Álex estaba en casa, deseando que llegara el día siguiente. Quería estar con ella en aquel lugar tan especial para él, sin nadie que los interrumpa, intentaría una vez más que diera su brazo a torcer y llegaran a formar su familia. Entretenido en sus pensamientos, tocaron al timbre, era Luis, su suegro.
—Hola Luis ¿Cómo tú por aquí?
—He venido a hablar contigo, y a darte algo ¿Puedo pasar?
—Sí claro, pasa—cerró la puerta y se sentaron—¿Dime de qué quieres hablar?
—Quiero saber todo lo que sepas de mi hija, me refiero a Lucía.
—De Lucía, sólo te puedo decir que es bastante parecida a Nerea. Lo único que ella tiene más carácter, pero Nerea y Lucía son personas bastantes similares, incluso Lucía tiene gestos de Nerea. Su sonrisa es idéntica, yo me di cuenta antes de saber toda esta historia, tenía la sensación de que a través de Lucía veía a Nerea, ahora ya sé el porqué.
—Necesito tu ayuda, estoy desesperado, quiero conocerla, acercarme a ella, quiero que me acepte. Si no como su padre por lo menos como un amigo cercano, quiero conocer a mi nieta, quiero formar parte de sus vidas, tú eres el único que me puede ayudar.
—Siento decirte que no puedo, no porque no quiera, sino porque tampoco me deja estar con ella y eso que soy el padre de su hija. Me pidió que le hablara de Nerea y así lo hice, me dijo que, aunque no se han conocido ella ya la quería.
—Me alegra oír eso, la verdad que en la manera en la que hablas de ella sí que me recuerda mucho a mi otra hija, tú sabes su historia, me gustaría saberlo todo acerca de ella.
Álex empezó a relatarle la traumática y dolorosa historia de Lucía, cuando terminó de contársela, vio que Luis estaba bastante hundido.
—Todo eso es mi culpa, si yo me hubiese hecho cargo de ella en su momento, nada de eso le hubiera pasado, no puedo creer que mi pobre hija haya pasado hambre, frío, necesidad. Que haya tenido que vivir en la calle y que si no llega a ser por ti, nunca hubiéramos sabido lo que hubiera sido de ella.
—Sé lo que sientes, a mí me pasó lo mismo cuando me lo contó, en ese momento me di cuenta que la quería y no me había dado cuenta. Pensó que sentía lástima por ella, por eso se fue, yo le he jurado que mi amor es sincero y que es amor de verdad, pero ella se niega a creerme.
—Hoy les hablé de ella a Matilde, Helena y Marcos. De Matilde, me ha sorprendido que ella ya lo sabía lo que pasó con la madre de Lucía, pero que nunca me dijo nada, sabe que ella no tiene la culpa de nada, no le guarda ningún tipo de rencor, incluso quiere conocerla. Marcos se ha enfadado bastante por lo que le hice a su madre, pero también quiere conocer a su hermana. De Helena no puedo decir lo mismo, se puso como loca, dijo que primero quería quitarle tu atención y luego a mí. Se fue hecha una fiera, tengo miedo por ella, en realidad por las dos no sé de lo que Helena sería capaz de hacerle.
—De mi cuenta corre que no le haga nada, te lo prometo Luis.
—Bueno también he venido porque tengo que darte algo. Nerea dejó esta carta para ti, no tengo ni idea qué es. Será mejor que me vaya para que puedas salir de dudas. Por favor cuida de mi hija y de mi nieta, y cuídate tú.
—Sí, no te preocupes, así lo haré.
Luis se marchó, Álex se sentó cogió la carta y empezó a leer. Era su letra, le trajo muchos recuerdos.
«Querido Álex, si tienes esta carta en tus manos significa que me hiciste caso, que has encontrado a alguien que te llena, que te hace feliz, y me alegro muchísimo de que sea así. Sólo quiero decirte que la hagas sentir tan especial como me hiciste sentir a mí, que la quieras igual o más que a mí, al fin y al cabo se lo merece, ella ha sido valiente, ha entrado en tu corazón y se ha instalado allí para siempre. Yo no me siento desplazada, no pienses eso, no tengas remordimientos por mí. Estoy feliz por vosotros, yo desde donde estoy me siento muy bien, sé que ella es una buena mujer, porque siempre has tenido muy buen criterio hacia lo que realmente te interesa, sé feliz y hazla feliz. Yo me siento en paz, tenéis mi bendición para todo lo que se os ponga por delante, con cariño Nerea»
Álex no daba crédito a lo que estaba leyendo. Era ella. Parecía que el tiempo no hubiera pasado, podía escuchar su voz susurrándole palabra por palabra lo que decía en aquel trozo de papel. ¿Cómo sabía ella que algún día reharía su vida? A pesar que se lo prometió, nunca pensó que ocurriera, pero finalmente pasó. Esas eran las palabras justas que necesitaba para poder ir a por la mujer que amaba. Incluso llevando diez años muerta, seguía ayudándolo, parecía casi un milagro. Ya no tenía miedo de traicionar su memoria, ya no había remordimientos, ella le dio su bendición.
Aquella noche ninguno de los dos pudo pegar ojo, y eso que Lucía se dormía en cualquier lugar y en cualquier momento, pero aquella noche estaba inquieta al igual que la niña, no paraba de moverse y se le hizo imposible dormir. Se quedó pensando en la carta que había leído hace unas horas, pudo comprobar de primera mano que Nerea era la primera que quería que su esposo encontrara a alguien especial. Ese alguien especial era ella, lo que Nerea seguro que no sabía en ese momento era que podía ser su propia hermana la que consiguiera la difícil misión de conquistar el corazón de su esposo. Por otra parte Álex, también estaba algo emocionado, nunca pensó que algo así podía sucederle a él, hizo memoria y pensó en la primera vez que le habló a Nerea de Lucía, cuando prometió ayudarla y cuando sintió esa brisa que olía a ella, ahí empezó todo, y que lejano le parecía aquel recuerdo. Sin lugar a dudas su destino estaba escrito.