Casi en la noche del veintidós llegamos a la casa de mi abuelita, nos recibió como todos los años mas que feliz y entusiasmada con todos. Todos a regañadientes se quedaron en mi casa, aunque los separe por cuartos de distancia.
¡Si que se odian!
¡Pero del odio al amor…!
–Por fin le dijiste que si—me pregunta mi abu mientras señala a Dylan que esta guindando unas luces
—No quiero una relación abuela—digo y me agacho para meter las galletas al horno, trato de evitar ese tema.
—Pero Valentina, ¿a que le tienes miedo? —me paro y me llevo un susto al ver a mi abuela con sus manos en forma de jarra y mirándome acusatoriamente
—¡Que susto! A… a…nada, es solo que…
—Es solo que tienes miedo
—No
—¡Que si! —gritan tres voces mas, lo que me faltaba ahora todas me miran cuatro paren de ojos sobre mi
—Lo tiene todo mi niña ¿Acaso no lo quieres?
—Obvio lo quiero abuela
—¿Entonces? —ahora es Luna
—Estamos mejor así
—¡No! No están mejor así—contrataca Maite
—Si estamos, estamos bien
—No mi niña, tu tienes miedo a que la historia de tu madre se repita en ti, que cometas los errores que ellos cometieron y termines como ellos terminaron
—Abuela no vayas por ese camino—le advierto cuando mis ojos ya se están llenando de lagrimas
—Escúchame Valentina y aprende algo, quiero que te quede bien claro, la historia de tu madre, con sus decisiones y acciones son solamente de ellas, tu escribes tu propia historia, tu haces tu vida. La historia de ella es de ella no la tuya—trago mi nudo de gargantas—Mi niña no vivas una historia que no te corresponde. Vive y disfruta de tu vida, aunque caigas vas a tener algo divertido que contar ¿No crees? —alza una ceja.
—Ya no quiero hablar
—Ese hombre es perfecto
—Nadie es perfecto en este mundo y por cierto porque ustedes no conviven con los hermanos de Dylan ellos también son…
—Idiotas—me interrumpen y chocan sus palmas y luego sus puños, en una clásica complicidad
—Dios ¿eres nuestra amiga?
—Si lo soy—digo antes de salir y coger las llaves del auto y conducir para irme a refrescar la mente, llego a la cafetería y veo a Henry ocupado, lo espero hasta que esta libre y se sienta conmigo en la ultima mesa del local.
—Hola
—Hola Henry
—¿Paso algo? ¿Tu galán te hizo enojar?
—No nada de eso
—¿Entonces?
—Henry no se que hacer
—¿Qué paso?
—Dylan me lleva proponiendo que sea su novia desde que me conoció te recuerdas
—¿Y?
—No eh aceptado
—¡¿Por qué?! —sus ojos casi se salen de orbita—¿acaso no lo quieres?—frunce su ceño y yo comienzo a jugar con mis manos.
¡Clara señal!
¡Estoy nerviosa!
—Si lo quiero, lo amo me entiendes
—Pero no le puedes decir lo que sientes a él
—Algo así me da miedo, me da un miedo horrible que pase lo que paso con mis papas—el me sonríe y seca mis lagrimas que ya corren por mis mejillas
—No desaproveches tu oportunidad, Valentina, mira si yo fuera él de verdad creería que no me quieres
—Pero yo si lo quiero—chillo. Dios si piensa eso me muero no me gustaría perderlo no cuando se que lo quiero mucho.
–Pero tienes que decírselo ni siquiera eres su novia ¿Cómo crees que el se siente? —me alza una ceja y se que tiene toda la razón del mundo. Han sido tres años en los que por poco vivimos juntos, pero no somos nada.
—No se—sigo tratando de cubrir las cicatrices que dejo el divorcio de mis padres, como me dolió cuando sucedió y como terminaron todo.
—Si sabes, sabes que él se siente fatal, pero te ama tanto que acepta y respeta tus decisiones, pero ya es hora de que abras tus ojos y te des cuenta de que vas a perder al amor de tu vida por tu miedo
—Y si pasa lo que paso con mis papas—todo me tiembla no fueron buenos momentos, recuerdo que entré en una etapa de rebeldía y fue ahí cuando conocí a mis amigas y con ellas puede volver a encontrar mi carril.
—Pues pasa y punto Valentina, pero tienes que saber que hay otra posibilidad y es que nunca pase, y esta en tus manos arriesgarte a lo que tienes y a lo que piensas que vas a perder
—Tengo miedo Henry tengo mucho miedo de perderlo, de que se arruine todo
—Lo estas arruinando, créeme lo estas haciendo—que sincero vuelvo a llorar y apoyo mi cabeza en la mesa y entre dientes digo:
—Eres cruel, muy cruel
—Tu eres un Grinch cruel con tu futuro novio—volteo lo ojos y me rio
—Piénsalo Vale, piénsalo y actúa pronto—ya se que debo hacer, me despido de él y regreso a casa después de comprar unos postres.
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Editado: 25.12.2020