Miro que las luces que faltaban ya están colocadas, entro a la casa y todo esta en silencio, raro cuando tenemos a seis personas que se odian bajo el mismo techo.
—Hola—le digo a Dylan que me espera en mitad de la sala
—Hola amor ¿podemos hablar? —me dice Dylan cuando me ve llegar
—Claro—me lleva a la parte trasera de la casa y yo me quedo viéndolo. Él me toma de las manos y respira
—Se que hemos hablado un millón de veces de este tema, se lo que sientes y piensas amor, pero sabes que no solo es una etiqueta, yo te quiero presumir antes todos como mi novia, como mi hermosa novia y quiero que los dos seamos eso, novios ¿Quieres ser mi novia Valentina?
—Dylan yo…no…Dylan mira…—quiero que él entienda lo que siento, pero estoy tan nerviosa que acabo de decir monosílabos sin sentido, lo estoy arruinando. Lo miro y sus ojos se están cristalizando miro como le cuesta expresarse y yo tampoco puedo expresarme.
¡Joder conmigo!
—Mira Valentina, te amo te amo demasiado, amo todo de ti pero es la cuarta vez que me rechazas—yo trato de acercarme a él pero el retrocede—Te amo pequeña, te amo, pero quiero una respuesta y creo que tu al menos, necesitas aun pensarla y conmigo cerca de ti no lo vas a hacer—traga grueso y continua con su voz ronca—…me regreso a Washington, mi avión sale a las tres, hablamos el otro año, adiós Valentina—sin mas ingresa a la casa y yo me quedo como idiota parada en medio de la nieve.
¿Valentina reacciona?
¡Corre!
¡Joder corre!
Después de unos segundos escucho como el carro parte y me quedo ahí congelada como un copo de hielo y mojando mis mejillas con lagrimas, peo no se que estoy haciendo, lo estoy dejando marcharse, tontos miedos, tontas ideas en mi cabeza como lo dijo Henry estoy dejando pasar una oportunidad por pensar que voy a vivir y a experimentar lo que mis papas pasaron.
¡Pero no!
¡Esa no es mi vida!
¡Mi vida y mi futuro lo decido yo!
!Y quiero a Dylan!
¡Lo amo!
Entro a la casa a grandes pasos mientras me seco las lagrimas de mi rostro
—¿Qué paso? —Martina es la primera que me pregunta
—Necesito estar ya en el aeropuerto
—¿Por qué? —no se de donde aparecieron, pero me da igual, ahora es mi abuelita la que me pregunta
—¿Que hora es?
—Dos y cuarenta y cinco
—¡¿Qué?!—joder quince minutos para llegar y ya perdí como cinco en mi estado de estupidez
—No puede ser necesito llegar—grito y busco las llaves
—Vamos—todas nos montamos en el auto, pero a mi me ponen en el copiloto no puedo conducir con los nervios que me traigo.
Si lo pierdo para siempre me muero, me muero porque lo amo demasiado y ahora se esta yendo en un avión.
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Editado: 25.12.2020