Berlín, Alemania.
Las múltiples casas están decoradas con adornos navideños, algo común cuando un nuevo año se acerca.
Samantha clava sus uñas en el volante, las navidades solían ser agradables en compañía de su padre.
El corto camino hacia su destino se vuelve cortó, dado que no para de pensar en las palabras que dirá y las cuentas que debe hacer.
Cuando parquea, toda su seguridad la rodea, pero ella no puede despegar la mirada del letrero.
(Cementerio).
Exhala una gran cantidad de aire, el lugar en penumbras se encuentra más solo que de costumbre, dado que son fechas de celebración, y nadie se toma la molestia de ir a visitar a las personas que han dejado este mundo.
Conoce el camino, ya que los primeros días lloraba sin parar, pensando que talvez todo era un amargo pesadilla, una de la cual iba a despertar y todo volvería a ser color de rosa.
Sebastián Müller.
1963 – 2016
Samantha se sienta bajo el pasto, contempla las palabras una y otra vez.
Todos los repasos que hizo anteriormente han sido en vano, las palabras quedan atoradas en su garganta.
—Hola papá. —musita—. Esto se siente muy raro sabes... se que me has de escuchar por algún lado. No pude venir a visitarte antes por diversos asuntos. —hace una pausa—. Pero traigo buenas noticias, todos han sido arrestados, muchas personas están recuperando su vida de los traumas que esos imbéciles les dejaron... Todo se a vuelto muy tranquilo, aunque la casa está llena de gritos por parte de los mellizos...
Los ojos de Samantha se nublan, sabe que su llanto se avecina, pero no hace nada para detenerlo.
—Te extraño tanto papá. —solloza tocando el borde de las letras doradas—. Tú eras el que siempre me protegía, el que me daba tranquilidad y confianza... ¿Por qué algunas personas en las que deposito mi amor me traicionan?.
El murmullo queda en el aire, Samantha no encuentra una respuesta, se supone que debió ser dura, pero si enamorada de un hombre que la endulzó para traicionarla, y luego busco su perdón para volver a engañarla.
—Supongo que son los gajes que la vida da... Ser feliz para después sufrir.
Agacha su cabeza, sin querer seguir su discurso, de repente hay una sombra que la cubre y se ve obligada a levantar su cabeza.
Asher la siguio muy de cerca cuando la vio salir, sabía que su sobrina no estaba del todo bien, y prefirio buscar el momento adecuado para interferir.
Escucho su llanto y las palabras que dijo, su sobrina había madurado mucho para su edad, las cosas que había pasado y las que aún faltaba no eran para que una adolescente de 18 años cargará sobre su espalda.
Pero las cosas estaban hechas.
Sabía que desde muchos años atrás estaba estipulado.
Siempre trato de quitarle la mayor carga, aunque su sobrina era testaruda, obedeció la mayor parte de sus órdenes.
—¿Qué haces aquí tío?. —Samantha se limpio las lágrimas rápidamente.
El tomó asiento a su lado, y la miro fijamente durante varios minutos. —Sabes que puedes confiar en mí, no es malo sacar todas tus emociones, Sebastián no me abría perdonado si te viera en estas circunstancias y no hiciera nada al respecto.
Los ojos azules de ella alternan entre la lápida y su tío. —Lo sé. —constesta en un hilo de voz.
Ella se desahoga con él, aunque los murmullos fueran bajos, era suficiente para que su tío la consolara.
—Puedes esperar unos años más para tomar el cargo. —dice su tio.
Samantha niega. —Tomare las riendas después de año nuevo.
Asher soba su espalda en delicados círculos, recuerda como vio a la pequeña y frágil bebé ese día de acción de gracias, y como ahora es toda una adolescente.
Fuerte.
Determinada.
Luchadora.
Por qué a pesar de las lágrimas, nunca se a dado por vencido, nunca a dejado que sus ataques la tiren al suelo sin luchar.
Deja un beso sobre su frente.
—Si alguien no ha visto la luz que hay en ti, no merece ni tu mirada Sam. —musita—. Deja que las cosas tomen su curso, no te sofoques ni hagas adelantos. Si una persona está destinada o atada a ti, el mismo destino te llevará a él. Es solo cuestión de esperar.
—Ojala se cumplan tus palabras. —dice abrazándose, la temperatura va descendiendo y el frio se va apoderando.
—¿Nos vamos?. —pregunta Asher.
—¿Crees que descansa en paz?. —pregunta Samantha enfrente de la lápida.
—Si tú estás feliz, el descansa en paz. —musita Asher, saca una hoja y se la entrega—. Esta es una copia, pero de igual manera necesita nuestras firmas.
Samantha observa el permiso, el deseo de su padre siempre fue ser enterrado en América, en las tierras donde compartieron momentos felices.
Sonríe al saber que ese deseo está por cumplirse, ambos saben que Sebastián fue enterrado ahí en contra de las órdenes de ambos, y ahora que todo está en orden, el puede ser trasladado a donde realmente obtendrá un descanso.
Todo está marchado como debería ser.
—Firmaré los originales, no hay nada que desee más que sacarlo de este lugar y llevarlo a su hogar.
—Estoy de acuerdo.
Samantha se despide de su padre, y se abraza a Asher mientras salen del cementerio y la lleva hacia la casa.
La celebración se vuelve muy agradable, alguien siempre sabe que decir para cambiar el ambiente.
Viendo los fuegos artificiales, Samantha se despide del año, un año que se volvió una montaña rusa, todo será especial para ella, pero de ahora en adelante aprenderá a vivir con ese pasado.
Con su enamoramiento fallido.
Como dice Asher, si una persona está destinada a ti, el mundo volverá a rotar de nuevo a su favor, el destino te llevará a los brazos de ese persona.
Todo es incierto, pero por ahora hay que dejar que todo fluya, que a Samantha le falta mucho por recorrer en el mundo.
Y esta lista para empezar.
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Editado: 05.11.2021