Un Loco Amor Tóxico.

Doce: Situación Inevitable.

 

 

 

Ya habían pasado unas dos semanas de que estábamos encerrados aquí. Lila y yo no hemos avanzado mucho. Solo tenía contacto con ella para cenar, darle sus medicinas y hasta ahí el límite. He tenido varias oportunidades para abrazarla o besarla, como quise, pero no lo hice por el bien de ambos. Mis heridas fueron tratadas por Ralph y ya no sentía dolor.

Mi vista se centró en el techo de mi habitación. No podía conciliar el sueño y mi mente no paraba de pensar en que no puedo seguir encerrado aquí. Tengo muchas cosas fuera y no puedo solo encerrarme y huir. Viendo la hora en el reloj en la mesa de noche, me da a saber que eran las dos de la madrugada.

Me pongo en marcha para subir las escaleras, en busca de una botella de agua. Mi garganta estaba demasiado seca. Todo estaba a oscuras y al abrir la nevera iluminó mis ojos cegándome por unos segundos. Tomo la botella y el recorrer del agua por mi garganta se sintió demasiado placentero. Cierro la puerta de la nevera para girar sobre mis pies e irme, pero la mirada penetrante de Lila impide que me mueva.

— ¿Vas a seguir ignorándome?-en cada oportunidad que podía, la ignoraba por completo. Sabía que iba a hablarme sobre sus sentimientos, pero más que de sus problemas emocionales, no tenemos de qué hablar-¿Sabes qué es lo que más me enfada de todo esto?-bajo mi mirada, sin tener el valor de mirarla-me habías dado a entender que yo también te gustaba, realmente pensé eso-murmuró sus últimas palabras-le he dicho a Ralph que me lleve de nuevo al hospital-elevo mi mirada, observándola atónito. No puedo creer que haya tomado esa decisión sin habérmelo dicho.

— ¿Por qué no me lo dijiste?-titubeo sin procesar lo que dijo.

— ¿Alguna vez me preguntaste el por qué acepté ayudar a Ralph cuando te inculparon? ¿Sabes por qué quise salir de ahí lo antes posible?-sus ojos se cristalizaron mientras me observaba con odio. Un odio que por primera vez lograba ver en su mirada.

— No te lo he preguntado porque…no quería incomodarte-mis ojos se abren de par en par cuando su mano impacta contra mi rostro. Podía sentir el ardor aumentar.

— Prefiero estar encerrada en las cuatro paredes del hospital, antes de estar con alguien que rompe mi corazón-intenta irse, pero un movimiento involuntario la detiene. Mi mano había tomado la suya con firmeza-Ahora que sabes que me iré ¿Vas a prestarme atención?-Provoco que nuestros labios choquen atrayéndola a mí con rapidez. Ella no corresponde alejándome lentamente-tenerte cerca no hace que mi corazón se acelere, hace que duela-Arqueo mis cejas ante su respuesta.

— Lila…

— Quita mi nombre de tu boca-su tono de voz había cambiado drásticamente-ahora sentirás el dolor que yo sentí, si realmente sentiste algo por mí-en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba frente a mí.

Mi pecho dolía, pero una pequeña parte de mí siente un alivio intenso. No quiero que por mi culpa, ella termine peor de lo que está. En este momento sí duele y mucho. Realmente sentí demasiado amor por ella. Todos dicen que el amor es muy bonito, pero el verdadero amor es muy doloroso. Una persona que se enamora debe prepararse para sufrir por esa persona. Y en nuestro caso, ninguno estuvo preparado.

— ¿Miller?-las luces de la cocina se encienden dejando a la vista a Ralph-¿Pelearon de nuevo?-se acerca hasta quedar frente a mí.

— ¿Por qué dijiste que la llevarías al hospital?-ignoro sus preguntas anteriores queriendo quitar mi enorme duda.

— Miller, si ella vuelve al hospital, la cuidarás muy bien. Nosotros debemos encargarnos de que no te lleven de nuevo tras las rejas. Si quieres que esté bien, debe volver al hospital-No quería escucharlo. Comienzo mi camino, chocando mi hombro con el suyo, demostrando mi ira.

Siendo las cuatro de la madrugada, tomo una ducha, me visto con la ropa que me ha dado Ralph y, odio admitirlo, pero me queda demasiado bien. Mi vestimenta se basaba en una camiseta negra, unos jeans del mismo color, con una ruptura en sus rodillas y tenis completamente blancos. Dejo mi cabello alborotado y me encamino a subir las escaleras. Tenía el disco duro que Ralph me dio, así que si lo llevo a los detectives a cargo del caso, no me arrestarán, o eso creo. Tomo las llaves de la camioneta y siendo lo más silencioso que puedo, salgo del lugar. Esto va a ser más complicado de lo que pensé.

Ya fuera del escondite, ordeno por completo las macetas para quitar sospechas. Intento abrir la puerta de la huerta hacia el exterior y estaba cerrada con seguro. Solo el dueño tiene las llaves de la propiedad. En un intento de buscar otra salida, me encuentro con una maceta un poco desbalanceada. La elevo, viendo una tela camuflada. En un movimiento rápido la quito encontrándome con un cajón de madera. Dudando por unos segundos si abrirlo o no, me llevo por mi duda y pues así murió el gato, por su curiosidad.

— Armas-tal vez son todas las armas que utilizó para asesinar a las personas. Tomo una Glock 9mm, verifico que esté cargada y efectivamente es real-debe haber un silenciador por aquí-mi mente pensó que estaba hablando para mí mismo, pero mis acciones eran dichas por mi boca involuntariamente.

Ya con un silenciador en mis manos, le coloco las diez balas al arma y me encamino hacia la puerta. Disparo en donde está su seguro y éste se rompe. Celebro para mis adentros y corro hacia la camioneta. Dejo el arma en el asiento del copiloto y enciendo el vehículo. Verifico antes de irme que el disco esté intacto, ante tanto movimiento y estaba en perfecto estado.

— Realmente lo siento, Lila.

 

***

 

Narrador:
 

 

Lila abrió sus ojos, clavados sobre el techo blanco. Quería olvidar por completo lo que habló la noche anterior con Tyson, pero le era imposible. Recordar su mirada llena de tristeza, invadía a la muchacha. Se sentía culpable por haberle dicho todas esas cosas, pero no debió jugar con ella de esa forma. Queriendo ignorar sus pensamientos, se pone de pie y realiza su rutina mañanera. Ya dando por perdido su día, sube las escaleras para divisar la mirada asustada de Ralph.




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