Por fin llegaron a la puerta de la casa de Dani, por fuera parecía la típica casa que sale en las películas, con un césped perfectamente cortado, con una verja y el buzón por debajo de la pequeña escalinata que conducía hasta la puerta principal, la casa era de dos plantas, las habitaciones estaban en el piso de arriba, mientras que la planta baja era por decirlo de alguna manera, donde se situaban las zonas comunes.
Se bajaron del coche y se dirigieron hacia la puerta principal, Dani metió la llave y abrió.
—¿Hola, hay alguien en casa?—preguntó Dani al ver que no había nadie.
—Igual han salido a dar un paseo, hace un día estupendo.
—No lo sé, a lo mejor sí, podemos esperarlos si quieres.
—Claro, ya que he venido hasta aquí es lo menos que puedo ha…
—¡Sorpresa!— en aquel salón se encontraba, todo un comité de bienvenida.
—Espero que te haya gustado la sorpresa—le estaba apretando el hombro
—Esto ha sido cosa tuya ¿Verdad?—murmuró Lucía, estaba muy nerviosa y seguro que en ese momento estaba más roja que un tomate.
—Culpable, pero ellos también han tenido que ver, Lucía te presento a mi amada familia— señaló a la mujer que sobresalía por encima de los niños— Ella es Andrea, mi hermana, Andrea, esta es Lucía.
—Encantada Lucía, he oído hablar mucho de ti, de hecho mi hermano no sabe hablar de otra cosa, gracias por aceptar cuidar de mis niños.—le dijo dándole un afectuoso abrazo.
—Gracias igualmente, Andrea, estoy muy contenta por poder estar aquí, la verdad es que me habéis caído del cielo, estoy muy agradecida, pondré todo mi esfuerzo para hacer de tus hijos, unas buenas personitas, tal como lo son ahora.
—Yo soy Ariadna, estoy muy contenta de que estés aquí, espero que seamos muy buenas amigas, el tío me ha dicho que eres muy buena y que le caes muy bien, espero que yo también te caiga bien—esas palabras salieron de una niña de pelo castaño con dos coletas y unos ojos tan azules como el cielo.
Lucía se puso a la altura de la niña, y la abrazó y le habló al oído.
—Ya verás que sí vamos a ser las mejores amigas, y aunque tu mami no esté contigo por su trabajo yo si estaré, puedes contarme lo que quieras— después le dio un beso muy tierno en la cara, la niña se fue muy contenta hacia la cuna de su hermanito.
—Seguimos con las presentaciones—dijo Dani—Este diablillo de aquí se llama Aitor y con él nunca te vas a aburrir, es un fanático de las motos, dice que de mayor quiere ser piloto, pero también quiere ser astronauta y médico, ven a saludar a Lucía, Aitor.
De repente, un torbellino de pelo negro y ojos alegres se abalanzó sobre ella, y la tiró al suelo.
—Hola ¿Eres la novia del tío?—preguntó el niño.
—No cariño, somos amigos y a partir de ahora todos vamos a pasar mucho tiempo juntos ¿Te gusta la idea?
—Sí sí sí, me gusta que estés aquí, eres muy guapa ¿Te dejas que te de un beso?—dijo el niño con sus enormes ojos abiertos.
—Este niño es un Don Juan—exclamó Dani.
—¿A quién habrá salido?—dijo Andrea dándole un codazo— Es igualito a su tío.
—Claro que sí, sólo si me prometes que luego yo te pueda dar otro.
Por fin el niño le dio su beso y ella se lo devolvió.
—Y por último y no por ello menos importante, aquí está el rey de la casa, el pequeño Daniel.
Lucía se acercó a la cunita y vio que el bebé le estaba sonriendo, tenía el pelo rubito y de punta, al parecer también tendría los ojos claros como todos ellos salvo Aitor.
—¿Puedo cogerlo?—preguntó Lucía con timidez.
—Claro que sí, cógelo le encantan las mujeres, cada vez que yo lo cojo llora, creo que me tiene manía—bromeo Dani.
Por fin Lucía cogió al bebé, era la criatura más hermosa y tierna que había visto jamás, tenía unas mejillas regordetas que daban ganas de besarlas todo el tiempo, el pequeño Daniel le cogió la mano con sus pequeñas manitas y a ella le pareció algo casi mágico. Se había pasado más de dos minutos mirando al niño y dejándose seducir por aquel ser tan frágil y tan bello a la vez, por fin dijo algunas palabras.
—Creo que me acabo de enamorar del pequeño Dani—dijo emocionada.
—¿Por qué todas lo preferís a él? Sin mí ni siquiera se llamaría así—bromeó Dani.
—Lo siento pero nadie puede competir con un bebé como este, si te sirve de consuelo se parece bastante a ti. Mira ese hoyuelo y mira el tuyo—Lucía le acarició la barbilla, a Dani se le puso el vello de punta— Y qué decir de su pelo y de sus ojos, son clavaditos a los tuyos ¿Estás seguro que no es tu hijo?—bromeó Lucía.
—Segurísimo, la verdad que si le encuentro parecido conmigo, aquí todos se parecen a alguien, Ariadna es igual a su madre, Aitor tiene el físico de su padre pero su carácter se asemeja más a nosotros y el pequeño Dani al parecer se parece a su tío favorito.
—Son unos chicos afortunados, porque a pesar de las adversidades, siempre tendrán quiénes velen por ellos—a Lucía se le escapó un suspiro.