♫Capítulo 28♫

Los días pasaron y ya estábamos en Londres de nuevo, ya era hora de despedirme del departamento que Alexis nos dio y eso me ponía un poco mal porque me acostumbré a ver a Alexis todo el tiempo. 

En cuanto Ana y yo volvimos del viaje, metimos los papeles para las escrituras de la casa y nos esperamos unos días para que los tuvieran y nos dieran la llave.

La casa ya estaba lista, solo faltaban algunos muebles en algunas partes de la casa, así que estuvimos yendo a la tienda y compramos algunos. 

La disquera Division of Universal Music GmbH me contactó poco después de regresar a Londres y me dieron la fecha para ir a verlos, ahí hablaríamos de mi futuro y de mi próximo disco, ya que ellos se encargarían de eso.

—Quiero agradecerte por habernos dado un departamento para vivir un tiempo, Alexis, ya mañana nos vamos a nuestra nueva casa y ahora si comenzaremos la parte dos de nuestra nueva vida —dije.

—¿No es tercera parte? —preguntó frunciendo el ceño. 

—Es cierto, tercera parte. 

Reímos. 

—Sabes que siempre voy a apoyarte, me dio mucho gusto tenerte aquí y verte todos los días —dijo.

—Igual a mí, en verdad fue la mejor etapa de mi vida en Londres —sonreí. 

—Al menos en la siguiente podrás estar mejor, ya que tendrás tu propia casa y por fin tu perrito tendrá un espacio para correr libremente. 

—Ya sé, el patio es increíble para él —dije. 

—Emma, sigo pensando que ya le pongas un nombre, ya te tardaste meses —rio. 

—Te prometo que ya lo estoy viendo, solo que no he tenido tiempo de ponerle un nombre —dije. 

—Ponle Alexis —dijo. 

Solté una carcajada. 

—Oye, no es broma —se hizo el indignado.

—Ya, Alexis —reí. 

—¿Ya compraste los demás muebles? —preguntó. 

—No, de hecho le pediré ayuda en eso al chico misterioso que ya pronto te presentaré —sonreí. 

—Por fin decides hacer algo bueno —rio. 

Reí. 

—Además tú vas a ir con mi hermano a ese concierto de electrónica, cuídalo demasiado porque si no te voy a jalar los pies en la noche —amenacé y luego reí. 

—Qué salvaje eres —rio. 

Reí. 

—Por cierto, te tengo una sorpresa, vas a conocer algo que cuando llegué a Londres me encantó —sonrió.

—¿Vas a dejar a tu amiga de esta manera? —me hice la indignada. 

—Sí —rio. 

—Vete al diablo —dije y luego reí. 

Me metí al departamento y mi perrito se acercó a mí, así que lo acaricié y jugué un rato con él.

Mi celular comenzó a sonar y respondí inmediatamente al ver que era Leondre. 

—Hola, Leondre —saludé. 

—Hola, Emma —saludó. 

—Oye, quería pedirte que me ayudaras. 

—¿En qué? —preguntó.

—Es que mañana nos entregan la casa y quería ver si querías acompañarme a comprar el resto de muebles que faltan —dije. 

—Claro que sí, Emma —dijo. 

—Primero quiero invitarte a comer en el departamento, quiero preparar lo que traje de México —dije. 

—Dime qué harás, sabes que el chile y yo no nos llevamos muy bien. 

Reí. 

—Enchiladas —sonreí. 

—Te dije que el chile y yo no nos llevamos bien —reclamó. 

—Cálmate, no le pondré chile, así se llama porque realmente tienen que ir así pero por ti no le pondré, no quiero que te mueras antes de ser... 

Me quedé callada porque estaba por decir «novios», pero rápidamente corregí. 

—De ser mejores amigos —dije rápidamente. 

Rio. 

—Está bien, me pasaré por tu departamento en un rato, ahora estoy un poco ocupado pero no tardaré.

—Sí, nos vemos. 

Nos despedimos y luego colgamos. 

—¿Vendrá Leo? —preguntó mi mamá. 

—¿No te has ido? —volteé para verla. 

Rio. 

—No —dijo. 

—Sí, lo invité a comer y luego me acompañará a comprar muebles para la casa, espero que mañana nos lo traigan —dije.

—Está bien, seguiré cambiándome, iré a trabajar ya —dijo.

—Sí, mamá.

—Por cierto, Carlos va a salir, nada de que entre a la casa y no haya nadie, ya te dije —dijo.

—¡Mamá! —exclamé.

—¿Mamá qué? Hazme caso —dijo.

Reí.

Me daba mucha emoción conocer la disquera donde pertenecería, ya tenía las ganas de grabar una canción y cumplir un nuevo sueño. Deseaba con todo mi corazón que mi papá estuviera orgulloso de eso.