Alma se miraba hermosa y sonriente, de verdad estaba feliz; el Ángel estaba emocionado porque sentía que aquello era la primer marca entre ellos, la marca que los unía para toda la vida que el destino decidiera regalarle a la humana, pero él quería más, él la quería para toda la eternidad.
Después de la ceremonia que llevó a cabo el juez, comenzó la fiesta, era solo con amigos, pero ¡claro!, Alma estaba bastante melancólica debido a que Valeria no estaba con ella.
—Mi vida, la verás otro día —dijo el Ángel, para consolarla.
—Cuando me dijo que para esta fecha estaría de viaje, jamás pensé que me dolería tanto su ausencia —suspiro.
Valeria había sido quien había estado con ella toda la vida; cuando estaba ciega, ella había sido su único apoyo aunque fuera emocional, ya que en aquel entonces ni una de las dos tenía el dinero que tenían en la actualidad.
Estaban por cortar el pastel cuando se escuchó un grito eufórico; a Alma se le aceleró el corazón y volteó a ver a su amiga, era Valeria, estaba despeinada y mal vestida para la ocasión pero la sonrisa y emoción que ambas amigas tenían, no tenía precio, ni se podía explicar la emoción que en el ambiente se sentía.
—Debía verte con este vestido —dijo Valeria, mientras se abrazaban fuerte—. Te miras hermosa; eres hermosa.
A Alma se le salieron las lágrimas, pero se las secaba para no dañar el maquillaje, en cambio Valeria estaba sonriendo y suspirando. Después de aquellos segundos donde se abrazaron como si el mundo fuera a acabar después, Valeria se acercó a donde estaba la comida y se sirvió como un vagabundo. No había comido en ninguna de todas las reuniones que había tenido, ni en el avión, así que comía como si no hubiera un mañana. Alma la llamó para que estuviera cerca del pastel, lo partieron y repartieron, menos a Valeria quien tenía el plato lleno de camarones y arroz.
—Veo… no sé —dijo Valeria, a Alma—, algo diferente en Sabrina y Alan, pero no sé que es.
—Es amor, están enamorados —respondió Alma, recordando las palabras que le dijo Daniel cuando ella hizo el mismo comentario sobre Alan.
Valeria estaba segura de que su amiga estaba enamorada de Daniel pero no miraba en ella, ese "algo" que miraba en Alan y Sabrina.
Después de la celebración, donde fueron acompañados de varios colegas del hospital, quedaron solo los amigos, mejor dicho, la familia. Estaban sentados en varios sillones conversando, Valeria no paraba de hablar lo hermoso que era Centroamérica, lo hacía tan emocionada que todos querían viajar a dichos países. Alma sonreía por anécdotas sobre choques de cultura que su amiga contaba, cuando sintió un fuerte dolor en el pecho, fue tan fuerte que todos se dieron cuenta de aquello.
—Mi amor, ¿estás bien?, ¿qué pasa? —Daniel comenzó a sentir aquella esencia en ella; eso que la identificaba como su elegida.
—Me dolió el pecho, fue como… un choque eléctrico… creo —confesó, abrazó al Ángel y él la recibió entre sus brazos, suspirando para no llorar de felicidad.
Había llegado a dudar de que aquello sucediera; había esperado tanto que la emoción no pudo contenerla, por más que suspiraba, unas lágrimas salieron de sus ojos.
—¿Qué pasa? Yo estoy bien —dijo Alma, al ver que su ahora esposo estaba llorando.
—No amor, no lloro por preocupado, lloro porque estoy emocionado, te amo.
—Yo también te amo.
Lo que estaba pasando ahí, todos eran testigos, pero claro, Valeria aún no comprendía, tampoco la propia Alma, porque aunque ya era legítimamente la elegida del Ángel, aún faltaba que la reclamara ante los dioses.
Casi amanecía cuando cada quien buscó su casa y Valeria, el aeropuerto; los recién casados habían decidido que no tendrían "luna de miel", ya que tenían mucho trabajo pero esas vacaciones las podían tomar en cualquier momento. Al entrar al apartamento, Daniel estaba ansioso pero la humana cayó rendida ante los brazos de Morfeo. El Ángel se quedó despierto. Le quitó la ropa a su esposa ya que esta, estaba tan cansada que se durmió sin quitarse ni los zapatos, en cuanto abrió la puerta se dejó caer en la cama y ahí quedó pero para desvestirla estaba su esposo.
Era medio día cuando la humana abrió los ojos y miró frente a ella, a su esposo dormido y ella desnuda, solo en ropa interior, comenzó a besarlo, comenzó con el cuello mientras tocaba aquellas partes que para ella no eran prohibidas. El Ángel soriendo, abrió los ojos y se dejó hacer cuanto ella quería con él.
Fue la primera vez en la historia que una humana y un Ángel se unían y no solo eso, fue la primera vez, en la que un ser mágico, reclamaba a su elegida a plena luz del día, con el sol de testigo.