Un Gusano En La Oreja

Cont. Cap 2

-¡Hola! (Se hace un silencio rotundo del otro lado de la línea). La mujer insiste: si no habla no moleste por favor!, es cuando Hilda se siente desafiada y se oye un suspiro profundo y responde: 

¡Buenas tardes señora, necesito hablar con Ricardo. ---No está,  ya debe estar por llegar, pero si quieres dejar algo dicho... tomo nota, o solo le  aviso que llamaste.

-Gracias señora, (el corazon de la muchacha latía como un par de corceles desbocados en la pradera y atinó a decir con voz suave y temblorosa: Después llamo por las dudas que ya haya regresado, la mente se deshilachaba como un trapo añejo, en millones de pensamientos viejos y oscuros pues sabia que nunca perdona las caídas lujuriosas de su pareja, aunque parezca fingir muy bien. En la cocina la esperaban los trastos sucios de dos semanas, un terrible olor nauseabundo parecía tener vida propia en el departamento, apesta a suciedad y encierro en el dormitorio y el comedor.

Posiblemente estos brotes de vagabundez los adquirió desde hace mucho tiempo a causa de los altibajos emocionales, da la sensación de que está turbada y depresiva y por eso no le interesa el desorden y la mugre, una mosca vuela de un lado a otro aunque le es extraño que un insecto llegue volando al octavo piso como un gorrión y se posa la descarada mosca en los platos con restos de comida de distintos colores.

Del otro lado de la línea la mujer harta del silencio corta la llamada, entonces Hilda camina estirándose bostezando muy perezosa a la cocina con intención de lavar los platos  pero entra en cólera al ver un tremendo moscardon succionando los trastos y grita sacada de su pachorra:

-¡Mosca del demonio...maldita!...¡Que asco!...¡Te mato verás!.

La persigue con un insecticida fumigando desde las cortinas hasta la mesa, luego los floreros, el reloj de pared y por todos los muebles del comedor; dado que la mosca se posa en el techo se enfurece aún más, maldice a la creación porque supone que el insecto se burla de ella y pulveriza sin piedad el espacio con dos matamoscas, uno en cada mano para culminar con un desodorante de ambiente Que por poco se intoxica y la mosca como burlándose emite un extraño ruido con sus alas y se pierde por la ventana.




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