Dominick se quedó de piedra. Creo que hasta dejó de respirar. Estaba inamovible como el tronco de un árbol pero aún así no me aparté. Era como si hubiera perdido la voluntad de actuar libremente. Seguramente era una marioneta de Leila. Mis labios succionaron los de él atrevidos y para mí sorpresa Dominick rompió el hielo y correspondió a mi beso.
Me besó con intensa pasión, con desesperación. Su cuerpo esbelto temblaba ligeramente. Este era mi primer beso de verdad porque lo que pasó en el garaje no se podía llamar así. Era tan increíble, se sentía tan placentero que no quería que su boca me abandonara. Estábamos tan pegaditos y sobre la cama que sentía calor. Era ilógico que algo así estubiera pasando entre nosotros. La lógica no tenía sentido para mí en este momento. Solo importaba él y yo, nuestras bocas unidas y lo pegado que estaban nuestros cuerpos. Era perfecto y extremadamente placentero. Definitivamente había perdido la razón.
Me fui, poco a poco, inclinando hacía atrás atrayendo a Dominick junto conmigo, hasta quedar tendida sobre la cama y él encima mío. Continuó besándome extasiado en la nueva posición. Mis dedos estaban entre su cabello. Su lengua dentro de mi boca me robaba el aliento pero no me importaba.
Dominick acariciaba con desespero mi rostro y mi cabello suelto, no se atrevía a descender sus manos. De pronto se retiró. El frío que sentí en mi piel me hizo abrir los ojos de golpe. El estaba mirándome con horror. No me gustó para nada su mirada.
—¡Qué he hecho pequeña! ¡¿Cómo pude besarte como si fueras una mujer?! ¡No tenía que haber regresado nunca! Creí que lo había superado... pero mira lo que acabo de hacer. ¡Soy un maldito bastardo!
Dominick estaba roto. Parecía haber envejecido algunos años de pronto.
—Dile que no pasó nada, que fue tu culpa.
—¡Ahora te dignas a hablar! ¡Claro que no fue mi culpa! ¡Fué toda tuya! Tomas mi cuerpo a tu antojo y me metes en problema con mi tío. Mira como está sufriendo por tu culpa. ¿Estás satisfecha?—estaba muy furiosa.
—Sabes, aunque sea en lo más profundo de tí, que yo no puedo disponer de tu cuerpo. Ni siquiera pude hacerlo cuánto tenías mi forma. Los sentimientos que sientes por él te llevaron a esto, ¡no quieras sentirte bien echándome la culpa a mí! Yo no puedo apoderarme de tu cuerpo. ¡No soy una posesión!—por lo visto no era la única alterada aquí.
Miré a Dominick, su semblante extremadamente abatido me desgarró el corazón. ¿Había sido yo y no Leyla quién lo besó? ¡Fuí yo! No quería creerlo, me negaba rotundamente. Yo no podía actuar así con mi tío. Teníamos la misma sangre... ¿O quizás no? Recordé la voz del bosque. Tenía que averiguar si de verdad éramos parientes consanguíneos. Lo que pasó fue producto de la confusión originada por lo que siente Leyla por él. Yo lo amo pero como familia. Me consolé.
—Lo siento mi rayito de Luna. No volverá a suceder. Seré un buen tío.
Prometió desconsolado.
—Tú no hiciste nada, fuí yo la que empezó todo, también eres un hombre y yo actúe como una ofrecida.—decidí seguir el consejo de Leyla.
—¡No digas eso! Mi deber como adulto era detenerte... No eres ninguna ofrecida. No vuelvas a hablar de ti de ese modo. No me gusta.
—Hagamos borrón y cuenta nueva. Olvidemos lo que pasó. Yo ya lo olvidé. —aseguré y reí lo mejor que pude para tratar de relajar el ambiente. La tensión que nos rodeaba era demaciado fuerte.
—Tengo que decirle a tus padres que no puedo hacerme cargo de ti. No puedo quedarme más a tu lado...
Oh No,No,No. Eso no puedo permitirlo. ¿Qué hago Leyla? ¡Ayúdame!
—De acuerdo, pero tienes que repetir todo lo que yo diga y con la misma intensidad.
Yo acepté sin rechistar.
—Sí puedes y lo harás—lo interrumpí con firmeza, imitando el tono de Leila como me aconsejó.—¡No puedes abandonarme otra vez! Yo te necesito. Lo que pasó será nuestro secreto. Te prometo que seré una niña buena a partir de ahora. No te volveré a provocar, te lo juro, pero no te vayas. No me dejes por favor.—supliqué sin pudor.
Mi tío se quedó pensativo por un tiempo. Esperé pacientemente a que tomara una decisión. Rogaba en mi interior porque no tomara la de irse.
—Está bien.—suspiró—me quedo, pero si vuelve a pasar…—no se atrevió a decirlo—me iré para siempre.—advirtió.
—¡Gracias tío!—y sin pensarlo me lancé a sus brazos y lo abracé.
—Distancia mocosa—exigió mientas me apartaba de su lado.
Volvía a ser su mocosa, pero prefería eso mil veces a perderlo para siempre.
Después de eso se retiró en silencio.
—No vuelvas a tentar a mi tío.—le advertí a Leyla.
—Te estás advirtiendo tú misma.—contestó burlona.
—No te hagas la tonta, sabes que es mi tío y no puede pasar ese tipo de cosas entre nosotros.
—Pero quizás no lo es de verdad.—insinuó con malicia.
—Mis padres siempre serán mis padres aunque no sea su hija biológicas así que Dominick siempre será mi tío y punto. Nuestro. Tú eres parte de mí.—le aclaré—Enfócate en Derek, él si puede ser nuestro.
—¡Ese patán presumido! No, definitivamente No. No me gusta.
Su negativa fue rotunda.
—Pues si no te gusta jódete. Somos “un cuerpo para dos” y yo soy la que lleva las riendas. Será Derek porque lo digo yo. Es mi decisión final.
—No es justo.
Leyla estaba molesta y siguió protestando pero yo la ignoré. No es fácil tener de pronto una voz molestándote todo el tiempo. Quisiera tener un control para poder apagarla. Me estaba enloqueciendo.
***
Los pocos días que íbamos a estar allí se fueron volando. Mis padres quisieron regresar con nosotros pero los convencí de que no era necesario. No volví a tener fiebre por lo que estaban tenquilos. Nos despidieron en el aeropuerto y regresé con mi tío. Fue un viaje en silencio. Me dediqué a mirar por la ventanilla. Solo veía el cielo, las nubes y el ala del avión. La azafata pasaba de vez en cuando ofreciendo algo. El servicio de esta aerolínea era de calidad. Yo comí y tomé de todo lo que ofreció. Me mantuve la mayor parte del tiempo masticando caramelos. La sensación en mis oídos era muy desagradable.
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Editado: 18.04.2021