Conciencia

Poderosa es la mente, esa que parece tener vida propia;

Aquella que te susurra miles de cosas que logran atormentarte.

La llamamos conciencia, pero no siempre aconseja cosas buenas.

Es como esa metáfora del ángel y el diablito, pero en un alma dañada,

solo queda la oscuridad desdeñosa que te devora lentamente.

En los momentos más lúgubres, la soledad te abraza;

Y los pensamientos llegan como torrentes incesantes a tu cabeza.

Quieres decir basta, pero el fondo negro te arrastra hasta lo más hondo;

Y el silencio es aterrador, porque presagia la tempestad que te asecha.

Tu alma se ahoga por la opresora oscuridad que te rodea.

Nadie te mira, nadie te escucha.

Tu ser gime por ayuda, pero nadie viene a buscarte.

Y es que eres un caparazón andante,

Porque puedes estar rodeado por una multitud,

Pero realmente estás solo, como en un desierto.

Nadie te entiende y por ende te señalan sin reparos.

Sin tener el cuidado de ponerse en tus zapatos.

El torbellino se forma en tu cabeza, juzgándote,

recordándote todo lo malo que has hecho.

Te hace remembrar cada señalamiento,

Cada mala decisión y tropiezo.

Diciéndote que no vales nada.

Te abrazas a ti mismo buscando auto reconfortarte,

Pero no es tan sencillo. Tu ser cruje por todos los golpes recibidos.

Y son aquellas palabras, tal cual navajas, las que más duelen.

Pero aún esperas una mano amiga, que te salve.

La conciencia te sigue susurrando y te da la rápida alternativa.

Esa que te envuelve en sus gélidas alas y te arrastra definitivamente

A la oscuridad perpetua, para no volver más.

Se vuelve atractivo, pero aun la esperanza no muere del todo.

Es muy pequeña, pero germina con poco y te alienta a seguir.

Y aunque es duro, de un golpazo te das cuenta,

Que la salida del profundo pozo siempre ha estado en tus manos.