La chica se dio la vuelta y se quedó inmóvil. Sus ojos se abrieron de par en par. A dos metros de ella estaba el mismísimo Westley, con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro. Meilin retrocedió algunos pasos inseguros.
—Por si acaso, soy corredor profesional de distancias cortas —dijo el acosador—. Así que ni se te ocurra huir.
El chico avanzó decididamente hacia Meilin. Ella metió la mano en el bolsillo y comenzó a buscar frenéticamente las ampollas de Geraidezin, pero recordó que se habían quedado en otra chaqueta. Tragó saliva nerviosamente; la tensión impedía que su cerebro pensara con claridad. En ese preciso momento, Ern apareció frente a ella.
—Déjala en paz, West —dijo él, cubriendo completamente a Meilin con su cuerpo.
—¿Ern? —Westley miró al chico con sorpresa—. Inesperado.
De detrás de la esquina salió otro miembro de la banda de Raynom. Meilin lo reconoció: era uno de sus "primeros conocidos". Westley sonrió ampliamente, mientras Ern apretaba los puños y mostraba los dientes.
—¿De quién es novia, eh? —preguntó el primero.
—Definitivamente no vuestra —respondió el defensor de la chica.
Meilin alternaba su mirada entre él y los adversarios, casi sin respirar.
—Interesante —Westley sacó una navaja plegable del bolsillo y la giró en sus manos—. Bueno, nos vemos luego, preciosa.
El chico asintió a su compañero, y ambos se marcharon por donde habían venido. Meilin exhaló sonoramente. Ern se volvió hacia ella, examinando atentamente su rostro.
—¿Estás bien? —preguntó él.
—Ahora sí —respondió Meilin.
—Vamos, te llevaré a casa.
***
Westley resopló y se apoyó contra la pared. Su postura reflejaba una profunda reflexión.
—¿No estaba ella con Arman? —preguntó su compañero, Hidd Raison.
—Sí, con Arman. Tú mismo viste que se subió a su coche.
—¿Qué hacía entonces aquí con Ern?
—Esa es una buena pregunta.
—Quizás después de todo está con Din, ¿no crees, West?
—La chica dijo que estaba con Allan. Ella no mentiría.
—¿Tal vez está confundida? Arman claramente la metió a la fuerza en el coche. Quizás la secuestró y ella escapó y llamó a Ern.
—Parecería un escenario realista, si no fuera por la presencia de Ern —se rio Westley.
—Bueno... sí —Hidd hizo una pausa breve, y luego también se echó a reír.
***
—¿Seguro que todo está bien? —preguntó Ern de nuevo, girando a la izquierda—. Parece que has estado llorando. ¿Qué pasó realmente? ¿Allan de verdad se negó a ayudarte? ¿Qué ocurrió entre vosotros?
—Arman volvió con Reigen —murmuró Meilin, esforzándose para no llorar de nuevo—. O viceversa. Ahora no tiene tiempo para mí. Cree que me pongo en peligro a propósito solo para llamar la atención. Kir dijo que intentaría ayudarme, pero ahora apenas tienen tiempo. Todo por culpa de este Raynom.
—Sí, por lo que sé, Allan piensa responder a este desafío.
—¿Y vosotros?
—A nosotros no nos interesa. Mantenemos la neutralidad y nos defenderemos —el chico hizo una pausa—. ¿Dices que te pones en peligro a propósito? No sabemos cómo se enteraron de ti, pero no creo que seas masoquista para hacer algo así.
—Probablemente tienes razón.
Ern se estiró hacia la guantera, la abrió y buscó algo. Encontró lo que necesitaba y se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta.
—Gracias —dijo Meilin en voz baja. El chico asintió mientras seguía conduciendo—. Pensé que atacarían...
—Aunque suene extraño, ellos siguen ciertas reglas. Por ejemplo, no iniciar peleas en lugares concurridos o en presencia de personas ajenas que no pertenecen a ninguna banda, aunque esta última regla principalmente la cumple solo West.
—Vaaaaya.
Pronto el coche entró en el patio y se detuvo frente a la entrada del edificio de la chica.
—¿Te acompaño? —preguntó Ern—. No creo que te estén esperando por aquí, pero si quieres...
—Tienes razón, no hace falta —Meilin se estiró hacia la puerta.
—Espera —el chico sacó del bolsillo un pequeño rectángulo de plástico que había cogido antes de la guantera. Era parte del kit que venía con la tarjeta SIM—. Toma, aquí está mi número. Puedes llamarme si necesitas ayuda.
—Gracias —Meilin tomó la tarjeta y le echó una mirada rápida al chico—. ¿Me voy entonces?
***
Al día siguiente, Meilin decidió quedarse en casa. Horneó un pastel y se acomodó en el sofá con planes de ver series todo el día. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho: alguien llamó a la puerta.
Se levantó con cautela y se dirigió sigilosamente hacia la entrada. Dudaba que Raynom fuera a irrumpir en su apartamento—probablemente ni siquiera sabía dónde vivía. Aunque Ern, por alguna razón, lo había considerado posible. La chica se asomó por la mirilla con precaución. Allan esperaba al otro lado.
—Hola, Alex —saludó Meilin al abrir la puerta—. Qué sorpresa verte.
—Hola, ¿puedo pasar?
—Sí, claro, adelante.
Alex entró y siguió a la anfitriona hasta la cocina. Meilin encendió el hervidor eléctrico y le invitó a sentarse.
—He venido a hablar sobre Raynom —dijo él—. Perdona que no encontrara tiempo antes.
—Bueno, entiendo que no estáis obligados a protegerme. Especialmente por lo de Arman.
—No se trata de eso. Raynom y sus chicos son muy diferentes de Din y su gente. Han venido para destruirnos a ambos. Aunque, a decir verdad, no estoy seguro de que Din vaya a enfrentarse a ellos. Probablemente adoptará una estrategia puramente defensiva. Nosotros, por nuestra parte, estamos decididos a echar a Raynom de la ciudad. No hay espacio suficiente ni siquiera para dos bandas.
Meilin se quedó pensativa por un momento. Entonces, ¿quizás ayer la dejaron en paz porque estaba con Ern?