No podía creer lo que tenía en frente, tanto era mi impresión que levanté un poco la voz sabiendo que no tenía que hacer ruido, me regañe mentalmente por eso, al parecer alguien se había asustado por mi pequeño grito porque tembló para voltear de manera inmediata en mi dirección, me observó con los ojos bien abiertos para luego tranquilizarse y tomar asiento en el piso mientras frotaba sus dos ojos.
¿What?
No sabía como reaccionar, estaba esperando una pequeña explicación mientras que esos ojos me miraban, eso me resultaba familiar. De repente un sentimiento extraño apareció en mi corazón ya que empezó a aumentar los latidos.
—Oh, lo siento. No pensé que vendrías—se disculpó con un sonrojo en sus cachetes.
No podía estar más confundida que con eso, además. ¡Esta hablando! No es una broma o un fantasma, es real.
Un niño de carne y hueso estaba sentado en el piso del granero y no podía visualizar a Níveo en ninguna parte. No podía ser posible, ¿no?
Observé al niño para así detallar sus rasgos; ojos de color ámbar, cejas espesas, mirada de cachorrito regañado, labios semi-delgados, no podía negar que era lindo y ese pequeño puchero que formaban sus labios, simplemente adorable. Agradezco mentalmente por hacerle aquel suéter ya que se notaba que era lo único que traía puesto pero, le quedaba más largo de la rodilla, además el color gris combina con su piel pálida.
Bien. ¡Concéntrate!
Solté un suspiro por aquellos pensamientos y le pregunté sin entender del todo:
—¿Lo siento? Dime quién eres.
Fruncí el ceño tratando de verme de manera ruda pero aquel niño solo ladeó la cabeza mirándome con aquellos ojos, se había levantado para acercarse más a mi y pude notar que sus ojos de cerca se veía con tonos verdes.
No. No puede ser.
—Me llamó Neithan y mi lobo Níveo. ese es el nombre que le pusiste, ¿no? —dijo de manera tranquila mientras soltó un pequeño bostezo que tapó con su boca.
Oh, tengo muchas ganas de gritar ahora. ¡Esto no puede estar pasando!
—No, no. Esto no puede estar pasando, tú no eres Níveo.
Aquél niño, digo Neithan frunció el ceño algo confundido y regresó a su lugar anterior para tomar entre sus brazos el peluche que estaba en el suelo.
—Ahora no lo soy pero él es parte de mí.
Explicó algo ofendido por las palabras que le dije anteriormente, su voz denotaba seguridad y su mirada era persistente.
Sentía mi boca seca y mi cabeza daba vueltas, traté de respirar profundo para relajarme, había descubierto algo que comprobaba las palabras de Elyse y eso me hace pensar muchas cosas.
Entonces la familia de Neithan era igual que él, habían más de ellos. Eso significa que a través de él puedo obtener información si es lo que afirma ser.
—Necesito tiempo para asimilar la situación.
Eithan me observó por unos largos minutos en silencio para responder de forma serena:
—Está bien.
Me di cuenta cuando él se fijó en la comida que estaba en el suelo y soltó un pequeño puchero.
—Eh, ¿tienes hambre? Yo lo dejé caer por la sorpresa, lo siento.
Mi voz demostraba lo avergonzada y culpable que me sentía ya que tenía casi toda la tarde sin comer y vengo a tirarle su alimento. Además era obvio que necesitaría darle porciones más grandes.
—Descuida, puedo comer del piso.
Se levantó de manera apresurado pero quedé perpleja ante esa idea, así que paré su andar.
—¡No! Seguro tiene bacterias —le advertí tratando de bajar la voz.
No sabría cómo se pondría Adelen si se enterara de esta situación. Observé los ojos de Neithan y su mirada transmitía tristeza, ni hablar del puchero.
—No sería la primera vez.
Disimule una mueca del asco al pensar en una persona comiendo como un animal. Lo pensé por varios segundos y cedí ante aquel puchero.
—Pero, no en tu forma humana.
Al escuchar eso, pude ver la sonrisa de Neithan por primera vez, era tan linda, su rostro radiaba felicidad.
—Bien.
Observé como se alejó de mí para convertirse pero preferí voltear, después de todo cada quien necesitaba su privacidad.
Escuché el ruido de unas patitas y decidí voltear, Níveo estaba comiendo la carne cruda que estaba en el suelo.
—Sí eres níveo —susurré perpleja.
Observé sentada como él comía, masticaba haciendo ruido, se veía que tenía mucha hambre y no le importaba disimularlo. Bajé la mirada por unos segundos, todo cambiaría con la llegada de Neithan, estaba clara con eso pero no sabía si sería un cambio bueno o malo.
Pasaron varios minutos, Níveo camino hacia mí y me observó ladeando la cabeza. Sonreí de manera melancólica y vi el piso que ahora se encontraba limpio para luego dirigir la mirada hacia él, tomé con mis dos manos su rostro y le pregunté:
—Níveo. ¿Neithan responderá mis dudas?
Lo observé fijamente, sus ojos tenían un color ámbar e hizo un gesto con su cabeza que significaba una afirmación.
Lo tomé como un tierno "Trataré"
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Editado: 26.06.2020