CASANDRA SABÍA QUE LA HABÍAN COLOCADO EN UNA BARCA PEQUEÑA. Había oído los remos mientras se sumergían silenciosamente en el agua y la alejaban de la música y las risas a bordo del yate de Catherine. La habían cubierto con una especie de tela con una faja en la parte inferior que le impedía liberarse, y solo podía oír la respiración profunda y regular de la persona frente a ella en el bote de remos. Sólo podía ser una persona, ¿Miguel? Pero, ¿adónde la estaba llevando? ¿Por qué nadie en la fiesta respondió a sus gritos incluso cuando la llevaron directamente a través de los juerguistas?
El bote finalmente se detuvo y la levantaron suavemente y la llevaron a otro bote aparentemente más grande que el primero. Su captor la depositó sobre algo blando y las manos tiraron para aflojar la faja que la envolvía. Entonces, abruptamente, las manos vacilaron en su tarea y dijo una voz familiar.
—Apuesto a que estás más enojada que un gato montés+, ¿no? Lo juro por Dios, cariño. No sabía cómo comunicarme contigo, así que tienes que prometerme que, si te libero, no me sacarás los ojos por robarte.
Casandra sintió un profundo alivio dispararse cálidamente desde los dedos de sus pies y extenderse por todo su sistema. Fue seguido rápidamente por la ira.
—¡Logan Talbot, quítame esa cosa ahora mismo!
—Sí, pero, quédate quieta.
La lona que cubría se cayó y allí, frente a ella, vestido con una camisa roja y con la máscara de dominó levantada sobre la frente, muy parecido al tipo de traje que había usado Miguel, estaba sentado Logan Talbot. Iban en el camarote del Serenity. Ella sacudió la cabeza con incredulidad. Logan se estiró y con cuidado le quitó la corona de conchas marinas, que había comenzado a deslizarse hacia un lado de su cabeza. Incapaz de expresar ninguna de los miles de cosas que surgieron en su pecho, lo miró larga y duramente.
—Cariño, hazlo, grita si quieres, pero no me mires con esa mirada callada y malvada como si quisieras que cayera muerto a tus pies. —Dejó caer la corona en su regazo.
Casandra continuó sin hablar.
—Bueno, di algo—instó Logan una vez más.
—Me gustaría... —comenzó Casandra muy suavemente en su tono más altivo... —un vaso de agua. si no es mucho molestar.
Logan se levantó y regresó rápidamente con el agua. Ella lo aceptó sin comentarios y se lo bebió. Tenía la garganta reseca y áspera de tanto gritar. Cuando terminó, le devolvió el vaso con fastidio.
—¿Te gustaría otro?
—No gracias.
—¿Qué tal algo un poco más fuerte? Tengo un poco de brandy.
—No me interesa nada tu brandy. Pero, qué tal si me dices qué se trata todo esto.
—¿Estás bien? Dios sabe que no quise lastimarte. —Logan se acercó para tomar su mano. Casandra tiró de él hacia atrás y se deslizó lejos de su cercanía.
—Estoy bien. El único daño real es a mi sistema nervioso. Si esto es algún tipo de broma, Logan. No puedo decir que me divierta particularmente.
—No es broma —dijo sentándose a su lado —Tenía que verte. —Intentó estrecharla entre sus brazos, pero ella se resistió con una feroz cautela que lo obligó a retirarse. Logan era, después de todo, un hombre de naturaleza, e instintivamente sabía que no era bueno acariciar a una cosa salvaje cuando está peleando enloquecida. —Necesitaba verte, —insistió con su voz más suave.
Casandra se rió con enojo.
—Francamente, Logan, no podría importarme menos lo que necesites.
—Eso no es verdad.
—¿Qué quieres decir?
—Sé que te preocupas por mí. Lo sé. Por eso estoy aquí.
—¿No estás presionando mucho?
—No, no lo creo. Ahora cállate y escúchame. Creo que tú y yo nos preocupamos mucho el uno por el otro. Creo que hemos estado jugando todo tipo de pequeños juegos entre nosotros hasta ahora... juegos de orgullo, juegos de no me importa, y creo que somos tontos si seguimos jugando ese tipo de juegos. Después de verte en Jamaica, pensé que podría perderte después de haberte dejado partir en ese estúpido crucero. Y no quiero perderte, Casandra. Supe esa noche en la playa, esa noche que nadamos… y esa luna extraña, que había algo entre nosotros que era raro y valioso. Tú también lo sentiste, ¿no es así?
—No recuerdo.
—¡Mentirosa!
—Logan, me has robado de un barco, irrumpiste en mi camarote y me aterrorizaste. Estoy segura de que fue una gran broma para ti vestirte como un pirata y luego comportarte como tal, pero fue una experiencia muy aterradora para mí. No sabía lo que podría pasar. Y me has traído de vuelta a este lugar en contra de mi voluntad. Por el momento y dadas las circunstancias, no me inclino a confiar en nada de lo que sale de tu boca.
—¿Oíste lo que acabo de decir, mujer?
—lo escuché.
—¿Entonces?
—Es un discurso muy. bonito ¿Cómo han respondido las damas en el pasado? ¿Paloma lo creyó?
—¿Qué? ¿Qué demonios tiene que ver Paloma en esto?
—Dímelo tú.
Logan la miró, desconcertado, impaciente.
—¿Tienes celos de Paloma? Eso es absurdo. No hay nada entre Paloma y yo. —Logan sacudió la cabeza con enfado. —Todo el mundo malinterpreta nuestra relación, y estoy harto de explicarlo.
—¡Está bien, deja a Paloma fuera de esto entonces! - exclamó Casandra, aunque aún no convencida. —Pero Logan, ya te lo dije antes, no soy tonta. Sé qué tipo de vida prefieres llevar. Y lo he oído de suficientes personas. Y eso está bien. Sigue adelante y vive como quieras. Pero no esperes que me enamore de tu histrionismo. ¡Hablas de no jugar juegos! Si no te gustan los juegos, ¿entonces por qué llevaste a cabo este gran secuestro esta noche?
—Eres más tonta de lo que crees. ¿No puedes entender que tenía que verte... tenía que hablar contigo a solas, lejos de Thomas Louis… de su madre, y toda esa calaña?
—No me interesa oírte despotricar de Thomas Louis o su madre. Han sido muy buenos conmigo.
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Editado: 05.05.2023