Un nerd para navidad

Capítulo 6

16.12.23
Desperté en una habitación desconocida. Los recuerdos del día previo llegaron a mí y empecé a revivirlos en mi mente. 
Todo a mi alrededor pareció en cámara lenta. Un hombre se acercó a mí, vi el movimiento de su boca, pero no logré entender lo que decía. Fue cuando ví su rostro, sus cabellos se veían dorados con la luz, en verdad era hermosa. 
—¡Emiliano, emiliano! —mi nombre se escuchaba bien saliendo de sus labios —¿Estás bien?, ¡lo lamento tanto!
Mi mente empezó a reaccionar. Estaba tirado sobre el pavimento, mi bicicleta estaba a un costado y un tumulto de personas estaban a mi alrededor.
—¿Que pasó? —pregunté confundido.
—Debo llevarte al hospital ahora —dijo asustada.
Ella me llevó en su auto hasta la clínica más cercana, sin importar cuánto le insistí en que estaba bien.

Regresé al presente cuando se abrió la puerta de la habitación. Ella entró primero, seguida del médico.
—Has despertado —se acercó hasta mí sonriente y tomó mi mano.
—Buenas noticias —dijo el médico —parece que todo fue una contusión leve. 
Aún me sentía un poco mareado, pero todo era más claro. 

—¿Está seguro, doctor? ¿Su vida no corre riesgo? —dijo Valeria que no se había despegado de mí.
—No señorita —sonrió —, su novio estará bien en un par de días. Solo necesita reposo. 
—Gracias —respondió sin desmentirlo y dejó salir el aire de sus pulmones en un gran suspiro —. ¡Que alivio!  —exclamó. 
El médico se despidió y salió de la habitación para hacer el papeleo de egreso.

—¿Me puedes explicar que fue lo que pasó? —rasqué mi cabeza y traté de levantarme, pero me mareé nuevamente.
—No te esfuerces por favor —se acercó a mí y me tomó por la espalda, nuestras miradas se cruzaron y noté lo hinchado de sus ojos y el color rojizo que indicaban que había estado llorando.
—Lo lamento tanto —agachó su mirada —te juro que todo fue un accidente, yo no te ví y venía muy distraída —sus lágrimas empezaron a rodar. 
—¡Oye! —levanté su cara con mi mano para poder volver a ver sus ojos —todo está bien, no pasó nada. 
De pronto se abalanzó hacia mí y me dió un abrazo. Fue una proximidad no esperada, pero bien recibida. Tenía un lindo aroma a lavanda y aspiré para grabar en mi cabeza ese delicioso olor. 
—Debo ir a firmar tu alta —dijo separándose de mí y limpiando las secreciones de su rostro con la mano.
—Yo puedo hacerlo, no debes preocuparte más por mí —contesté sin querer ser un carga, pues algo me decía que esas lágrimas no son solo eran por lo ocurrido. 
—No, claro que no, no te dejaré hasta verte en casa descansando —dijo tajante sin permitirme contestar pues salió del lugar. 

Una hora después, llegamos a mi departamento. No pude evitar quedarme dormido durante el camino. 
Llegamos hasta el elevador y oprimí el botón número seis. Vi como tragó saliva y se quedó mirando al panel. Las puertas se abrieron y di dos pasos para subir, pero ella se quedó quieta. 
—No es necesario que subas —le dije al ver que dudaba. Ya había hecho mucho por mí. 
—No. Debo ver que llegues a salvo hasta tu departamento —tragó saliva una vez más y entró al elevador.
La música navideña del elevador estaba de fondo y mientras empezaba el ascenso, noté como su respiración iba más rapido.
—Mírame —le dije al interpretar el motivo de su renuencia a subir —, mírame a los ojos y concéntrate en ellos. 
Se giró hacia mí e hizo lo que le pedí. Una lágrima salió de su ojo derecho y se deslizo lentamente. No comprendía que era lo que le ocurría, pero su cara me causaba mucha ternura. 

Acaricié su mejilla e inconscientemente apoyé mi frente junto a la suya, asustado también porque fue ahí la primera vez que sentí que mi corazón latía más fuerte por causa de una mujer.




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