En la mañana me di una ducha, tome desayuno y me fui al trabajo, trabajaba de mesera en una cafetería cerca del centro, siempre tenía mucha concurrencia y siempre me dejaban muy buena propina. Me acerco a una mesa con dos chicos que se ven como de mi edad.
- Buenos días, ¿Que van a pedir?- pregunto amablemente con una sonrisa.
- ¿Que recomiendas?- me pregunta un chico rubio-, es mi primera vez aquí.
- ¿En la cafetería o en Londres?
- Ambas- responde la chica, por el parecido supongo que son hermanos- por primera vez en Londres.
- En ese caso tienen que tomar el te cultivado que hacen aquí, sino, el chocolate caliente, para acompañar siempre las medialunas son la mejor opción, y si no, hay variedad de pasteles.
- Eres toda una asesora- me sonríe la chica-, quiero todo lo que nombraste.
Me dirijo a la cocina para poner en marcha su orden, atiendo un par de mesas y cuando me piden la cuenta vuelven a hablarme.
- Estuvo todo maravilloso- dice el chico, al tiempo que lee la placa con mi nombre- Amber, soy Ethan, por cierto.
- Y yo Alía, juro que volveré por otro chocolate caliente.
- ¿Están de vacaciones?
- Nueva vida, de hecho- me corrige Ethan- empezaremos la universidad el próximo mes y nos mudamos, obviamente mi melliza no podía vivir sin mi y me siguó.
- Necesitas a alguien que te cuide- Alía rueda los ojos-, me agradas Amber, ¿Te gustaría darnos un tour por Londres algún día?
- Claro que sí- respondo emocionada, la verdad es que el numero de amigos que tengo es muy reducido, y necesito cambiar eso.
Intercambiamos números de teléfono y se van alegres de la cafetería. El dia pasó bastante rapido y para cuando dieron las seis me fui al apartamento a seguir estudiando lo que el día anterior me quedó pendiente.
mi celular vibra en mi bolsillo y lo saco rápidamente, pensando que podría ser alguno de los chicos que conocí esta mañana.
- ¿bueno?- escucho de fondo mucho ajetreo.- Hola querida- me contesta una voz coqueta, es Sophia, mi mejor amiga desde la primaria.
- Soph, dios, cuanto tiempo, ¿como está Canada?- pregunto emocionada, Sophia se fue de vacaciones con sus padres hace un mes y no hemos hablado desde entonces debido a que perdió su celular la primera semana.
- Amber, no sabes lo mucho que te extraño, acabo de comprar un chip para poder llamarte y avisarte que- hace un silencio, que ella denomina como "pausa de suspenso"- mañana vuelo de vuelta a Londres.
- Por fin- digo emocionada- me haces mucha falta, tienes que venir si o sí apenas llegues.
- Creo que estaré llegando al mediodía de mañana, dime que vas a cocinar algo rico- pide.
- Claro que si, pediré permiso en el trabajo para estar aquí cuando llegues.
Sophia y yo hablamos de todo lo que nos ha pasado este tiempo alejadas, nos ponemos al día y planeamos lo que haremos lo que resta de vacaciones antes de entrar a la universidas. Cuando cuelga el teléfono, me pongo a bailar de felicidad, la verdad es que me he sentido sola este último tiempo, y es que, como ya dije, mis amigos pueden ser contados con los dedos de las manos... De una mano.
Me dispongo a tomar mis libros, me pasé horas hablando con Sophia y se hizo tarde. No alcanzo a terminar de acomodarme cuando alguien toca la puerta, así que me levanto de un salto, algo molesta de no poder encontrar mi concentración.
- Jacob- lo veo, su rostro está enrojecido, sus ojos inyectados en sangre y huele horrible.
- ¿Cómo estás, bonita?- dice en el tono más borracho que he escuchado jamás.
Miro hacia atrás, a la pila de libros que tengo por leer y sé que me arrepentiré de lo que haré, pero también sé que me arrepentiré si no lo hago, así que tiro de su brazo para que entre a mi apartamento y lo siento en mi sillón, el me observa detenidamente, como si jamás hubiese visto a una persona sobria cuidando de un borracho.
- ¿Que bebiste?- le pregunto tratando de decifrar la mezcla de olores.
- Un poco de vodka, una o tres cervezas y wisky... creo- suelta una risa juguetona, como si se sintiese orgulloso de su hazaña- ¿te puedo preguntar algo?- su semblante cambió completamente.
- Claro Jacob, puedes preguntarme lo que quieras.
- ¿Para qué necesitas tantos libros?
- Quiero estudiar psicología, y para eso necesito una beca, y para obtener la beca debo estudiar mucho- le explico detenidamente, observando cómo con cadapalabra que digo hace un esfuerzo inhumano para entender debido a su estado.
- ¿Es verdad que los psicologos leen la mente?
No puedo evitar soltar una risotada en su cara, y el sin entender si me río de con él o de él, se ríe conmigo.
- Debo suponer que eso es un no, otra pregunta, ¿Por qué vives sola?
- Me gusta mi independencia, ¿Tú por qué vives solo?
- Mis padres me enviaron para no tener que lidiar conmigo.
No sé hasta qué punto es verdad lo que me dice o qué tanto es la borrachera hablando por él, pero de cualquier manera no me deja pensarlo demasiado.
- ¿Tienes algo para beber?- me pregunta con una sonrisa.
- No, y aunque tuviese, ya bebistelo suficiente por hoy, Jacob.