CAPÍTULO XVII
LA BODA- PARTE II
El almuerzo estaba riquísimo, me senté junto a Thomas, en la mesa de los primos, la realidad es que me llevo muy bien con ellos.
Hablar con él es tan cómodo, que siento que podemos ser muy bueno amigos. Aunque este para comerselo, no podría hacerlo, lastimosamente mi corazón salta de alegría cuando ve a Augusto.
Ya lo decidí, me lo tengo que sacar de la cabeza de alguna forma, pero estando sola, no es justo para nadie que te ilusionen. Y después de todo lo que pase, no quiero a ningún hombre cerca.
La tarde pasa de una forma muy agradable, la música realmente acompaña al ambiente. Los niños se pasean por todo el jardín, reciben retos de parte de sus padres, pero ellos siguen jugando. Emma se portó de maravillas, estaba con un vestido blanco con flores amarillas, aunque después de un rato se quiso poner algo más cómodo. Ahora ya está recostada en el regazo de su abuela.
Varias personas se acercaron a felicitarme por mi actuación. En realidad a mi y a Thomas, que acompañó más que bien con su guitarra. Ana no dejaba de agradecerle, vale aclarar las lágrimas de Dante por esa sorpresa.
-No te tenia cantante.- me dijo en tono burlón.
-Me salvó la vida.-dice Ana.- Gracias a ambos.-nos abraza a Thomas y a mi.
-No hay por qué.- les responde Thomas.-Todo por la familia.-termina.
-Me debes un enorme favor.-le digo a Ana, quien se ríe nerviosa.
Se va poniendo la tarde a lo lejos y sabemos que se está terminando la fiesta. Algunos ya se han retirado, los novios están por hacerlo.
Augusto no se acercó en ningún momento, y eso me molesta un poco.
Patricia se paseó por toda la fiesta como la novia y futura prometida, ya que agarro el ramo de la novia. Digamos que en realidad se tiró encima de todas las mujeres que estábamos esperando el ramo y lo agarró con fuerzas, después de un pequeño forcejeo con otra de las mujeres que asistió a la fiesta.
-Dios, que le pasa a esa mujer?.-dice Alicia cuando ya estábamos en la mesa.
-Está loca!.-dice Julia. Yo me limito a hacer una cara pero no comente nada.
Al rato me despido de las personas que están a mi alrededor, para ir al parque que está del otro lado del hotel, mucho mas intimo y tranquilo. Thomas pide acompañarme.
-Puedo acompañarte si quieres?.-me dice amablemente.
-Quisiera ir sola.- me pone cara rara así que me acerco y le doy un beso en la mejilla.- Nos vemos para la cena.- le digo y con mi mano froto mi panza.
No podíamos comer más, después del banquete de la boda, pero al dia siguiente viajaban temprano de nuevo a España y queríamos despedirnos.
-Vale!, te espero en el bar preciosa.-me responde riendo.
Al ir al jardín del otro lado del hotel, me siento en uno de los juegos que hay para niños, y me quedo mirando el atardecer a lo lejos. La vista era magnífica, esos colores que solo el cielo puede brindarnos era apasionante.
Siento a alguien detras mio, que me abraza y me dice:
-Estas hermosa, y mas asi contemplando el atardecer.- No hace falta que gire a ver quien era, ya lo sabia. Me quedo unos segundos sin saber qué decir.
-Si pudiera volver eterno este momento.- continúa diciendo mientras inspira mi perfume y continua abrazándome.
-Dónde está tu futura prometida?-le digo.
-Estás celosa?.-pregunta haciéndose el tonto.
-Debería estarlo?.-finjo que no me importa.
-Si fuese por mi tu serias mi prometida.- me responde.
Me echo a reír, me salgo de sus brazos como puedo y me giro hacia el.
-Solo en tus sueños.-le digo intentando alejarme.
Me tomó del brazo en un segundo, me acerca a él, y me besa. Ese beso se sintió como una promesa, no podía salir, no podía soltarme, no quería. Coloco mis manos en su cuello y también lo beso. Nos despegamos únicamente para respirar, y seguimos besándonos por lo que parecía una eternidad.
En un momento vuelvo a la realidad y me aparto.
-Esto esta mal, no lo vuelvas a hacer.- le digo intentando recuperar el aliento.
-Te quiero Amanda.-me dice serio.
No pude contestar!...yo tambien lo quiero, pero es un maldito imbecil.
-Quiero estar contigo.-sigue.
-No digas algo que no sientes, tienes una novia que te debe andar buscando, y yo me merezco más que esto.-digo señalandonos con el dedo a ambos.
Me doy vuelta y lo dejó hablando solo.
No iba a permitir que me lastimara, no lo haría. Yo merecia mas.