Isabel.
Otra navidad había pasado y con ello se había ido otro deseo de navidad, ya era hora de desistir de ello pero en cada latido de mi corazón sentía ese anhelo latente, mas era hora de pasar página, un año se había ido y con ello se llevó ese deseo de navidad, un año nuevo había llegado y por ello preferí sobrecargarme de trabajo, ya era hora de dejar ir todo y pensar en otras cosas, entendí que no había nacido para dar vida pero si para ayudar y era lo que iba hacer ayudar en lo que podía, después de todo no por que mi deseo de navidad no se había cumplido no iba ser mala persona, eso no estaba en mi corazón mis padres me había enseñado que la vida no se trataba de dar para recibir si no que se trataba de dar sin importar que los demás valoren o agradezcan por lo que uno hace por ellos.
Los mese pasaban y con ello se me olvidaba aquel anhelo de navidad.
—Amor se que estás así por tu deseo de navidad pero entiende que podemos ser padres aún si adoptamos—.
—Tu no lo entiendes Edgar siento que no sirvo como mujer dime qué anda mal en mi, si los doctores no encuentran nada entonces es algo que anda mal conmigo verdad—. Mi lágrimas se desbordaron.
—No amor no digas eso eres una gran mujer y nada anda mal contigo—.
—No es cierto tu no deseas ser padre como yo, a ti te da igual todo—.
—No Isa te equivocas..
—No me digas nada—. Salí con un nudo en la garganta era doloroso anhelar tanto algo y que no se te concediera, pero más dolía discutir con Edgar por algo como esto, lo amo pero siento que no comprende por lo que estoy pasando.
Fui a la cafetería y me encerré en mi trabajo.
Los días pasaban y mis discusiones con Edgar eran más acaloradas, no podía estar cerca de él.
A los días él apareció en la cafetería me parecía extraño y mucho más a la hora donde el restaurante estaba más lleno.
—Debemos hablar Isa ya no puedo seguir así—. Dijo plantándose frente a mi.
—No puedo estoy ocupada—. Dije cortante.
—¡Noo me interesa te vienes ya conmigo esto no está funcionando así!—.
—Si te quieres marchar hazlo yo no te detendré—. Llevo sus dedos al puente de su nariz y me miro fijamente.
—No voy alejarme de ti Isa, no me refiero a eso—. Me toma de los pies y me subió a su hombro.
—¡Edgar bájame Edgar!—. Pataleo pero hace caso omiso, me sube a su auto y abrocha el cinturón, sube al auto. —¿A dónde vamos?—.
—A donde sea pero lejos de todo esto que te agobia, si es posible te llevaré a una isla desierta—.
—Edgar tengo mucho que hacer mañana tengo que entregar un pastel de bodas—.
—Alguien se encargará de ello—. Suelto un suspiro y cierro los ojos.
Unos cuantos minutos han pasado desde el ataque de Edgar bueno es lo que creo, abro mis ojos ya que me había quedado dormida. Lo miro aún sigue conduciendo, escucho el romper de las olas, miro a mi alrededor y parpadeo.
—Edgar amor dónde estamos—. Digo calmada para no entrar en pánico. —¡Edgar!—.
—Necesitamos un descanso de todo mi amor, necesitamos relajarnos y alejarnos de nuestros trabajos—.
—¿Pero donde estamos exactamente?—.
—En la costa reserve una casa de playa para que estemos solos por unos días—. Asentí en acuerdo.
La playa fue muy relajante para mi tenía más tiempo de estar con Edgar, hasta estuve tiempo de pensar en lo que estaba haciendo mal y si me estaba comportando muy mal con mi esposo y no solo eso estaba dejando que mi desesperación y obsesión de ser madre afectará mi matrimonio no era un anhelo solo estaba desesperada y obsesionada por convertirme en madre.
—Siento mucho comportarme de esta forma tan grotesca contigo amor, he estado tan decepcionada de todo y el hecho que no se haya cumplido mi anhelo de navidad me tenia al borde de la locura—.
—Lo se amor por eso te traje aquí mi cielo, se que un tiempo alejados de todo te tranquilizaría y te haría recapacitar pero quiero que sepas que estoy contigo, no estás sola en esto mi amor esto es de dos—.
—Lo se.. amor perdóname, por eso me enamoré de tí—. Lo abrazo.
—Yo también te amo mi pitufina y no te dejaré sola nunca—. Desde ese día decidí relajarme y disfrutar mi matrimonio.
Estuvimos un mes en la playa, pues Edgar había pedido sus vacaciones Adelantada y mi madre se encargó de la repostería por ese mes.
Regresamos renovados y recargados seguimos nuestras vidas como antes pero mucho más enamorados.
Los meses pasaban y con ello se acercaba otra navidad, Edgar y yo fuimos juntos a comprar los regalos para nuestros sobrinos, presentía que está navidad sería diferente a las demás, y lo sabía por qué en esta navidad Edgar y yo estábamos más unidos que antes, esta vez lo hacíamos todo junto, este año el balanceo su tiempo, estableció un horario para su trabajo y otro para su familia.
Vimos un sinfín de juguetes de los cuales escogimos algunos para los pequeños de la casa, después de tener todo regresamos a casa para preparar los regalos.
La víspera de navidad se llegó así que mi madre y padre se nos unieron para ayudarnos en nuestra tradición familiar, nos ayudaron a preparar el festín para repartirlo en la calle, esos lugares donde nadie quiere ir. Esta vez fuimos con algo más, les llevamos abrigos además de comida.
La felicidad que me embargaba, era única al ver como esas personas agradecían por el abrigo brindado y la comida. Esto no solo lo hacíamos en navidad esto lo hacíamos todo los días pero para el año siguiente íbamos abrir un albergue para ofrecer les comida techo y abrigo, era una meta que Edgar y yo teníamos.
—Me siento feliz por todo esto—.
—Y yo lo estoy más amor, esperemos para el próximo año tener un lugar donde le podamos brindar mucho más que esto—.
—Y así será Edgar—. Abrazo a mi madre por qué ella a sido un apoyo para nosotros, ella es sicóloga matrimonial y nos brindó su apoyo como madre, como suegra y como una sicóloga.
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Editado: 17.12.2021