Era de madrugada cuando reaccioné, me levanté del suelo con pesantez. No sabía si irme o quedarme aquí. Por más que me devané los sesos intentando explicarme lo que sucedió, no encontré una explicación lógica. Era algo sobrenatural, mi mocosa se transformó en un enorme lobo frente a mis ojos. No podía creerlo. Por una parte quería salir corriendo pero por otra no quería abandonarla.
Pensé tanto en la noche que desapareció en la selva, la angustia tan grande que sentí no se la deseo a nadie, sentí que moría en vida, que era incapaz de seguir viviendo sin ella. Con gusto hubiera cambiado de lugar con ella, ser yo el que viviera lo que fuera que le hubiese pasado, mientras Rayilunsel esté a salvo con sus padres a mi cualquier cosa me puede suceder. Fueron las horas más largas y sufridas de mi vida, el tiempo que estubo desaparecida. Cuando escuché su voz el alma me volvió al cuerpo y corrí como loco a su encuentro. Amaba demasiado a esa chiquilla.
Pero ahora era distinto, la había visto cambiar de forma, algo que de verdad me parecía imposible. No podía asimilar ese hecho. Tenía tanta confusión en mi ser que mis emociones eran un caos total. Caminé como zombie todo el camino de regreso hasta mi auto, por suerte aún seguía estacionado en el mismo lugar que lo dejé. Ingresé a el y me puse en marcha. Regresé en estado de aturdimiento a la casa de mi hermano y su familia.
Me senté en un sillón de la sala que orienté hacia la puerta y me quedé allí esperando. Traía la misma ropa de ayer, no fui capaz de hacer nada al llegar. Era como si hubiera perdido todo interés en lo cotidiano. Tenía una importante reunión en la mañana, debía prepararme pero me daba igual. El motivo principal de expandir mi negocio a esta ciudad era ella pero ahora no estaba seguro.
Sentí sus pasos en el porche, hacía mucho ruido con las llaves, parecía que se le dificultara encontrar el hueco de la cerradura. Fue más precisa al marcar los dígitos de la clave de acceso y desconectar la alarma. Estaba tembloroso. Respiré profundo y crucé los brazos para calmar mi ansiedad. Cuando se abrió la puerta no pude evitar un respingo al verla.
Rayilunsel entró sigilosa, al principio no notó mi presencia pero al alzar la cabeza en mi dirección se quedó paralizada.
Al verla tan vulnerable y su cara llena de espanto me sentí miserable. No era capaz de transmitirle confianza y seguridad. No era capaz porque me sentía inseguro y temeroso, pero eso era algo que no quería darle a demostrar. Traté con todo mi ser de mostrarme sereno y firme.
—¿Cuéntame qué demonios fue lo que ví?
No era así como quería hablarle pero fue como me salió. Fui muy brusco, lo sé. Me arrepentí al instante pero era muy tarde. «Demasiado directo maldita sea.» Maldecí en mi interior.
—Eh..., yo..., tú...
Verla tan confundida y desesperada hacía que me doliera el pecho. Quise consolarla pero no puede. Una mezcla extraña de emociones me generaba reacciones opuestas. Por una parte quería abrazarla y por otra salir huyendo...
—Sin titubeos, estoy preparando para escucharte.
Me mostré lo más firme posible. Es mejor salir del trajo amargo de un solo buche.
—Siéntate—le ordené señalando un sillón en específico.
Ella obedeció sin rechistar. Sus piernas estaban temblorosas. Recordé su transformación y me tensé.
—¡Habla!
La apremié con brusquedad debido al recuerdo fugas. Me arrepentí enseguida al verla encogerse horrorizada.
Se aclaró la garganta. Estaba tan nerviosa y asustada que se me estrujaba el alma al verla así. Estaba siendo muy frío y distante pero no podía evitarlo.
—Yo no sé lo que me está pasando, todo comenzó el día de mi cumpleaños con la fiebre, mi cuerpo se sentía raro y en la noche tuve el impulso de salir a la intemperie, luego de que chocamos en el pasillo salí a toda prisa y la selva me llamaba, no puedo explicarlo, me adentré como autómata y luego de un tiempo sentí un dolor desgarrador y mi cuerpo empezó a cambiar por voluntad propia...
Recordaba ese día como si fuera ayer, ella estaba absolutamente preciosa, cuando chocó conmigo su olor embriagador me inundó, sabía que era ella aún cuando no la había visto. Cuando tomó distancia y la pude ver me quedé sin respiración. La miré de arriba a abajo por impulso y al detenerme en su rostro el deseo de besarla fue insoportable. Quise estrecharla entre mis brazos pero ella de pronto se disculpó y luego salió corriendo.
Yo me quedé sin reacción por algunos segundos, mirando como se perdió en la vuelta de la esquina del pasillo y aún cuando ya no la veía seguía mirando la nada. Cuando reaccioné sentí ganas de estampar mi cabeza contra la pared por sentir ese frenético deseo por mi pequeña sobrina. Allí decidí que tenía que irme lejos de nuevo, no merecía la confianza, el cariño y el respeto de mi hermano y mi cuñada.
No sé porqué motivo me perdí en los recuerdos mientras escuchaba su historia. Sacudí esos recuerdos y me concentré en la narración de Rayilunsel. Con cada cosa que decía crecía más mi asombro y mi alma se llenaba de incertidumbre, angustia, pesar y temor...
—Entonces dices que la loba que ví era Leyla y que desde aquel día siempre está en tu cabeza.
Afirmó solo con la cabeza. Sus inmensos ojos verdes me miraban con una mezcla de miedo y tristeza.
Irónico, el que debía de temer era yo.
—También dices que una voz te habló y que crees que fue la luna y además ella es tu verdadera madre.
Esa parte me sonaba increíble pero después de todo lo que había visto de algún modo también lo creí.
—Exacto.—afirmó sobrecogida.
—Se que parece una locura pero tú lo viste anoche, soy mitad lobo. Al parecer en las noches de luna llena no puedo controlar la transmisión. Incluso cuando me enojo me puedo transformar...
Me tensé por inercia, el recuerdo de su transformación no era agradable a la vista e imaginar que lo podía hacer aquí y ahora me tomó por sorpresa.
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Editado: 18.04.2021