Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 15

— Vale, es momento de pasar a la acción.

Con suma delicadeza actúo ágil y rápida. Solo tengo una oportunidad y no puedo permitir que nada salga mal. Es mi turno, es la hora de demostrar lo que valgo, no puedo fallar. Muchos dependen de mí.

Concentrada en mis movimientos, avanzo con la ficha verde dos casillas hasta comer la pieza roja de Alex. ¡Victoria! Acabé con el enemigo.

— ¡No vale! Nunca gano a este juego —se queja Alex.

— Eres una nenaza, siempre estas lloriqueando —dice Logan a la vez que se ríe.

— Claro, como tú siempre ganas. Sarabell creía que eras mi amiga. Me has comida la pieza justo cuando estaba a punto de meterla en casa.

— Se siente, el parchís es así. No hay amigos, ni enemigos.

— Vosotros dos os habéis aliado contra mí. —refunfuña como un niño pequeño.

— Sí tú lo dices —tanto Logan como yo nos reímos de la actitud de Alex. Puede tener 23 años, pero su forma de ser es totalmente la de un niño. Quizá se deba a la necesidad de llamar la atención que siempre tiene, pero me he dado cuenta, que con nosotros siempre está contento y relajado. Deja de fingir, y eso me alegra.

El parchís se ha convertido en una rutina en las vidas de Logan y Alex, solo que en esta ocasión he decidido participar yo también. Se supone que tendríamos que empezar a trabajar en serio, interrogar a los amigos de los chicos y todas esas cosas. Quedamos que este fin de semana aprovecharíamos, pero hasta que no vuelva Nathan no podemos hacer nada, y que mejor manera de pasar el tiempo que jugando al parchís.

Le enviamos hace unos días a que vigilara de cerca a su "amigo especial", Lucas. Tenía que seguirle y averiguar qué suele hacer. Necesitamos saber todas sus rutinas para poder encontrarnos con él sin sospechar. Además, funciona como sistema de vigilancia por si alguien le sigue. Tener fantasmas para jugar a los espías, es de lo más práctica, ya que nadie les puede ver.

Desde entonces no ha vuelto. Me gustaría decir que estoy preocupada. Los chicos no lo parecen, según ellos es normal que quiera estar algo más de tiempo con sus seres queridos. Según nos dijo, Lucas era algo más que su amigo. Al comprender su punto, intento relajarme y pensar en otra cosa. Y así, es como acabé jugando al parchís con dos fantasmas, todo de lo más normal.

— ¿Quieres jugar otra vez? —pregunta Logan. Sé que se está divirtiendo al molestar a Alex. Llevan semanas jugando al mismo juego y siempre pierde el mismo. Sin embargo, este nunca se rinde.

— Por supuesto, la revancha. —más motivado que nunca, Alex vuelve a colocar las piezas.

Sonrío y niego con la cabeza. << Hombres>> pienso, << No se puede esperar nada más de ellos >> Mientras están despistados aprovecho a estudiar asignaturas de la universidad. El verano está cerca y con ello los exámenes. Estoy nerviosa, pues este último trimestre, debido al problema de los chicos, no he ido a todas las clases como debería. A pesar de haber pedido los apuntes a una amiga, siento que no estoy preparada para ellos, y ahora mismo, no desearía volver a repetir el último curso. Por eso, he decidido estudiar en cada momento que tengo libre. Sé que puedo compaginar ambas cosas y no puedo dejar de lado mi futuro, aun menos, cuando estoy tan cerca de terminar.

Cuando estoy concentrada oigo por fin la puerta de casa. Mi tía. Sin esperar más, salgo de mi habitación y bajo las escaleras lo más rápido que puedo. Hace días que no sabía nada de ella, y estaba empezando a preocuparme.

— Tía — digo mientras la abrazo. — ¿Dónde estabas? Has faltado muchos días, ya empezaba a preocuparme.

— Hay sobrina, ya te dije que no hace falta que te preocupes. Mi trabajo me lleva mucho tiempo.

— Si pero... —me interrumpe con otro abrazo. Sé que está evitando la conversación. La miro durante unos instantes para darme cuenta de que su rostro parece cansado. Lleva unos simples vaqueros y una blusa, todo ellos llenos de arrugas y algo extraño en alguien tan perfecto como mi tía. La veo diferente y no sé a qué se debe. No me gusta que no me cuente las cosas, sé que me metí en su vida de improviso, pero sigue siendo familia mía y apenas solemos hablar.

— ¿Seguro que todo está bien? ¿No quieres que hablemos un poco?

— No, Sarabel —empieza a sonar irritada, y no sé porque —No me hagas tantas preguntas, solo quiero irme a la cama, a descansar. Ya hablaremos otro día. ¿Siguen tus fantasmas por la casa?

— Están en mi habitación, sí. ¿Por qué?

— Siempre curiosidad. Hasta mañana.

Y aunque son las seis de la tarde, sé que ella ya no despertará hasta el día siguiente.

— Hasta mañana tía, que descanses.

Algo me huele mal, y no llego a comprender el qué. Dejando el tema de lado, otra vez, aprovecho a comer algo de la cocina antes de volver a mis estudios. La actitud de mi tía no deja de darme vueltas en la cabeza, y no llego a comprender bien qué la pasa o en qué anda metida.

Con el sándwich preparado para merendar, subo las escaleras de nuevo a mi habitación. Pero algo me detiene. Es una voz muy baja que proviene de la habitación de mi tía. Como su habitación está situada casi enfrente de la mía, paso por su puerta muy despacio, intentado oír lo que dice.

— El plan sigue en marcha. No sospechan nada. —dice más seria de lo que ella es. Alguien debe contestar al otro lado porque después de unos segundos, vuelve a contestar.

— Sí, tranquilo, lo tengo todo controlado. Les vigilo y observo. Ella parece haber congeniado demasiado bien. Espero que no haya ningún problema con eso. —después de otro minuto, contesta. — Entiendo, seguiré informando.

Huyo a la habitación sin hacer ruido. Estoy asustada. Ahora sé que mi tía está metida en algún lio, y no puedo comprender cuál. Los chicos siguen a lo suyo y no parecen haberme visto. Disimulando me siento en el escritorio y sigo estudiando. Con todo esto se me ha quitado el hambre.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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