Chanyeol
Miré a mi hermano pequeño. Él tenía veintidos años y estaba aburrido de pie junto a mí, con las manos metidas casualmente en los bolsillos de sus vaqueros.
—Realmente no tenias que acompañarme, Tater Tot (5). —No pude resistir decirlo.
Jaehyun puso los ojos en blanco por mi provocación pueril.
—Estoy aquí como un favor a mamá. Le dije que me gustaría comprobar a este chico, ya sabes, asegurarme que no es un psicópata, antes de llevarlo a nuestra casa.
Lo miré, consiguiendo poco más que una risa como respuesta.
—Hace diez años desde que entraste en la edad adulta y ella todavía te trata como a un adolescente irresponsable.
Él estaba disfrutando de esto. No servía para nada discutir con él.
Cada soldado sabía cuándo retroceder.
—Sé feliz de que sólo haya una como ella —continuó.
Gruñí, pero de nuevo, no dije nada.
Crucé los brazos sobre mi pecho, luchando contra el impulso de caminar. La presencia de Jaehyun sólo se añadía a mis nervios. Esta reunión fue planeada durante meses. Envié un email a Baekkie en cada oportunidad que tuve cuando estaba en el exterior. Una vez, anduve durante dos horas para ir a otro campamento para acceder a Internet. Él era una adicción. Había algo en su tono, algo en la forma en que él me escribía, que me decía que era seductoro y reconfortante, lo mejor y lo peor de mi tiempo fuera.
Él, sus emails, me mantuvieron absorto. He luchado para mantenerme con vida, leer otro mail y responderle. Había algo en ese hombre que me atrajo y me obsesionó como a un idiota acerca de lo que le había escrito, sobre todo cuando él no respondía rápidamente. Ningun otro hombre tenía ese efecto en mí. Sólo él.
Miré el reloj de nuevo. Su vuelo había aterrizado hace 14 minutos.
Jaehyun se echó a reír.
—Maldita sea, hermano, ¿es tan en serio? —él levantó las manos en señal de rendición, cuando le gruñí como un animal enjaulado listo para saltar.
Cada segundo que pasaba con él deseaba haber volado para verlo a su casa. Había algo en mí que quería que conociera a mi familia, sin embargo. Yo nunca había sido tan serio acerca de un hombre, especialmente uno al que no había conocido.
Pero había visto su foto. Cuando entré en otro campamento, descubrí que tenía una impresora y la imprimí. Tuve que lidiar con eso todos los días. Él pensó que se veía desarreglado, pero yo sólo veía su belleza: curvas despreocupadas, labios sensuales y un cabello que cualquier hombre estaría feliz de seguir con sus dedos.
Estudié el horizonte, esperando ansiosamente que entrara un nuevo enjambre de pasajeros para reclamar su equipaje. Para el momento en que la multitud apareció, yo era el más alto, extendiéndome para tener una vista de él.
Jaehyun hizo lo mismo de forma automática, buscándolo. La acción me enfureció. Él no sabía cómo era.
Entonces lo vi. Y nada más importó.
Tragué saliva. Mi corazón cogió su ritmo, latiendo más rápido y más fuerte que en el campo de batalla. Él estaba un infierno mucho mejor que en la foto.
—Huh. No creí que irías por un gran…
Le di un codazo a Jaehyun. Juré que lo mataría, antes de que el día terminara.
—¡Jódete, hombre! Iba a decir que él es muy bonito para ser un chico grande.
Le di una mirada cortante. La ira hervía en mis venas, quemaba a través de mí. Hablé con los dientes apretados.
—Diste a entender un infierno de cosas antes que eso.
Sus gemidos de dolor se convirtieron en chorros de risa.
—Oh, él te tiene de las pelotas, hombre.
Respiré profunda y silenciosamente orando por paciencia, la paciencia para no nalguear a mi propio hermano, y paciencia para no arrastrar a Baekkie y sus dulces curvas a una esquina oscura y tener mi camino con él inmediatamente. ¡Joder! La presión en mi entrepierna estaba convirtiéndose rápidamente en incómoda.
Me aclaré la garganta y ajusté los vaqueros antes de entrar en su línea de visión.
Él inclinó la cabeza, su cabello besando la hinchazón inferior de su pecho cuando lo hizo. Él me señaló con el dedo, levantando una ceja inquisitivamente en mi dirección. Había algo muy inocente y sexy en el movimiento, pero por otra parte, el propio hombre parecía inocente y sexy.
Absorbí su vista, su pedicura color rosa neón, sus ojos marrones suaves y todas sus curvas redondeadas peligrosamente en el medio. Era más de lo que imaginé y no de una manera abrumadora.
Mi carne se estremecía y el deseo de tocarlo, abrazarlo y sentirlo me arrasó, forzándome a cerrar la distancia entre nosotros. Estaba de pie ante él en tres pasos cortos, mirándolo directamente a él, directamente en sus profundidades marrones.
Él se sonrojó, mordiendo una sonrisa nerviosa mientras me miraba.
—Eres un poco más sexy de lo que pensé que serías. —Sus ojos brillaban, resplandeciendo con el sol que se reflejaba a través de las ventanas.
Editado: 28.05.2022