1
Su departamento era un lugar desordenado y apestoso. «A veces la tristeza hace que te des cuenta de qué tan podrido está el mundo. Dejas de vivir dentro de las ilusiones.» Pensó Whitemore.
Él no había sabido cómo se sentía una pérdida a tal magnitud. Ese vacío que dejaba una persona a la que aprecias.
Tumbado en la cama sólo se repetía una y otra vez sus últimas palabras, su última mentira.
«No te preocupes, yo te alcanzo.»
2
Una habitación vacía. Una carta escrita sobre una servilleta seguía sobre su mesa de noche. Graham sólo pensaba en que iría a su funeral, es lo mínimo que debería de hacer.
«Le tomé algo de aprecio a pesar del poco tiempo que lo conocí.» Pensó.
3
Ryan Salt se encontraba sentado frente a su computadora. Totalmente frustrado tras haber borrado algunas hojas de capítulos que le parecían basura. Escribir, borrar, escribir, borrar. Era tan desesperante.
«Después de los fuegos artificiales.» Pensó él.
Lo único que esperaba era que Whitemore le diera material suficiente como para crear otro libro que se convertiría en Best Seller.
4
Whitemore de ahora en adelante se haría llamar Walter Redmayer. Saldría de las sombras y se convertiría en una persona común, la guerra entre ambos bandos se había acabado y tenía pensado vivir una larga vida en el Estado de Diana. Dejaría dos cartas a sus amigos antes de irse.
5
Newt, quién se encontraba en un profundo sueño, escuchó la puerta de su casa cerrarse, seguido del sonido de un motor puesto en marcha. Abrió los ojos y allí estaba, una segunda nota.
«Esto es el adiós y el final del caso asesino fantasma, detective Graham.»
6
«Necesito un té, tal vez eso active mi pensamiento creativo.» Pensó Ryan. Y después caminó hacia su cocina, para su sorpresa aquella bebida calienta ya lo esperaba junto con una pequeña nota que rezaba:
« ¿Te gustaría vivir en un mundo de asesinos?»
—Un mundo de asesinos ¿eh? Siempre sabes cómo incitarme a escribir, Whitemore –Dijo Ryan Salt tomando un sorbo de la taza.
Fin.