CAPÍTULO XXII
Amanda
A la mañana siguiente, me despierto en los brazos de Augusto,nos quedamos dormidos en el sillón, frente al fuego de la chimenea que ya se estaba agotando. Lo miro, y estaba profundamente dormido, sus brazos estaban sobre mí, fue imposible no recordar aquella vez que nos quedamos dormidos en la casa de Julia, y que tanto ella como Dante nos habían descubierto junta a Emma en el sofa. Extrañaba estar así, tan cerca de él.
Muy despacio intente acomodarlo para que no se despierte. Fui al baño a asearme, y mientras me miraba en el espejo, comencé a reír, hacía mucho tiempo no me sentía tan feliz. Estar así con el, dormir abrazados, que me confesara lo que sentía, realmente me hacía bien. No quería ilusionarme, pero a quien le voy a negar, estaba perdida y profundamente enamorada de Augusto.
Me arregle un poco antes de bajar a la cocina a preparar el desayuno, al entrar veo un pan recién horneado sobre la mesada, unas frutas y leche. Supongo que fue la señora que cuida la casa, me dispongo a cortar el pan, buscar mermelada en la heladera, colocar todo en una bandeja, preparo café leche y hiervo agua por si Augusto quiere un té. Llevo todo a la mesa ratona frente a la chimenea, y me acomodo nuevamente en los brazos de Augusto. Comienzo a darle besos suaves en su rostro.
-Despierta dormilón.-le digo con cariño. Él sonríe y me abraza fuerte.
-Buenos días hermosa.-me dice.
-Buenos días, prepare el desayuno.-conteste.
-Mmm...que lindo!.-abre los ojos e inspira el aroma.-que rico huele.-sigue. Se acerca a mi e inspira mi perfume.-que rico hueles tú.-y me da un beso.
Nos disponemos a desayunar, él se levanta a reavivar el fuego de la chimenea.
-Qué quieres hacer hoy?.-me pregunta
-No lo sé, me dijo Julia que había animales.-contesto.
-Quieres montar a caballo?.-me pregunta
-Nunca lo he hecho.-confieso
-Te puedo enseñar.-me dice sonriendo
-Bueno, si, me gustaría.-le digo dándole un beso en la mejilla
-Voy a avisar a José, que los prepare.-me dice.
-Jose?.-respondo
-Jose y Maria, son los que cuidan el lugar. Maria hace este pan exquisito,.-dice mordiendo un pedazo del pan con mermelada.
-Ahhh, dile que me pase la receta.-digo riendo
-Cocinas?.-me pregunta.
-Algo, me gusta hacer pastas.-le respondo
-Que rico, me vas a cocinar algun dia?.-me dice
-Mmm...si! Qué hay de ti, cocinas?
-Solo al asador.-dice riendo.-Ya vuelvo.-Se levanta y va en busca de Jose.
Me encanta conocerlo, quisiera saber todo de él.-pienso.
Termino de desayunar y Junto lo que quedo, lo guardo en la nevera. Acomodo los almohadones del sofá que terminaron en el piso cuando Augusto vuelve a entrar a la casa.
-Está todo listo, en media hora salimos.-me dice.
-Que ropa deberia llevar?.-le digo mirándome la ropa que tenia puesta.
-Algo cómodo...botas trajiste?.-pregunta.
-Si,traje una.-digo dudando un poco.
-OK! en la casa hay unas cosas que suele olvidar la familia.Ven vamos a buscar qué ponernos.-dice gracioso y me tomó de la mano llevándome a las habitaciones.
Augusto
Me encanta verla así, tan relajada, con una hermosa sonrisa en su rostro.
Estamos buscando ropa que sea adecuada para montar. Encontré unas botas texanas que seguro han de ser de Julia o Ana y se las doy a Amanda.
-Pruebatelas, creo que serán más cómodas.-le digo.
-Mmm.. vamos a ver si son mi talle.-me responde y se las prueba. Yo la miro embelesado.
-Me quedan!.- dice saltando en una pata y con una sonrisa de oreja a oreja.
-Muy bien, ahora hace falta un sombrero texano.- le digo pensando donde puede haber uno.
Seguimos buscando, ahora en el cuarto que suelen ocupar mis padres cuando vienen al campo.
-Este!.- le muestro señalando uno.-Es de mi madre!, sabia que estaria aca.-le confieso.
-Genial!.- me responde y me lo quita de la mano para probarlo.
-Me queda bien?.- me pregunta divertida.
-Te lo has puesto al revés.- le digo tomando con cuidado el sombrero y acomodándolo en su cabeza, al tiempo que me acerco a robarle un beso.
Salimos de la casa hacia el establo, afuera hacía un hermoso día, el sol brillaba fuerte aunque el aire estaba fresco, por lo que decidimos llevar abrigo. Cargue un bolso con agua y unas frutas, por si decidimos parar y hacer un picnic por la tarde.
Al entrar al establo, estaba José esperándonos con Gitano y Bandido, dos pura sangre.