CAPÍTULO XXIII
Augusto
Todo se volvió un descontrol, mi mano derecha acaricia con deseo uno de sus pezones y mi boca está sobre el otro saboreando su piel. Se estremece cuando lo muerdo y estiro, y gime debajo de mi. Sigo torturando hasta que veo que está por llegar a su punto, cuando siento que estira de mi cabello, obligándome a soltarla. Me mira con una sonrisa, mordiéndose los labios.
-Te quiero dentro, ahora.- me dice alcanzando mis labios para morderlos y acomodándose debajo mío, abriendo sus piernas dando lugar a que ingrese en ella. Veo sus labios hinchados, su piel rojiza por el rozamiento de nuestros cuerpos, su pelo alborotado entre mis manos, y sus pupilas dilatadas por el calor que tenemos. Lujuria, deseo, pasión, fuego, todo eso me transmiten sus ojos en este momento.
-Como desees- le suelto al momento que ingreso dentro de ella . Comienzo a moverme arriba y abajo, saliendo y entrando en su cuerpo, ella curva su espalda gimiendo, me toma de los hombros y me abraza la cintura baja con sus piernas, sigo con mis movimientos, ella con los suyos, separándose de mí y ejerciendo presión cuando vuelvo a embestirla.
-Aghhhss.-gime una y otra vez, yo me siento triunfal por dentro. Nuestras respiraciones comienzan a ser cada vez más agitadas, no queremos separarnos ni para respirar, me encanta toda ella, sus besos, sus manos en mi espalda clavando sus uñas en mi.
-Si...si...si…-llega a decir hasta que ella se desarma debajo mio y yo la sigo casi al mismo tiempo, enterrando mi rostro en su cuello y absorbiendo su aroma por mis fosas nasales. Ella comienza a reír y se tapa la cara con las manos.
-Parecemos dos adolescentes.- me dice.- intentando taparse con la manta el cuerpo.
-Me encantas.-le susurro al oído, abrazándola fuerte y poniéndola sobre mi pecho.
-Tu a mi.-me respondió dándome un tierno beso en la nariz.
Amanda
Amo a este hombre, me encanta!!!. Mi corazón late deprisa. Necesito calmarme después de lo que acabamos de hacer. Estamos abrazados, completamente desnudos en el medio del campo. Cada vez que pienso eso, quiero reir,muero de la vergüenza. Como me anime?... tantos prejuicios siempre tuve para conmigo mismo, nunca quise que nadie me viera desnuda, siempre con una luz tenue para evitar comentarios que dañan.
-Eres hermosa Amanda.- me dice Augusto dándome un beso en el cabello y acariciando mi espalda, mientras yo hago lo mismo en su pecho.
Me acomodo colocando ambas manos sobre su pecho y mi mentón sobre ellas, para mirarlo a los ojos. Quiero decirle tantas cosas… la realidad es que nunca me habia sentido asi con nadie, tan cómoda, tan suelta, tan relajada, pero al mirarlo fijamente a los ojos veo que en ellos hay deseo, el me toma de la cintura para acomodarme sobre él, mis piernas a cada lado de su cuerpo, mis manos se apoyan en su pecho para poder sentarme y liberarnos de la manta que queda a un costado.
-Ganas de un segundo round.-le digo divertida, él asiente con una sonrisa y toma con sus manos mis pezones y comienza a masajearlos.
Miento si digo que no me siento igual, todo en mi interior me cosquillea, así que lo tomó de las muñecas, separando sus manos de mi cuerpo y me inclino a besar suavemente sus labios, comienzo a descender por su cuello al momento que mis besos comienzan a ser más desesperadas, chupo y muerdo su cuello y mis manos bajan rápidamente a su entrepierna y comienzan a masajear. Lo escucho gemir y sigo bajando por su pecho, él toma con sus manos mi cabello y me exige que lo mire, entiendo lo que quiere decir, sus ojos irradian placer, siento como el fuego me quema por dentro, así que continuo con mi camino hasta su miembro ya erecto y comienzo a chupar con fuerza, luego suave y de nuevo con fuerza, subo y bajo mi mano que lo enrolla y sigo chupando, besando, mordiendo, hasta que lo escucho gemir nuevamente, decido parar y acomodarme sobre el, comienzo a subir y bajar, adelante y atrás, mis uñas se clavan en su pecho y sus manos suben desde mi cintura a mis pechos que los pellizca una y otra vez, dejándolos duros y con una sensación agobiante de placer. Continuo con mis movimientos y cada vez son más fuertes y rápidas,comienzo a temblar, mis piernas me fallan y gritó de placer cuando siento como todo en mi interior explota, y lo escucho decir.
-Dios!!! Amanda.-me abraza fuerte cuando caigo sobre su pecho,seguimos respirando agitados, después de unos minutos de quedarnos asi, el sigue dentro de mi ya que no dejo que me mueva, me acaricia la espalda suavemente, me acomoda el pelo detrás de la oreja.
-No quiero moverme, pero es hora que regresemos.- me dice después de un rato en esa posición.
-Si, tienes razon.- le contestó al momento que comienzo a levantarme lentamente.
Toma la manta y la envuelve en nosotros, comienza a bajar la temperatura ya que el sol comienza a despedirse de nosotros.
-Volveremos y haremos una fogata en este mismo lugar.- me dice cuando terminamos de cambiarnos.
-Me gusta la idea.- le respondo sonrojada.
-Desde hoy es mi árbol preferido.- dice apoyándose en el árbol.