Me soltó rápidamente sin verme a los ojos, caminó sin esperar mi reacción después de semejante momento. Ese hombre es un misterio andante y yo una tonta. No digo nada, y camino detrás de él. El silencio se vuelve extraño mientras lo veo, su porte, la forma en que su cuerpo se mueve, visualmente es un encanto para cualquier par de ojos. Y creo que las mujeres de mi alrededor piensan lo mismo. Son unas pocas que están igual que nosotros, trabajando. Porque a eso venimos a trabajar y ser profesionales. Acomodo mi ropa para dejar de pensar, pero no puedo.
El abrazo fue tan cálido que aún puedo sentirlo, estoy perdiendo totalmente contra él. Debo aclarar mi mente de una manera u otra. Se gira hacia mí cuando llegamos a donde podemos ver el mapa, me dedico a trabajar señalando puntualmente lo que vamos a necesitar, que se ocupa en cada lugar, donde debe ir el templete que se solicitó, los espacios que deben estar despejados. Todo lo hago automáticamente, me encanta mi trabajo. Adoro ese sentimiento de poder, admito que hasta la fecha me hinco todas las mañana y rezo porque todo salga bien. Pero ante todos muestro mi mejor cara y porte. El jefecito adorado por eso me dio este puesto, había entrado como recepcionista, pero un día vi la oportunidad, la de logística había enfermado y era un caos una pequeña presentación, como yo soy muy metiche siempre andaba averiguando los nuevos proyectos para estar ahí y ver todo lo que se hacía antes y durante. Me costaron muchos regaños, pero valieron la pena. Ese día tomé las riendas del evento como si fuera mío y desde entonces son míos, aunque no deseaba este en lo personal y menos hoy que hace un calor extraño y mis piernas sudan como en pleno verano en Mexicali BC. Dios ahí si hace un calor de los mil demonios, puedes freír un huevo en las calles. Pase la mayoría de mis veranos y navidades de visita con mis abuelos, juro que en verano sientes como te persiguen con un soplete y el aire quema, ¡quema!
Mi temperatura corporal se eleva cada vez que estoy en mis días, mi novio me mira incrédulo cuando prendo el aire acondicionado y ando solo en ropa interior. Él titiritea de frío. Pero es mi cuerpo que arde como las llamas del infierno. Por eso debo de sentirme así hoy, no tiene nada que ver que el hombre maravilloso que me ve directamente con mucha atención mientras explico lo que debemos hacer.
No claro que no se debe a eso, termino de explicar todo y me dirijo hacia él directamente.
—¿Cómo ve todo jefe?
—Fascinante.
—En serio cree que ira bien entonces —contesto animada.
—Solo una cosa, aquí en el mapa…
Se pone de pie y señalan el mapa, me acerco porque oh sorpresa, miopía al ataque, no quiero aceptar que debo usar lentes, a ciertas luces veo un poco borroso, así que me acerco inclinándome sobre lo que él señala. Un cuadro tan pequeñito que debo inclinarme más. Malditas letras de chiste, que carajos es eso una (jota).
—No alcanzo a leer —. Admito avergonzada un poco, muy leve, mi orgullo se golpea un poco.
—Dice que aceptaras ir a cenar conmigo hoy…
Me tomo de la mesa con ambas manos al escucharlo, me está invitando a salir, sabe que tengo novio y, aun así, me está invitando a salir. Que debo contestar, obviamente que no, pero ¿es lo que quiero decir? Maldita lucidez mía.
Me pongo de pie aún con una sonrisa tímida en mis labios, él me mira fijamente esperando una respuesta. Ay angelito de mi guarda, fue mentira, vuelve y sálvame.
—Jefe yo…
—Alexter
—Es mi jefe y creo que es algo que no debemos olvidar —. Agradezco que estemos solos, pero a la vez me da miedo —Yo no puedo salir con mi jefe, se vería mal, primero porque tengo novio, segundo porque es mi jefe y creo que no debo de enlistar los demás puntos.
Su mirada cambia visiblemente, está algo molesto y mira sus manos en silencio, ¿qué estará pensando? No dice nada y sale del lugar. Mi corazón bombea extraño, salgo detrás de él segundos después que mi mente se despabila, ¡y si me corre!. No puedo pensar que sea la clase de hombres que acosan a sus trabajadoras. Pero ¿y si lo es? Ay Majo que tino tienes.
El lugar parece estar vacío cuando salgo, intento encontrarlo mirando por encima, pero no logro verlo por ningún lado, ¿se habrá ido?, escucho unas voces familiares cerca y decido ir hacia allá. De mi jefe ni sus luces, pero de los empleados de la empresa, ahí están caminando de un lado a otro payaseando.
—Majo ya terminaron tú y el jefe, necesito que me digas donde poner esto —. Habla Jorge sobre el trabajo, pero en su voz hay malicia, los demás compañeros se ríen un poco, pero mi mirada es dura y se despabilan como palomas asustadizas.
De Alexter ni sus luces así que me pongo a trabajar diciéndole a Jorge donde deben colocar cada cosa, el tráiler con todo está por llegar, miro con curiosidad el parque y veo unas estructuras que estás acomodando apenas, la altura es de terror. No me gusta subirme a esa clase de juegos, mi estómago y yo, somos felices con los pies sobre la tierra. Pasa una hora y todos están enrolados en su trabajo, me muevo de un lado a otro dirigiendo el proceso. Qué buscar a mi jefe pasa a segundo término, aunque no crean, en la cabeza me carcome aún su invitación, me duele el cuello, me estrese, sinceramente deseaba decirle que sí. Pero no es tan fácil.