2010 — El Cairo (Punto de vista de Sein)
Beth salió de la casa y tomó un taxi. Sein la siguió y la vio ingresar al aeropuerto. Ella, que parecía darse cuenta de que la seguían, en un momento desapareció, se volvió invisible para él. Dio algunas vueltas, pero no la pudo encontrar. Esto ya le había sucedido otras veces, Ribeth tenía la capacidad de camuflarse entre la gente como si fuera un fantasma.
Frustrado, regresó a la casa, y encerrándose en la biblioteca, encendió su computadora. Ella había borrado todo su historial de navegación, pero en este caso, Sein tenía una ventaja, podía recuperar cualquier cosa que hubiera sido borrada. Contrariamente a los tradicionalistas y otros vampiros antiguos, él era muy flexible y abierto, esto le permitía interesarse por los nuevos avances tecnológicos y utilizar estos conocimientos para su propio provecho.
La maldita mujer lo estaba volviendo loco. Sí, “La Maldita” sería un buen apodo, tal como era su esposo Nicholas Morand “El Maldito”. ¿Quién era ella realmente? Se mostraba fría y distante por momentos y luego lo abrazaba dulcemente y le pedía que se quedara, una dulzura sin duda fingida, pero que lo había conmovido de una manera en que hacía mucho no sentía.
Meribeth McGregor era una vampira que dirigía una amplia red de comercio de antigüedades y artículos étnicos, imperio que heredara de su esposo. También era una persona que protegía a todos los que se cobijaban bajo sus alas y la había visto ser muy dulce y amorosa con quienes vivían allí, entre ellos una mujer mayor llamada Aline, su hija viuda y sus nietas, una de las cuales recientemente había tenido un bebé, que era muy consentido por todas, incluida Meribeth. Meribeth, la cual había matado a alguien por dañar a la madre de ese niño.
Ribeth no se parecía en nada a Nicholas, sus sirvientes la adoraban, su familia le era completamente leal, tenía contadas amistades quienes la apoyaban en todo y estos eran los motivos por los cuales Sein nunca antes se pudo infiltrar en sus filas. Tal situación le hacía pensar que lo había dejado entrar deliberadamente. La conclusión sacada por Arquimimo de que la vampira se había vuelto descuidada era totalmente falsa, ella sabía lo que hacía y lo estaba dejando creer que le ganaba, pero en realidad estaba un paso al frente. Era tan inteligente que consiguió despertar la admiración de Sein y no solo eso, además le resultaba condenadamente atractiva.
Estaba allí para obtener la revancha de lo que alguna vez perdiera en manos de Nicholas Morand, pero perpetrar sobre ella una venganza que no le correspondía le resultaba ridículo e inaceptable. Sin embargo, Ribeth tenía algo que él había anhelado durante mucho tiempo y era un puesto de poder entre los regentes vampíricos, si lograba que ella le cediera la gobernanza de África, estaría muy por encima de los Tradicionalistas. Además, era una mujer bella y llena de virtudes, la tendría a como diera lugar.
Siguió hurgando en los archivos que acababa de recuperar y descubrió allí los últimos pasajes que había comprado, las fechas y horarios. Sonrió con satisfacción.
***
2010 - Rumania (Castillo de Nicholas Morand)
— Beth — habló Jordi al verla llegar.
— ¿Cómo ha estado todo aquí? — Preguntó ella sin detenerse.
— Parece que mejor que para ti, te ves intranquila.
Ella ya subía las escaleras.
— Lo estoy, tengo que hacer cada vez más malabares para poder pasar desapercibida y escapar a los espías de los Tradicionalistas — al llegar al pasillo del primer piso se detuvo y enfrentó al chico que la seguía de cerca. — Vienen tiempos oscuros, Jordi. Tal vez debamos considerar la idea de suspender nuestros planes y ocultarnos de la mejor manera posible.
— ¿Eso qué significa exactamente?
— Significa que cuando me vaya no sé si regresaré pronto y significa que debemos tomar una decisión, porque no puedes quedarte aquí eternamente, tu madre notará tu ausencia y sabes como se pone, no parará hasta llegar a ti — Beth se quitó la peluca y el abrigo retomando su camino al dormitorio que utilizaba cuando estaba en el castillo. — Por otro lado, tengo un espía en casa, y aunque lo controlo por el momento, no será por mucho, es un vampiro viejo, quizá tanto como tu abuelo.
— Suena peligroso.
— Lo es, considera que los Obscuros han solicitado nuestro apoyo...
— ¿Y eso? ¿Por qué?
— Tienen miedo, los Tradicionalistas están intentando crear un nuevo orden mundial, someter a todos los vampiros que no los sigan, liberar demonios, tener a los humanos como ganado, etc. — Ella hablaba con desolación. — Imagina lo que será el mundo si logran sus objetivos.
— No es que seamos unos santos, pero...
— Claro que no somos santos, somos Morand, pero estamos lejos de lo que ellos proponen — concluyó. — Me daré un baño y subiré a la torre a ver a Nicholas, ¿ha habido algún cambio?
— Ninguno, la mayor parte del tiempo está perdido y en silencio, y cuando habla es para llamarte. Sigue siendo difícil de alimentar, está tan demacrado como la última vez que viniste.
Ribeth ingresó en el cuarto y comenzó a despojarse de su ropa. Ya hacía tres años que Nicholas apareciera en ese estado tan terrible, y mantenerlo oculto le resultaba muy difícil. Afortunadamente en aquel pueblo cerca del que se encontraban, había personas que aún lo recordaban y le eran leales, por lo que apenas se instalaron, se acercaron para prestar sus servicios a la familia, sin embargo, ninguno de ellos estaba al tanto de la presencia de su esposo allí.
#440 en Fantasía
#287 en Personajes sobrenaturales
#2173 en Novela romántica
#765 en Chick lit
Editado: 08.05.2023