—No necesitas venir. Debes estar ocupada -le dice Leonardo a Karina mientras bajaban por el ascensor.
—No tengo nada más que hacer y quiero ver lo que hará Patrick. Es importante que leas ese diario de memorias -le respondió ella y en voz baja se dijo- Y allí debe estar la perra de Konogi.
Leonardo llega al salón de fiestas y ve a sus vecinos habituales allí. 《¿Otra vez?》piensa él desanimado.
—Mis entrenamientos se han vuelto un espectáculo para los demás -se queja Leonardo molesto.
—Y por eso te quería agradecer -comenta Maribel quien se había acercado a ellos sin darse cuenta.
—¿Agradecer por hacer el ridículo frente a ellos?
—No haces el ridículo -Maribel sonrió- es por reunirlos. Desde el tiempo que llevan aquí ninguno se reunía para hacer algo juntos, aunque yo tratara de hacerlo, casi todos rechazaban mis invitaciones.
Leonardo observaba y parecían un grupo normal de vecinos que conversaban entre ellos. Ya conocía a todos los que estaban presentes.
—Patrick era conocido como un hombre amargado. Gregory y Luzmila sólo se trataban entre ellos y no saludaban a nadie. Y en general ninguno se reunía a hacer algo. Desde que llegaste nos hemos conocido más -le dice Maribel muy feliz. Era lo que ella esperaba.
—Yo realmente no hice nada -responde Leonardo incómodo. Él ni los había invitado.
—Los demás tenían curiosidad de ti. Un brujo adulto que nunca ha despertado su magia y está entrenando para hacerlo.
—Y ya casi he muerto en varias ocasiones por ellos -dice él con seriedad.
—Te has vuelto muy conocido -comenta Karina.
—Patrick le ha pedido ayuda a los demás para tus entrenamientos. Nos hemos unidos más -la alegría de Maribel era contagiosa y Leonardo sonrió.
Boxer gruñe al pasar cerca de Leonardo. Éste se aleja del perro antes que lo llegue a morder.
—Creo que no le agrado -comenta él asustado. No olvidaba que trató de asesinarlo cuando se conocieron.
—No le agrada mucho la gente. Sufrió mucho en la calle y no se la lleva bien con los demás -responde Gregory acariciando a Boxer que recibió feliz su cariño.
—Descuida a todos nos trató así al principio hasta que se acostumbró a nosotros -contesta Román calmándolo.
—¿Ella quién es? Eres de mi raza -Edgar olfateando. Le mostró una sonrisa a Karina y ella lo ignoró.
—Es una amiga a la que le estoy alquilando una habitación -respondió Leonardo. No era mentira, sólo omitia ciertas cosas.
—Tú debes ser el licantropo ladrón -dice Karina.
—Esa no es la fama que esperaba -contesta Edgar irritado.
—Esa es la fama que te has ganado -le dice Adrián riendo.
—¿Al ángelito no le gusta mis pecados? -se burló Edgar.
—Al que no le deben gustar es a las personas que robas -responde éste indiferente.
—Los humanos comunes no deben tener objetos mágicos en su poder. De cierta manera estoy ayudando.
—Lo haces más por dinero que por ayudar -comenta Román que le encantaba molestar al licantropo.
—No como con agradecimientos sino con dinero -responde Edgar con honestidad. Sin dinero nadie podría vivir.
—¡Que empiece el entrenamiento o lo que sea! -dice en voz alta Naharis quien estaba sentada comiendo galletas junto a su esposo Asahi.
—¿Qué más vamos hacer? -pregunta Leonardo que le daba miedo conocer la respuesta. Malas experiencias tuvo con los anteriores entrenamientos.
—Haremos el ritual para poder identificar ese sello que posees -le responde Patrick.
—Pero ¿por qué están todos aquí para eso?
Parecía más una reunión social que un lugar de entrenamiento de magia.
—Maribel corrió la noticia y quisieron venir.
—Suerte con eso -Luzmila al pasar le da un golpe en el hombro más fuerte de lo que pensaba. Leonardo sintió el dolor recorrer su cuerpo.
—Gracias, Luzmila -responde Leonardo con lágrimas en los ojos.
—No llores, tampoco fue para tanto -dice Gregory.
—Para ustedes no, pero para mi cuerpo sí.
Patrick colocó a Leonardo en el centro de un gran pentagrama. Le hacía recordar esas películas de terror donde invocaban espíritus malignos.
—Esto está dando miedo -dice Leonardo con temor 《¿Ahora que hará Patrick?》
—No te dolerá si eso es lo que te asusta -contesta Patrick calmando sus miedos.
—¿De verdad? Eso es un alivio -esas palabras hizo que Leonardo respirara con normalidad.
—NO LLORES, BEBITA -grita Luzmila.
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Editado: 21.04.2022