho y de nada serviría decir algo al respecto, porque con reprocharle o decirle lo que quería, las alas no regresaría.

—Me dejas sola, ya voy a buscar algo para comer.

Al escuchar aquella petición, Erick sonrió orgulloso, su hija era muy valiente y fuerte, aunque aparentaba ser una pequeña Ángel frágil.

Al día siguiente, la joven Ángel se sintió con más fuerzas y apareció en el consultorio del médico, éste por primera vez, sentía aquellas esencias tan intensas que Solange tenía.

—Solange —exclamó al verla, se levantó de la silla y sin pensarla, la abrazó fuerte—. Solange, ¿por qué, solange, por qué?

No aguanto más porque sentir sus brazos era algo que le gustaba tanto, que se soltó en llantos mientras el Ángel la aferraba a un más a su pecho. Quería confesarle todo pero ya no, ya pronto tendría a su elegido al lado y no podía confesar algo… un amor que pronto se esfumara y solo quedaba mirándolo como hermano.

—Ibas a morir, no podía permitir eso —confesó entre sollozos.

—Pero tus alas, ahora, ¿qué hago para compensar tanto?

—No, no debes hacer nada, porque no lo hice con intenciones de que te sientas en deuda, aunque, se me ocurre algo —la joven se separó un poco de él para verlo a los ojos.

—Dime…

—Podrías ser muy feliz, podrías amar sin límites, arriesgarte, apostar al todo por el todo aunque pierdas, quiero que esta vida la disfrutes y vivas al máximo.

El Ángel volvió a atraerla a sus brazos y la apretó fuerte. No entendía porqué era tan linda, era verdad que sentía en ella un inmenso amor hacia él pero no sabía exactamente qué tipo de amor era y esperaba que no fuera nada romántico, porque él la miraba como una hermana, como una hermana a la que amaba mucho.

—Disculpe… no toque —se regaño, Alma quien era la segunda vez en el día que entraba sin tocar. Los había encontrado abrazados y se sintió incómoda y sin mencionar, los celos que se formaron dentro de ella, pero claro, de inmediato se regaño, no podía sentir eso por el que ahora era su jefe, y más cuando ella tenía a su novio trabajando en el antepenúltimo piso del hospital.

—Tranquila, Alma, pasa que necesitas conocer a Solange —el Ángel no soltó de inmediato a la joven Ángel, si no que poco a poco se fue apartando de ella sin soltarla de la mano, no la soltaba porque tenía el sentimiento de que su vida dependía de ella, por todo lo que había pasado, pero la humana lo entendió como si ahí, había algo más que una amistad—. Solange es mi amiga, como mi hermana, es… todo para mí y ella, Solange, ella es Alma, una amiga a la que amo mucho.

Solange ya la había visto antes, cómo olvidar aquella vez cuando ella los miró comiendo en el restaurante, mientras que la humana, era la primera vez que la veía; la Ángel se acercó y un poco temblorosa le dio dos besos en las mejillas a la humana que tenía hechizado el corazón de Daniel; la Ángel no sentía envidia de ella, ni enojó, solo un pequeño dolor, mientras que la humana, como toda humana, sintió algo… no se podía llamar envidia como tal, quizá era que la belleza de aquella joven al lado de su jefe, le causó un bajón de autoestima y por supuesto, los celos fueron percibidos por Daniel, lo que le causó una sonrisa discreta, porque era la primera vez que podía persistir aquellas esencias de sentimientos en ella.



#4766 en Novela romántica
#1247 en Fantasía
#202 en Magia

En el texto hay: fantasia, angeles, amor dolor

Editado: 30.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.