Todos me miraban fijamente,- ¿cuánto tiempo llevan aquí? Pregunte, de una manera algo ofensiva. -Finalmente lo preguntas- respondió Marcos. La respuesta de Marcos me había dejado algo confundido, jamás pensé que un bandido esperara que su propio rehén le preguntara algo, o eso pense.
--- llegamos a un portón gigante, se notaba las suciedad y el olor era repúgnate, los cómplices abrieron la puerta gigante, al abrirlo la luz del sol inundo toda la oscuridad que se encontraba dentro del lugar.
Mire todo los alrededores, habían edificio sucios, y el olor era aún más fuerte que cuando estábamos adentro. ¡! Avancen!! Grito Marcos. De pronto un grupo de personas salieron detrás nuestro, - muy bien Alex, solo no te separes- dijo Marcos, con una mirada seria, note que ahora algo malo iba suceder. Todo el grupo avanzo, primero trotando, luego de unos metros más adelante bajamos el ritmo. Toda la ciudad estaba solitaria, note que el olor repúgnate de antes, había bajado, ante lo que mis ojos veían comparado con la ciudad de Nueva York, era muy diferente. -¡! Alex!!- grito Marcos. No te separes, porque si lo haces, créeme no te gustara lo que vendrá después.
En ese momento recordé la enfermedad de mi hermano Luis, recuerdo aquella noche en la que mi hermano estaba grave. – veo que estas algo incómodo- dijo Luis, no hermano, ¡cómo crees!, cada momento con Tigo es como pelear contra dioses, bromee. En ese instante, Luis empezó a toser, ¿hermano estas bien? Pregunte con preocupación- no, solo es esta estúpida enfermedad-. Exclamo Luis algo furioso. -Está bien- solo si necesitas ayuda avísame. -Está bien hermanito- respondió Luis. Me retire lentamente, cuando de pronto Luis empezó a convulsionar, en ese momento corrí asustado, hacia mi madre,- ¡!mama’!! – Dije, ¿qué ocurre Alex?- ¡! es Luis esta convulsionando! . En ese instante mi padre que estaba almorzando, se levantó de golpe, mi madre dejo soltó los platos, los dos echaron a correr. Los seguí detrás, cuando observe a Luis estaba vomitando sangre. Mi madre estaba llorando, ¡! Luis!! -¡!hijo!! Grito mi madre. Mi padre agarro el teléfono y llamo a emergencias. Mi padre también grito, ¡! Luis! en ese instante, me fui a la sala y eche a llorar. Tratando de buscar la forma, para dejar de escuchar los gritos que echaban mis padres… Luis era un héroe para mí, y me sorprende que ahora tal vez yo tenga que ser otro.