Después de ir al baño y echarme un poco de agua a la cara, volví a la mesa, pero antes de llegar hasta ahí Chan me tomó del brazo y me miró extrañado.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó.
—Lo mismo te pregunto a ti —le respondí.
El suspiró y hecho un vistazo detrás de mí para ver la mesa donde estaba Lía y Hyunjin hablando.
—Ella es su amante ¿Verdad? —yo me mordí el labio y solo asentí, —Jeongin ¿Porque estas con ellos, no ves el daño que te haces? Temo a que te pase algo Jeongin —dijo con preocupación clara, sus ojos transmitían dolor y temor a la vez, trague saliva y le apreté la mano.
—Si voy a morir quiero ver cómo será ella con mis hijos —le dije con voz temblorosa temiendo a llorar.
—Tú no te vas a morir Jeongin, vas a vivir muchos más años que yo, te lo aseguro —acarició mi mejilla y me dio un beso en la frente, —No sabes cuanto te quiero Jeongin, siempre te quise a pesar de que te alejaras de mí por un tiempo —susurró y yo sonreí tímido y parpadeé varias veces para alejar esas odiosas lágrimas.
—Yo también te quiero —le dije con una sonrisa y le di un beso en su mejilla y regresé a donde el mismísimo infierno estaba.
Cuando tomé asiento ambos se pusieron incómodos, nuestra cena llegó y empezamos a comer, no tenía hambre, pero me obligué a terminar mi plato para no hacerle ver a Lía que estaba deprimido por no comer.
—¿Me van a contar como se conocieron? —les volví a preguntar.
—Todo sucedió en la oficina Jeongin —dijo sin ánimos Hyunjin, yo le vi incitándole a que siguiera.
—Nos quedábamos tarde en la oficina y los viajes eran estresantes —habló Lía y yo me sentí celoso y deprimido, debí estudiar para ser asistente y ser el asistente de mi esposo. —Una noche me invitó una copa en París, y todo lo que sucedió fue rápido, tuvimos más que una sesión de besos —dijo tan descarada y yo llevé la copa de vino a mis labios, tal vez mi lugar favorito era París, pero ahora ya no, —Nunca pensé que iba a suceder esto pero nos enamoramos y nos fue imposible separarnos, ambos temíamos por ti y fuimos unos cobardes por no decírtelo antes —eso fue la gota que derramó el vaso.
Le di un último sorbo a mi vino y con toda valentía le avente lo que sobraba a la cara de Lía y donde quedé complacida por su cara de asombro, ella se levantó de su lugar y Hyunjin también y le comenzó a secar su pecho donde se veía esos pechos asfixiándose a muy buena vista 3D, yo sonreí irónica y Lía vio pasar un mesero con unos postres del cual agarró uno y me lo aventó a mi justo en la cara, buena puntería.
Sentí el dulce resbalar por mi cuello y yo alejé un poco de mi ojo, suspiré calmando mi enojo y entonces mi vista dio a parar en un espagueti con salsa boloñesa a penas comido por un hombre de traje que nos miraba entretenido, era guapo y tenía esa risa egocéntrica, él se dio cuenta de que estaba viendo su cena y este tomó su plato y me lo ofreció, yo con mucho gusto lo tomé y me dirigí a una despistada Lía quien se terminaba de limpiar el vino tinto de su cuerpo.
Con habilidad me paré a su lado y le puse la comida justo en su cara y con gracia le embarré toda la pasta llena de salsa, puse el plato en la mesa y vi satisfecho su cara roja por la salsa, sonreí y ella se quitó un poco de salsa de los ojos y me miró furiosa, yo retrocedí un paso al ver que esta se aventó hacia mí como toda una leona en protección a sus hijos.
Me tomó del cabello y ambas caímos en el suelo por su movimiento. Mi espalda chocó con el suelo e hice una mueca de dolor. Lía empezó a jalarme del cabello y a darme uno que otro golpe en la cara y brazos, me revolví debajo de ella en un intento de que me soltara, pero no lo hizo. Fue entonces que recordé una maniobra que me enseñaron en un curso de defensa personal, esto le iba a doler a la pobre Lía, pero prefiero que le duela a que me deje calva.
Con toda la fuerza que tuve con mi pierna derecha la levante y mi rodilla fue a parar justo en su entrepierna, ella soltó un gran grito de dolor y me soltó, se tiró a mi lado y chilló más de dolor apretando su mano en su muslo en un intento de quitar el dolor.
Como era de esperarse Hyunjin se paró a su lado y ella se quejó como la damisela más dañada, y era cierto. Yo me levanté con cuidado y me sentí mareado, mi mano se alargó en un intento de buscar algo donde sostenerme y sentí una mano grande y varonil que un día me tocó con delicadeza, volteé a mi lado y vi a Chan sostenerme con precisión.
—Llévame a casa —Murmuré sin fuerzas y él asintió rápido y fue por mi billetera que estaba en mi silla.
Me tomó de la cintura y me sacó del restaurante, estaba mareado y estaba seguro de que todo giraba a mi alrededor, y lo más loco es que sentía que iba flotando.
Me adentré al auto de Chan y me llevó a casa. Durante el camino busqué el pequeño frasco que contenía mis pastillas de emergencia y me tomé dos.
Poco a poco mientras íbamos llegando a casa me fui sintiendo mejor, todo ya no daba vueltas y pude sentir mis pies ya precisos.
—Llegamos Jeongin —dijo Chan y yo asentí.
—Te lo agradezco Chan —le dije abriendo mi puerta, pero Chan bajó muy rápido y llegó a mí para ayudarme a bajar con cuidado.
—¿Vas a estar bien? —preguntó y yo asentí.
—Gracias Channie —me puse de puntillas y le di un beso en la comisura de sus labios, él se tensó y al momento de separarme de él me tomó de la cintura y me atrajo a su cuerpo donde selló mis labios con los suyos en un delicado beso que solo él podía darme.
Pude sentir sus suaves labios moverse con total sensualidad sobre los míos, tan persuasivo y demandante después. Sabía que me pedía ir a más que los besos, pero este no era el momento y él lo notó, un auto aparcó en la gran entrada de la residencia y escuché como alguien bajaba de este dando un gran azote a la puerta, Chan y yo nos separamos y vi como todo sucedió tan rápido que ni siquiera ubicarme podía.