Baekhyun
Fui absorbido por él. Era alto, moreno y un sueño. Estaba muy lejos de lo que yo había imaginado.
Cuando no me envió una foto suya, me lo imagine como el pequeño, debilucho y flaco de la manada, alguien con una carrera militar, pero no un cuerpo militar.
Maldita sea, estaba equivocado.
Era por lo menos diez centímetros más alto que yo, con la cabeza rapada y la más caliente sombra de barba que he visto en un hombre. Su camisa rozaba sus músculos, insinuando la mayor parte de él, los músculos de sus brazos más allá de sus mangas me hicieron mojar. Quería rasgar su ropa y atraerlo hasta mí para frotarme contra él.
Tarta dulce de cereza, de hecho, yo hornearía para él cualquier día.
Y la química por la que yo estaba tan preocupado no sólo estaba presente, sino amplificada. De alguna manera, anexar este hombre a las palabras de sus emails sólo me hizo quererlo más, intensificó mi deseo por él. Este joven granjero convertido en soldado tenía cerebro, ingenio y sobreabundancia de sex appeal.
Mi piel ardía donde la había rozado. Me sentí suspendido en el aire, congelado en el lugar delante de él en toda su gloria.
Después de lo que pareció un largo tiempo, por fin estaba aquí. Después de lo que pareció mucho tiempo, por fin llegué a casa. Después de tanto tiempo, estábamos juntos, y no podía ser un momento más perfecto en el tiempo.
Me asusté cuando una campana sonó por toda la habitación, rompiendo el momento. Mi equipaje estaba a punto de ser desalojado en la cinta transportadora, pero no me moví.
—¡Hola! —su voz era profunda, masculina y suficientemente seductora para que mis dedos se arquearan.
—Hola —aparté la mirada, sintiendo mi cara sonrojarse aún más cuando sin aliento volví a saludarlo.
Él torció un dedo bajo mi barbilla y me levantó mi cara hacia él de nuevo.
—Eres mucho más guapo en persona. —Esta vez, oí su sexy acento del sur, la que siempre imagine que tendría un vaquero.
Luché contra una sonrisa, pero perdí.
—Eres mucho más lindo que en mi imaginación. —Me reí, rindiéndome—. No necesitas saber lo que estaba imaginando para ti.
Él se rió, su rostro se iluminó y sus ojos brillaron.
—Ahora tengo que saber.
—Nah. Un chico tiene que tener por lo menos un secreto para llevar a su tumba. —Bromeé. Él se inclinó, entrelazando sus dedos por mi pelo, juntándolo. Sus palmas acunaban suavemente mi cabeza, haciéndome sentir adorado. Su aliento en mi oído envió escalofríos por mi espina dorsal.
—No, si puedo evitarlo. —Apretó sus labios contra mi cuello con ternura, provocando un escalofrío en mí—. Quiero saber todos tus secretos, Baekkie.
Mi respiración se detuvo. El calor invadió mi cuerpo, reuniéndose debajo de mi estómago.
No vi a la multitud. No escuché a la multitud. Los otros eran insignificantes en comparación. Apenas los sentí. Apenas sabía que estaban allí... hasta que el hombre que estaba junto a él le dio una palmada en el brazo.
—Consigue una habitación, hermano.
Chanyeol se enderezó, su sonrisa desapareciendo detrás de un ceño fruncido cuando se giró. Cualquier hombre o mujer en su sano juicio retrocedería ante su mirada. Cuando me imaginaba a un soldado duro, esto era lo que pasaba por mi mente: labios burlones, nariz arrugada, ojos penetrantes, ceño oscuro y fruncido peligrosamente. Él era un guerrero feroz al que no podrías sobrevivir.
Me sentí intimidado, pero el chico no.
—Deberías dejar de estar caliente antes de que lleguemos a lo de mamá.
Fruncí el ceño. ¿Mamá?
Chanyeol dejó escapar un profundo suspiro.
—Baekkie, este tonto imprudente es mi hermano, Jaehyun. Es como una maldita sanguijuela de la que no consigo librarme.
Jaehyun me dio una sonrisa encantadora, sólo para molestar a Chanyeol, o eso parecía.
—Hey —estiró la mano en mi dirección.
Moví la bolsa de grandes dimensiones y apreté mi mano en torno a la de él.
—Encantado de conocerte.
Él me miró de arriba abajo.
—El placer es todo mío —parpadeó.
Chanyeol hervía, sacudiendo la mano de Jaehyun de mi mano dijo:
—Ve a esperar en el coche.
No había posibilidad de discusión en su tono. Lo dijo como una orden dada por un sargento bien entrenado.
—Por supuesto que no. No voy a sentarme afuera con este calor. — Jaehyun se burló.
Se veía tan diferente de Chanyeol. Era unos cuatro centímetros más bajo, con el pelo rubio oscuro que le besaba la frente, sus ojos marrones tenían un brillo malvado en ellos y su complexión era atlética, pero no tan poderosa como Chan. Mientras Jaehyun parecía arrogante, se notaba que estaba compensando sus inseguridades, las que no quería que nadie supiera que existían, mientras que Chanyeol era confianza sólida, garantía de tranquilidad que no necesitaba ningún apoyo. Ellos eran opuestos en muchos sentidos, sin similitudes, hasta que Jaehyun frunció el ceño.
Editado: 28.05.2022