Un compromiso por Contrato.

Capitulo 20.

     Electricidad viajo por mis extremidades hasta llegar al centro de mi columna vertebral; un escalofrío sacudió mi cuerpo instintivamente y en cuestión de segundos cerré la puerta de mi apartamento sin recoger las flores. Esto estaba yendo demasiado lejos y no podía quedarme de brazos cruzados mientras un acosador intentaba por todos los medios inculcarme miedo. Tomé mi teléfono y llame a un viejo amigo de la infancia, Boris Joker.  

    Boris era uno de esos chicos a los que otros hostigaban por ser un tanto diferente, y no era que fuera físicamente diferente, no. Su particularidad era la inteligencia descomunal que este poseía, pero no quedaba solo en eso, él era una estrella en el campo del fútbol y básquet, aunque para abreviarlo era una estrella en cualquier deporte y área de la vida. Química, física, idiomas, números, tecnología y así podría uno seguir intentando desafiarlo que él podría con todo, incluso tenía gran aceptación entre las chicas. Pero su único problema era a la hora de hacer amigos, jamás lo logró, hasta que llegue a su colegio y decidí sentarme en el radio de las cuatro bancas que el resto de compañeros evitaba porque estaban junto a Boris. Todos quedaron asombrados, pero sin lugar a dudas él fue el más sorprendido.  

     Desde ese día nos convertimos en compañeros de estudio, proyectos y en mejores amigos, pero nunca alcance a divisar que el pobre chico se había enamorado y terminé por romper su corazón sin darme cuenta. Afortunadamente él tenía un alma noble y bondadosa por lo que pasado un tiempo en el cuál aprovecho para sanar, nuestra amistad volvió a hacer lo que era antes. Lo último que me había dicho es que ahora se dedicaba a recaudar información personal y otras tareas en un área especial, me exigió que si algún día tenía problemas que lo llamará. 

    El teléfono sonó unas cuantas veces hasta que la contestadora me indico que dejara un mensaje de voz. 

-Hola Boris, soy yo, Helen. Verás, se que no hemos hablado durante los últimos meses y sonará un tanto mal que te llame por un asunto personal, pero tú me exigiste que te llamará si pasaba algo. Verás hace unos días comencé a recibir cartas, ramos de rosas negras y fotos mías de una persona anónima e incluso  llamo a mi oficina. Hasta ahora no hay nada por lo que alterarse ya que no han sido cartas de amenaza…. Bueno la llamada quizá si, pero… el asunto es que esto ya comienza a asustarme. Llama cuando escuches esto ¿Si? Besos te quiero mi Joker.  

    Cuando colgué el teléfono sentí una sensación de alivio al haber compartido parte de mi inquietud con alguien más. Suspiré y regresé al baño para cambiarme; ahora la música ya no me acompañaba, había perdido el ánimo para eso.  

    El restaurante estaba tan bello y abarrotado de personas como de costumbre, las terrazas sobre la orilla eran escasamente iluminadas por pequeñas lámparas del tamaño de una cereza y la música era lenta y para nada molesta ya que permitía escuchar el arrullo del agua provocado por el lago Michigan. Una camarera morena se me acercó con una gran sonrisa y me preguntó si tenía reservación. 

-De hecho, fui invitada. Soy Helen Forks. 

-¡Oh Será. Forks! Si, su mesa es la que está junto a la gran pecera. Acompáñeme por favor . 

    Era extraño que Derek no hubiera llegado ya, él no era de llegar tarde, pero quizá se había retrasado por algo. En cuanto Lizzy; la mesera que ahora se había presentado diciendo que ella nos atendería durante la velada se fue, tomé mi móvil y llame a Derek. Este atendió al segundo tono y eso evocó una sonrisa en mis labios. 

-Pimpollo, no han pasado ni 10 horas desde la última vez que nos vimos y ya me extrañas, pero no te culpo. Si yo fuera tú también me extrañaría. 

-Pero que romántico eres y yo creyendo que sería a mi a quién extrañabas. Aunque eso no importa. 

-¿Qué no importa? 

-Cuanto nos extrañamos o no ya que nos veremos pronto. ¿Cuándo llegaras? ¿Estás muy lejos? 

-¿Ah sí? ¿A caso tienes algo planeado? Porque de ser así puedo estar en tu casa en menos tiempo que Speedy González.

-¿Qué? No. Tú me invitaste a cenar.  

-¿Yo hice eso? 

-¡Si! Estoy esperándote en el restaurante, hoy temprano me enviaste un ramo de Camelias blancas mis flores favoritas junto con una nota donde me citabas aquí.  

-Helen si es una broma, no tiene gracia.  

    Sentí mi corazón paralizase por un momento, Derek no parecía estar bromeando y su tono era serio y protector ahora. 

-Dime dónde estás ahora. Iré por ti.  

-Estoy en el restaurante del muelle, el del Capitán Navío.  

-Muy bien, no te quedes a solas con nadie y espérame. Voy para allá. 

    Cuando Derek colgó el teléfono yo ya estaba luchando con un nudo en la garganta y con los nervios a flor de piel. ¿Y si era el acosador? ¿Qué tal que estaba aquí? Pero eso no era posible, no lo era porque era imposible que supiera de mis flores favoritas y mi restaurante favorito. Solo dos personas sabían de eso y una era Eli. La otra era…  

-¡Joder! ¡Debí adivinarlo! ¿¡Cómo fui tan estúpida para no verlo venir!? 

     Jamás le dije a Derek está información por lo que tampoco podía saberla, pero creí que se lo había preguntado a Eli. En ese momento la persona que restaba de mi “larga” lista de los que si sabían se presentó frente a mi con una petulante y perfecta sonrisa. 

-Helen, cariño, si viniste. 

-Arthur. ¿Quién carajos te dijo que podías llamarme cariño?  


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.