Un mundo de asesinos - ¿y tú, qué clase de asesino eres?

Capítulo 4: Cazando ratas blancas

1

 

Joseph iría a comprobar que la camioneta estuviese vacía mientras que Whitemore buscase un lugar para entrar a aquella bodega que estaba a punto de caerse en pedazos por el viento, o al menos esa era la sensación que daban las láminas de metal del tejado tras moverse continuamente a causa del aire.

«Si algo se mueve le clavaré un cuchillo.» Pensó este mientras se acercaba a la camioneta.
El vehículo estaba vacío y  Joseph continuó caminando para rodear la bodega.

Pasados unos segundos Whitemore encontró una entrada trasera que se encontraba semi-abierta y pasó a través de ella con Joseph a su espalda.

El sujeto que cargaba la bolsa la colocó sobre una mesa y después sacó la parte superior de su contenido, para ser exactos, la cabeza y el tronco de una mujer conocida entre los Asesinos de blanco como…Senath.

— ¡Maldición! ¡Esa es Senath! –Murmulló Joseph.

Joseph había estado enamorado de ella desde unas semanas después de conocerla, habían tenido algunas citas a escondidas de los A.B. e incluso tenían planes futuros…todo eso se fue a la mierda en un sólo instante, así de jodida era la vida.

Whitemore tomó el hombro de Joseph.

—Míralo por el lado amable… -Dijo White- Yo siempre quise verle las tetas a Sena.

Tras decir eso sonrío.

— ¿Qué le has echado a tu puto café de la tarde? –Preguntó Joseph fulminándolo con la mirada.

Senath le había dicho su verdadero nombre a Joseph, él lo recordaba y lo llevaría consigo por siempre. Martha.

—Tres de azúcar y dos de café, lo normal.

Whitemore notó el enfado de su compañero y calló de una vez por todas.

Echaron una vista rápida por el lugar y observaron dos cuerpos en dos mesas adyacentes a la de Martha. Otros dos miembros, Stock y Anderson.

Los sujetos caminaron hacia los cuerpos de los ex-A.B. y el loco que recoge los cuerpos mostró una sonrisa.

—Has hecho un buen trabajo, Cristian. –Dijo el loco de los cadáveres.

El sujeto de la Suburban se limitó a asentir y tomar un dinero que el otro le ofrecía.

—Avísame si quieres que siga cazando ratas blancas. –Contestó Cristian.

Whitemore ahora sabía a quién debía asesinar y Joseph no pensaba algo diferente.

 

2

 

Tras salir del lugar Whitemore condujo en silencio hasta llegar al sitio donde se reunían los Asesinos de blanco.

— ¿Vendrás conmigo o te quedarás en el auto? –Preguntó Whitemore a su compañero que se encontraba recostado en el asiento.

—Te esperaré afuera, en ese lugar hace demasiado calor.

—Pero si aquí estamos a 4°C.

—Podría estar desnudo si no me aburriese de estar 36 horas en una celda.

Whitemore se limitó a sonreír y entró por aquel angosto pasillo que fácilmente se confundiría con un callejón oscuro para finalmente llegar a una puerta de roble vieja y carcomida por las termitas. Tocó cuatro veces la puerta y un anciano la abrió para después dejarlo pasar para estar junto al resto de las personas del bar.

— ¿Qué pedirás hoy? –Preguntó el Tendero.

—Pediré que llames al resto de los chicos –Dijo Whitemore.

— ¿Puedo ofrecerte algo de Vodka en lo que hago eso?

—Sabes que odio el Vodka, William.

—El señor Whitemore sólo toma whisky en las rocas –Dijo imitando la voz de White mientras tomaba el teléfono- ¿Sabes algo? Te daré whisky en una cubata… ¿o en una cubeta? Jajá.

—Es un asunto serio Will –Respondió Whitemore observándolo a los ojos.

—Eh…claro amigo, sólo espera.

Pasados unos minutos Whitemore tenía un cubalibre con Whisky sobre la barra y se encontraba rodeado de Asesinos de blanco.

—Los he llamado a todos ustedes para hacer una petición, ellos se han vuelto una amenaza  mayor de lo que anteriormente eran. ¡Quiero acabar con los Asesinos de negro de una puta vez! ¡Senath, Anderson y Stock han muerto como ratas en una maldita bodega!

—Tranquilo, Whitemore… -Protestó uno de ellos- Tienes que calmarte y pensar en un bien mayoritario…la policía no sabe de esto y si comenzamos una guerra…

— ¡Ya estamos en una y ellos van ganando! ¡Esto lleva años y es hora de ponerle fin!

Todas las personas presentes en el bar voltearon a ver a Whitemore.

—No es tan fácil de hacer… -Añadió un segundo- Toma un descanso esta noche, ve a dormir y mañana hablaremos con calma.

—Tenemos que…

Un Asesino veterano lo calló y lo invitó a retirarse, el resto de los A.B. guardaron silencio e hicieron lo que el anciano indicó.

—Bien…saldré por esa puerta y seguiré las normas establecidas… -Dijo Whitemore en voz baja.



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En el texto hay: crimen, asesinos, suspenso

Editado: 22.01.2019

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