—Se pueden marchar, se pueden ir y dejarme sola y solitaria como un hongo—sollozo—¿Qué esperan largo? —me envuelvo en mis mantas y me escondo debajo de la cama
—Joder enserio eres mi amiga—dice Luna
—¡Siiii! —lloró
—Bebe no puedes deprimirte en navidad—reclama Martina subiendo a la cama, aplastándome
—¡¿Qué?! ósea que no puedo estar triste en esta jodida fecha porque todos están “felices” en sus estúpidas fiestecitas de navidad
—Exacto, bien ahora tenemos exactamente una hora y media para convertirte en mujer y salir volando al aeropuerto para viajar a donde todo es posible y la nieve cae—dijo Maite, la mas seria de todas, mi castaña es como una mamá, nos cuida con su vida y de vez en cuando nos da chancletazos
—No voy a ir—niego, me reusó a salir de mi adorada, suave y calientita cama.
¡Me niego!
—Pero si compramos los boletos hace cuatro meses—recalca Luna, mi rubia, la mas joven de todas mostrándome los pasajes de avión
—Si cuando estaba con Oliver
—¡Maldición! no se quien era mas imbécil si él o tu—dice una enojada Martina y me da un almohadazo que me enoja y mucho.
—Él—chillo y todas me miran, tengo tres pares de ojos en mi, sobre mi, acusándome y matándome con la mirada, joder, pero si les encanta acribillarme sin compasión.
¡Para que enemigas si tengo estas amigas!
¡Pero las amo!
—Mueve ese trasero Valentina, vamos a viajar a Alaska, quieras o no—ordena Maite, mierda ahora no quiero un chancletazo. Como niña caprichosa seguía llorando y agarrada a mi reno de peluche, pero que infantil me veo.
¡Que infantil!
—Terminaste con el hace ¡dos meses! ¡dos meses! y solo estuvieron juntos como cuatro, ni siquiera juntos, así que no es para tanto—Luna, la más sensata, da buenos concejos, pero me niego a festejar esta navidad
¡Me harte!
¡Me canse de la navidad!
—Tienen razón dejemos que el espíritu de la navidad me sorprenda—las satirice a todas, ellas fruncieron el ceño y gruñendo me levantaron a la fuerza, pero yo solita no pude luchar contra las tres, sin mi voluntad me bañaron y cambiaron.
Después de una hora estábamos cogiendo un taxi y viajando las cuatro aplastadas atrás hacia el aeropuerto que por las dignas fechas que están al explotar.
¡Genial!
Todo esto me suena a vuelos retrasados, vuelos cancelados, chocolatito caliente, malvaviscos, amor y ternura. Amor parejas disfrutando su primera navidad juntos y bla bla bla. ¡Joder! ¿Pero no tienen nada mejor que hacer?
—Llegamos—me anunciaron como si no me diera cuenta, todas iban felices y yo iba con mi abrigo y gorra me veía fatal y me congelaba, nada que ver con las supermodelos estilizadas de las revistas que ven al frio y a la nieve como su mejor amiga.
¿Dónde carajos existe eso?
El frio hace que se me congele todo, que me duela la garganta, se me peguen las pestañas y mis dientes rechinen
¿Dónde esta lo bonito de la navidad?
¡Es horrible!
Todas se bajan del auto y corren a coger las maletas, yo me deslizo por el asiento y me bajo con lentitud.
—Corre Vale—ellas cruzan la calle y comienzan a correr ni siquiera me esperan, malditas parecen renos en descontrol. Me despido del taxista y cuando voy a correr como otro reno en descontrol, mi bota mi jodida bota esta desatada.
Con la paciencia que tengo me agacho y la ato, me paro con prisa y corro, cruzo la calle sin percatarme de nada ni de nadie “Máteme el que tiene plata” se suele decir pero que mal nos expresamos. Escucho el sonidito de las llantas rechinando y ya estoy en el piso tirada, pero es que diablos casi me mata.
—¡Pero eres un bruto! —grito al sujeto guapo que se desciende del carro negro. Alto, ojos medios verdosos azulados, no nos compliquemos ¡Gato! Cabello un poco rizado y despeinado, una barba cortada y bien cuidada, unos labios rosados y un porte de hombre sexy, guapo y perfecto. Y el traje negro con camisa blanca este hecho a su medida.
—¿Estas bien? —me extendió la mano con amabilidad, duda y tal vez preocupación. Al ver que no respondía nada me tomo del brazo y de la cintura y me hizo pararme. Dios como ver a un angelito, se ve súper guapo.
—Claro mírame estoy a punto de coger un avión para largarme a Alaska a festejar la jodida navidad. ¡Dime que puede salir mal! —él me mira y su boca se curva en una sonrisa, pero que bello sus ojuelos son lo mas bello que he visto hoy. Lo mejor.
—Bueno para ser tan joven y bonita…—¡Dios! acaba de llamarme bonita, eso se siente genial, viniendo de todo un lindo hombre—…eres un duende muy amargado, prácticamente un Grinch—me toca la punta de la nariz y se da la vuelta dejándome totalmente atónita, sin palabras y molesta muy pero muy molesta, pero que se a creído este sujeto
—Para tu información si odio la navidad, la odio—me freno—bueno por este año—aclaro, él ya con la puerta del carro abierta, niega y me sonríe.
—Suerte en tu viaje, linda—el señor guapo desconocido se sube en su BMW y se marcha dejándome sola y con millón gente viéndome
—¡¿Qué?!—les gruño y me encamino al interior del aeropuerto, camina y no te pierdas, mira la frente y no veas lo hermosa que es la navidad, la navidad me da alegría y quiero estar en mood tristeza.
—¡Valentina! —tres vocecitas chillonas me llaman
—Ahora que—gruño molesta un gato ronda mis pensamientos.
—Acabamos de perder el vuelo
—Se acabo nuestras vacaciones en Alaska, se esfumaron—las miro a todas, sus ojitos están cristalizados. Por un momento estoy por saltar ¡lo juro! pero se que fue mi culpa en parte y eso me hace sentir fatal de verdad soy tan mala
#2933 en Novela romántica
#936 en Chick lit
#1068 en Otros
#233 en Relatos cortos
navidad amor sorpresas, amigas amor risas, navidad romance amistad
Editado: 25.12.2020