Un extraño en mi alcoba

Capítulo 7

(Tarik)

Los gemelos se deshacían a carcajadas, para colmo de males, ahora su hermano Alexor se les había unido también.

—¿Qué pasó, Casanova? Creí que tu técnica era infalible —se burló Gregor.

—Hubieras visto tu cara cuando Melina te dejó plantado a media pista de baile, parecía que te habían dado un mazazo en la cabeza —rió Connor.

Gruñí por lo bajo, esa chica se había deslizado de mis manos de forma inesperada. No entendía qué había ocurrido, según yo, todo estaba saliendo a la perfección, ella se sentía escandalizada, pero al mismo tiempo intrigada y con ganas de saber qué tan lejos era capaz de llegar… su rechazo no tenía sentido. Las señales eran claras, sus labios separados, sus pupilas dilatas, su cuerpo ligeramente inclinado hacia mí… me deseaba y, sin embargo, se me había resistido. Eso no era algo que pasara frecuentemente y debía admitir que no me encantaba la experiencia.

—No te sientas mal. Me temo que estos dos te jugaron una mala broma. Eligieron a alguien a quien no podías tener —me informó Alexor con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Es casada? —pregunté alarmado. Lo último que necesitaba era que se me apareciera un marido celoso a montar una escena, odiaría tener que patearle el trasero a alguien en tan alegre ocasión.

—Melina es soltera, en eso no hicimos trampa —se defendió Gregor.

—Es solo que es una conquista difícil. Veras, nuestro hermanito aquí decidió tener una sesión de besos con la joven Melina y eso la marcó para siempre, haciéndola alérgica a cualquier caballero desde entonces —me explicó Connor señalando a su hermano mayor.

Alexor puso los ojos en blanco, desechando la acusación.

—No llamaría a eso sesión, nos besamos una vez y fuimos rápidamente descubiertos por unos guardias y su hermano, quien no se lo tomó nada bien —me compartió haciendo una mueca que me daba a entender que la reacción del hermano había sido desagradable.

—Para ser justos, Carlo no se toma casi nada bien. Es un tipo algo especial —opinó Connor, a lo que Alexor asintió antes de retomar la palabra.

—Estoy seguro que la única razón por la que no me partió la cara fue porque soy el príncipe heredero, de otra forma lo habría hecho… bueno, al menos lo habría intentado —dijo con cierto orgullo—. El punto es que, no sé si a causa del hermano, o si por reprimenda de sus padres, pero desde entonces Melina se ha empeñado en guardar su distancia de los hombres. Normalmente se muestra bastante fría con los pretendientes que se acercan a ella. Así que en realidad te enviaron a una misión suicida, no había probabilidades de que Melina se dejara seducir por tus encantos.

La revelación de Alexor puso a volar mi mente. Ahora no solo me sentía atraído a Melina por lo hermosa y sensual que era, sino que además se había convertido en lo que más me gustaba en este mundo: un desafío. Amaba los retos sobre todas las demás cosas, no había sensación que se le equiparara a lograr algo que parecía imposible. Esto sí que se había vuelto interesante. Ahora no descansaría hasta seducir a Melina, así me tomara toda mi estancia en Encenard, ella sería mía.

—Ya veo que les gusta jugar sucio —expresé con una ceja enarcada, mientras que mi mente trazaba el plan de conquista.

—Lo siento, viejo. Aun así, creo que Connor se beneficiaría de tus lecciones, así que, ¿qué te parece si elegimos a alguien más para que le enseñes? Es más, si quieres elígela tú esta vez para que no creas que hacemos trampa —ofreció Gregor.

Di una palmada en su hombro de forma amistosa.

—Ya será en otra ocasión, en este momento tengo otros planes —dije antes de alejarme de los hermanos Autumnbow.

Melina se encontraba cerca de la mesa de bocadillos, charlando con la chica con la que la había encontrado la primera vez. Como un tigre determinado a atrapar a su presa, me acerqué a ellas. Ahora ya sabía que estaba tratando con un objetivo difícil y me comportaría a la altura. Era hora de sacar mis mejores armas de seducción. Esta chica no iba a saber ni qué le pegó.

—¿Te puedo ayudar en algo?

Mi camino fue bloqueado por un tipo delgado de considerable estatura y cara de pocos amigos. Debíamos ser de la edad, aunque mi espalda era casi del doble que la suya y ya no se diga la musculatura de los brazos. Me sorprendió la actitud de gallo de pelea que mostraba, tomando en cuenta que, de quererlo, lo podría sentar de un golpe.

—Me puedes ayudar quitándote, amigo —contesté destilando tranquilidad pues, aunque este sujeto parecía molesto por algo, yo no tenía motivos para perder el buen humor.

—No soy tu amigo y no pienso moverme, en especial porque parece que vuelves a dirigirte hacia donde mi hermana y no voy a permitirlo —declaró de forma un tanto agresiva.

Eché la cabeza para atrás, así que este era el hermano del que hablaban los Autumnbow. Tenía cierto aire de neurosis en la mirada, como si cualquier pequeñez lo pudiera sacar de quicio, pero en general no parecía un tipo de cuidado, vencerlo sería tan fácil como estornudar si llegábamos a eso. Sopesé la posibilidad de que Melina le hubiera comentado de mis avances inapropiados, pero, aunque él parecía molesto por algún motivo, dudaba que supiera lo que le había dicho, de otro modo, se me hubiera ido a los golpes sin más. No, Melina no le había contado ni pío, este sujeto estaba actuando a ciegas. 



#452 en Otros
#81 en Novela histórica
#240 en Fantasía

En el texto hay: humor, romance, matrimonio obligado

Editado: 04.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.