Todo iba de maravilla en la universidad, los maestros no habían sido exigentes hasta ahora, todo iba muy bien, aora tenía algunos amigos con quienes de vez en cuando salía a divertirme, en los recesos de la universidad me encontraba con Dante pero en ocaciones me toca tomar el almuerzo yo sola pues él está ocupado con sus prácticas o haciendo investigaciones.
Era ya la hora del almuerzo cuando salí a la cafetería para ir por el almuerzo, me serví lo que se veía más apetitoso y me disponía a ir a sentarme a la que ahora era mi mesa de almuerzos cuando ví a dos personas ahí sentadas sin tomarle mucha importancia me acerqué ahí aunque ya estuviera ocupada esa mesa.
-¿Esta es tu mesa?- me preguntó la chica
-Sí, algo así...- dije sin siquiera voltear a mirarla
-Bueno, creo que nosotros nos iremos Sofi...- me sorprendió mucho que esa chica a la que yo no conocía supiera mi nombre
-¿Cómo es que sabes mi nombre?
-Digamos que nos conocemos desde hace tiempo
-Disculpa pero yo no te conozco
-Se nota que todo se te olvidó desde que te fuiste a España...- dijo ahora el chico
-No estoy para juegos, compermiso...- dije mientras tomaba mis cosas para irme a otra mesa
-Somos Anne y Elian... ¿Cambiamos tanto como para que no nos reconozcas?
Me quedé muy soprendida, no creí que esos dos chicos que estaban ocupando mi mesa fueran ellos, realmente si habían cambiado mucho en todos estos años
-¿Qué...? ¿Ustedes son...?
-Sí, somos nosotros
-¡Oh por Dios!
No podía creer que después de tanto tiempo volviera a verlos, estabantan cambiados, no creí que después de tanto tiempo el destino nos volvería a juntar, pero aún así estaba muy feliz por verlos de nuevo.
Durante el almuerzo, estuvimos platicando sobre todo lo que hicimos durante el tiempo que no nos habíamos visto, les conté sobre como fue el adaptarme a España, a mi madre, a Abraham y sus hijos, les conté sobre mi mejor amiga en España, Judith, sobre como era todo allá y ellos quedron facinados con lo que les contaba, ellos me contaron que después de mucho tiempo se habían reconciliado y empezado a salir de nuevo, me contaron también que para ellos no había sido fácil saber llevar su relación pero que aún así, todos los días seguían luchando por sacar su relación a adelante.
Nuestro receso, fue como en los viejos tiempos, cuando reíamos a carcajadas hasta que nos faltaba el aire, cuando podíamos hablar de lo que nos sucedía sin ningún temor a ser juzgados. Nunca me dí cuenta de lo mucho que los había extrañado, hasta ahora que nos encontrabamos aquí sentados en una mesa de cafetería, contandonos lo que nos había pasado.