Para Marcos las cosas iban cada vez de mal en peor, era una contradicción de su idea con la mía.
En plena conversación a veces notaba que las ideas de aquel joven eran más absurdas u ofensivas para mí. Decidí evitar a Marcos por unos minutos, alejándome de su presencia. Me dirigí a un rincón del cuarto, para así poder pensar un poco, todos me miraban confundidos. Emma se acercó con un ánimo agresivo.
Sin poder avisarme decidió encararme como si ahora ella fuera la encargada de mis decisiones. – Solo evitar hacer tonterías— no quiero que mi gente muera por tu culpa—.
La joven se había puesto de pocas ganas de responder, pues a pesar de que las descabelladas opciones de toda esa gente eran necesarias, todo era algo absurdo para poder salvarnos. Y ahora que no me deseaban informar sabía que tarde o temprano si no estábamos bien preparados llegaría un momento malo en el cual no saldríamos vivos. – bueno Frank tiene un helicóptero, y piensa llevarnos a la ciudad. — ¿pero y donde queda esa tal ciudad?— pues nos vamos a New York…
--¡¿piensan llegar hasta haya con un simple helicóptero?! Ahora las opciones se veían más absurdas que antes, --¡ello queda a millas de acá!—.
Emma levanto la mano en señal de que guarde silencio. — haber, uno no me levantes la vos, dos yo no soy Frank y tres aquí tu eres el que al final tendrá que morir, ya que solo nos servirás para poder conseguir ventaja. – Ósea que será una pérdida de tiempo ayudar a esta gente— una extraña sensación de odio se empezaba a apoderar de mis pensamientos. Las opciones eran muy escasas además, aquella gente sabía que si tarde o temprano me revelaba su mejor opción sería eliminarme de una vez por todas.
Marcos se precipito mucho al plan pues, era solo maniobrar bien sus planes, pero como se notaba aquel hombre solo se convenía con el apoyo de los demás. – muy bien muchachos descansen que mañana saldremos temprano, no deseo seguir ni un día más en este estúpido lugar.