No es ninguna mentira qué para encontrar al príncipe azul, primero hay que besar un par de sapos.
KATARINA
La abrumadora sensación de estar naufragando en tierra seca le parece ilógico, por mucho que desea no tener esa percepción le es inevitable y peor aun cuando ve hasta donde ha sido capaz de llegar; las punzadas que golpean salvajemente su corazón susurran de forma poco sutil que tal vez pelear por lo que cree correcto sin pensar en las consecuencias... tal vez, solo tal vez no sea una buena idea.
Dirige su mirada a través de la ventana para respirar un poco el aire puro, disfruta viajar porque es la única manera en la que puede apreciar la naturaleza. El pasto seco sobreabunda en el verano, los sembrados adornan el camino hasta llegar a su destino. Nadie se queja de ir apretado por el mínimo espacio que hay entre los asientos del autobús, para suerte de Catarina, Alejandro va a su lado izquierdo, no le molesta tener poco espacio siempre y cuando sea junto a él.
—No escucho violines, escucho una orquesta — la bulliciosa voz de Mía la despierta de sus pensamientos. Se voltea hacia su amiga con el ceño fruncido y está la ignora para seguir cantando sin importarle que los demás la vean horrorizados. — No veo estrellas. Veo galaxias completas.
—Mía, ten piedad de mis oídos — bromeo Hugo. Ella en lugar de lanzarle una mala mirada le sonrió sin dejar de cantar su canción favorita.
Él le quitó uno de los auriculares de manera juguetona, los focos de Cata se encendieron. ¿Estará Mía interesada en Hugo? Eso no le parecería disparatado, últimamente ellos han estado muy unidos y en el fondo le agradaría que ambos llegaran a tener una relación, pero ¿Por qué ella no le ha dicho ni una sola palabra? Se preguntó.
Durante las casi tres horas que duró el viaje, aprovecharon para echarle un vistazo a las múltiples playas que se sitúan en la bahía de san juan del sur, después de tanto pensar Hugo sugirió "Playa escondida", ya que es una de las playas más hermosas del país y todos estuvieron de acuerdo con que sería la mejor opción.
—Mía — le susurró a su amiga. —faltaban un par de minutos para llegar al hotel y quería cerciorarse de que tuvieran suficiente dinero, como fue idea de ella, esperaba que hubiese tomado los ahorros que guardaban juntas. No quería que nadie escuchase porque su amiga no suele tomar los asuntos de dinero muy bien y odia discutirlo frente a otros.
Se sorprendió al ver que Ximena y Vanesa eran parte del viaje, pero más aún que Mía aceptara convivir el fin de semana completo al lado de ellas dos. Por su parte estaría feliz si ese par de boconas le llevara el chisme a Esther.
—Dime, ¿pasa algo? — le respondió — o ¿Por qué hablas así? —Rodó los ojos.
Mía no ayudaba en nada.
—No quiero que los demás nos escuchen — bufó.
—Estamos en confianza — respondió — No tiene nada de malo que tu novio escuche y en cuanto a Hugo es amigo nuestro. ¿Cuál es el problema?
—No quiero que Vanesa y Ximena escuchen. —se quejó en voz baja.
—Santiago tiene muy entretenida a Ximena y Vanesa a penas logra despegar sus ojos de su perfecta manicura, no creo que presten atención. — su amiga le laza una mirada enfurruñada. —Así que dilo.
—Traes dinero para pagar los gastos del viaje. — Los demás se voltearon en su dirección — porque yo solo tengo tarjetas de crédito y ni muerta las usaré, papá podría percatarse al revisar mis estados de cuenta —Mía la vio con enojo, pues le molestaba que hablara de temas económicos frente a los chicos porque enseguida empezaban a cuestionar su estatus financiero.
—¿Cómo puede ser posible que no traigan dinero? —cuestionó Ximena... — Se supone que el padre de Catarina es el dueño del grupo "Asnicar" y tu Mía ...
Ella enseguida la interrumpió.
—Amelia, para ti soy Amelia —contestó molesta. —Sabes no tendría que explicarte esto, igual lo haré —respiró malgeniada —Que el padre de Cata y el mío tengan dinero no significa que nosotras también; aunque no parezca trabajamos para ganarnos la mesada, Catarina hace refuerzo a las chicas del internado y yo evalúo los trabajos de español de los niños de Séptimo para no depender de un seño...— se detuvo —de un dinero que no es nuestro.
—Mía no te enfades, fue solamente una pregunta —dijo Catarina.
Los chicos se limitaban a escuchar, ninguno era capaz de meterse en un lío de chicas, a ellos les parecía exagerada la actitud de Mía, no tenía por qué tomarlo a mal.
Catarina estaba arrepentida de haber sido imprudente, sabe que estos temas son delicados para su amiga, porque le duele el hecho de que los pocos amigos que tienen sepan que sus padres prefieren deshacerse de ella lanzándola a un internado para no tener de que preocuparse: Si hay algo que Catarina aprendió con Alejandro es a no sentir vergüenza al hablar de su familia, pero entiende que su amiga tome esa postura.
—No se preocupen, yo las invité y yo seré quién pagará sus gastos —dijo Hugo abrazando a Mía.
—Esperen —interrumpió Vanesa— o sea que, Alejandro ¿no invitaste a tu novia? —indagó.
—Creo que ustedes dos deberían aprender a cerrar la boca y no hacer preguntas tontas —respondió Alejandro —este viaje fue una sorpresa para mí, la idea ni siquiera fue de Hugo, sino de Santiago.
—Empiezo a suponer que fue mala idea —contestó Santiago. —pensé que las cuatro eran amigas.
—Jamás han sido mis amigas, solo las tolero por Cata, que es tan buena gente que se hace amigas de las ra...
—¡Llegamos a playa gigante! —soltó Hugo de forma eufórica para apaciguar la situación. — Así que todo mundo agarre su equipaje y busquemos dónde alojarnos.
Acomodaron sus cosas en una pequeña Cabaña que lograron conseguir a precio relativamente económico; tenía dos cuartos así que los chicos le cedieron el suyo a las niñas, mientras que ellos se acomodarían en la sala— el lugar era diminuto, pero acogedor, los acabados de mármol le daban elegancia y el piso de madera de cedro rojo parecía un buen lugar para descansar. Todo el sitio era espectacular, contaba con una increíble vista hacia la playa y el rugido del mar era una constante melodía que sonaba sin parar.