NATASHA
– ¡Scarlett esto no me gusta! –grito mirándome al espejo.
Sufrí al ver mí reflejo en el espejo, la corta mini falda de cuero casi dejaba ver mis nalgas, mk blusa leopardada escotada dejaba ver el inicio de mi pecho, aunque no tengo mucho se siente incómodo. Plancho mí larga cabellera castaña ya que mí amiga, Scarlett decía que el pelo de espantapajaros no era atractivo.
– Lo se, Natt –Stella se acercó a ella–. Pero es la única forma de ganar dinero para tu hermanito.
– Vistiéndome así –dijo con desánimo–. ¿Pagarán por mí?
– Si, aún más pagarán por tu virginidad –toma mis hombros–. Nadie va a contratar a una chica tan joven, Natt.
– Y sin experiencia –suspiro–. De verdad parezco una de ellas.
– Mira hay carreras, ahí los hombres abundan –dice–. Y muchos tienen dinero.
Suspiro de nuevo, jamás había hecho esto pero era lo único que lo tenía para hacer, mí pequeño hermano Ciro de seis años tiene leucemia, me he hecho cargo de él desde que nuestro padre murió, mí madre nos abandono cuando tenía 13 años desde entonces papá cumplió su rol increiblemente hasta el último segundo.
Esa noche iba a "vender" su virginidad, eso que tanto protegió para no caer por un idiota y ahora. Salimos del apartamento de Scarlett y tomamos un taxi. Bajamos en las calles cerca del muelle de la ciudad, la música y las voces se hicieron escuchar.
– ¿Donde estamos? –pregunto confundida
– Donde inician las carreras –decía ella animada–. Aquí están los peces gordos... Con mucho dinero.
Al llegar al centro veo a muchas personas, entre ellas chicas vestidas con ropa muy corta, son chicas que están aquí también para esto. Los hombres las miraban con deseo y lujuria cosa que le incomodaba.
– Mira estos autos cuestas más que nuestra vida –dije asustada.
Mientras iba caminando junto a Scarlett, me quedó mirando un imponente Lamborghini Aventador negro mate, una belleza que costaba tanto como una casa.
– Ese es del pez más gordo de todos –señalo un palco en un edificio–. Los campeones están ahí arriba. Nos ven.
– ¿De quien es este auto? –pregunto incrédula.
– Es del campeón de estás carreras –suspira–. Daryl Victorino, pero no te ilusiones... No sale con mujeres como nosotras... Súper modelos y esas cosas. Chicas como... Ella.
Giro su vista hacia una preciosa rubia parecía el perfecto 90-60-90, tenía piel bronceada y ojos azules, una Diosa completa. Respiro profundo, nos quedamos unos minutos hasta que inicia una carrera.
– Escucha, Natt si alguien pregunta quién eres... –me mira–. ¿Que tienes que decir?.
– Me dicen Gata –digo repitiendo su consejo.
– Es mejor que no sepan tu nombre –me aconseja–. ¿Si?. Anda vamos a ver la carrera.
Entonces un hombre se nos acerca con un olor a alcohol impresionante, nos ofrece a ambas un "trio". ¿Que es eso?. Scarlett me mira y luego al tipo.
– Solo yo estoy disponible –le dice ella–. ¿Que te parezco? –gira sobre sus tacones.
– Mmhh... Eres hermosísima –dice baboso–. Hablemos en privado.
– De acuerdo –dice ella y se acerca a mí–. Te mucho cuidado y no te alejes demasiado... Solo con quién quieras. Recuerda.
Así se va como acompañante de ese hombre tan desagradable.
Cerca de la línea de salida veo muchas personas acercándose, lo hago yo también, allí un imponente Bugatti Chiron y el Lamborghini Aventador de hace rato se colocan para salir. Sus motores rugen y cuando una muchacha da la señal los autos salen despedidos. Por los plasmas sigo la carrera, el Aventador rápidamente gana la delantera, su conductor es bueno, muy bueno.
– Buenas noches –me dice una voz masculina.
Me giro lentamente hacia la voz que viene de detrás mío. Un hombre totalmente borracho y apestoso me mira de arriba abajo, me incomoda y mucho.
– ¿Está disponible esta noche? –me pregunta.
Lo miro nerviosa y asustada. Se que tengo que hacer esto pero no quiero que sea con este tipo.
– No, no estoy disponible –niego temblando–. Ya tengo acompañante. Permiso.
Me alejo lo más rápido que puedo. La multitud empieza a gritar de emoción. Los dos autos están cabeza a cabeza, pero haciendo una maniobra espléndida, el Aventador gana magistralmente.
La gente empieza a repartir dinero mientras otros se acercan a los autos, el conductor del Bugatti baja furioso, mientras que todos gritan por el ganador.
– ¡CAMPEÓN, CAMPEÓN! –gritan todos.
La puerta del Aventador se abre hacia arriba de el sale él conductor. Me olvido de un latido cuando lo veo. Un joven alto 1.90 o más, una perfecta piel blanca que contrasta con su cabello negro y sus ojos perfectamente azules. Va todos de negro, una camisa que se ciñe a su escultural cuerpo, un pantalón negro y zapatos negros.
Mientras les sonríe a todos los que festejan con él, su mirada llega hasta mí, solo por unos segundos... Un instante que hizo que mí corazón salte en mí pecho, jamás vi un hombre tan guapo como él. Bajo la mirada y decido ir caminando por ahí.
– ¡EY...! –escucho la voz de Scarlett–. Espérame.
– ¿Scarlett? –me giro hacia ella–. ¿Que paso? ¿Donde está tu cliente?
– ¡Micro...! –dice riendo–. Le devolví el dinero.
– ¿Micro?... Osea... ¿Micro? –pregunto confundida–. Bueno, hablamos de eso luego. Vamos a casa.
– ¿No vas a hacerlo? –me pregunta.
– No, no puedo –niego–. Encontraré algo pero no asi.
– ¡TIGRESA! –escuchamos a alguien.
Scarlett me toma del brazos y me susurra que no me de vuelta, que me quedé de espaldas al tipo, mis nervios crecen y crecen.