Un edificio sobrenatural

Capítulo 35

  El silencio reinaba en el apartamento de Leonardo. Ninguno se había querido retirar hasta estar seguros de que estuviera fuera de peligro.

 

  Alex se encontraba en la habitación con Leonardo todavía inconsciente, realizando la segunda sección de la purificación.

 

—¿Te encuentras bien, Karina? -le pregunta Maribel viéndola tan perdida en sus pensamientos.

 

   Karina levantó la mirada.

 

—Estoy muy preocupada.

—Es normal preocuparse por el novio -le responde Román con comprensión.

—Pero no es normal que sea a causa de una maldición -contesta Karina con tristeza. Tenía miedo de perderlo.

 

 Azur se subió en las piernas de Karina para darle apoyo. Ella lo acarició con cariño.

 

—¿Son novios? -preguntó Edgar sorprendido.

—Estas atrasado con los chismes -le responde Román. 

—He tenido mucho trabajo.

—¿Mucho que robar?

—Por lo menos mi trabajo es interesante -replica Edgar molesto.

—¡Oigan!, creo que se están desviando del tema -les recrimina Patrick quien había estado en silencio por horas.

—Lo siento -dice Román.

—Confía en Alex, es un excelente hechicero sanador -le dice Maribel a Karina.

—Tienes razón.

—Está en la segunda fase de la purificación. Se tardará mínimo una hora. La próxima purificación será en 5 horas -comenta Patrick.

—Mejor nos retiramos y regresamos luego -dice Edgar levantándose del sillón.

—Debes descansar, Karina -le dice Maribel.

—Yo...

—Maribel tiene razón, debes dormir. Leonardo estará durmiendo por horas y sólo Alex puede hacer algo -afirma Patrick- Nosotros nos retiramos. Vamos Naim.

—Adiós a todos -se despide Naim moviendo sus dos colitas de un lado al otro.

 

  Todos se retiraron menos Karina, Maribel y Katia. Ellas se acercaron a la habitación para ver a Alex con las manos extendidas mientras unas luces de muchos colores bailaban alrededor de Leonardo. 

 

  Varias de esas luces entraban al cuerpo de Leonardo, salían negras y daban vuelta en el aire hasta que volvían a su color original, así sacaban las energías malignas de su cuerpo y la purificaban.

 

 El semblante de Leonardo se veía mejor. Estaba menos pálido y más relajado. Eso hizo que la presión de preocupación que tenía Karina en el pecho se aliviara un poco.

 

《Debo confiar en Alex, él lo salvará》 piensa ella con esperanza.

 

  Todos esos meses vivendo juntos los unió mucho. Lo conocía mejor que a muchas personas que conocía desde hace años y de alguna forma se metió en su corazón. Ese hombre desordenado que había que regañarlo para que hiciera todos los quehaceres 《Aunque ya ha aprendido por sí solo》

 

  Desde que entró a trabajar en el gremio no tuvo más parejas, aunque tuvo pretendientes de todo tipo. Ninguno le atraía y sólo pensaba en el trabajo. 

 

  Todos los ex de Karina habían sido licantropos como su familia quería, pero con el tiempo dejó de importarle eso. Sentía que algunos se acercaban a ella por el importante apellido Licano, pertenecer a esa familia era un orgullo entre los licantropos. Esa era una de las razones por la que terminaba sus relaciones, a sus novios les importaba más el prestigio del apellido Licano que a ella misma.

 

   Leonardo era el primer novio que no era de su raza y que no sentía ningún interés por el imponente apellido familiar. Además de eso era muy único, se expresaba sin apariencias y sacaba su lado tierno sin darse cuenta.

 

  Ella se sentía realmente enamorada por primera vez. Sin importarle la raza ni las apariencias. Por eso Karina estaba dispuesta a enfrentarse a su abuelo Juan Andrés Licano, aunque él no estuviera de acuerdo con su relación, ella no se dejaría vencer.

 

 


***

 

—La maldición ya debió hacer efecto, pero algo está interfiriendo -dice Armando enfurecido destrozando la Copa de vino en sus manos. 

 

  El vino corría por sus manos ligándose con su sangre. La ira no le permitía concentrarse en el dolor.

 

 Javier preocupado se acercó con vendas y remedios para curarlo.

 

—¿Algo? -pregunta Gladys observándolo.

—Más bien alguien y para enfrentar una maldición de ese nivel debe ser alguien poderoso -Armando estaba rojo de la furia. Odiaba cuando las cosas no salían como él quería.




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