2020 – El cairo
Finalmente, se establecieron en el Sahara. Sein tomó varias ideas de la fortaleza de Aren y las aplicó a su propio lugar para reforzar la seguridad. Luego de que Lachlan y Ardo fueron vencidos, los sobrevivientes huyeron, quizá para unirse a Syoran o quizá simplemente para salvar la vida. Lo cierto era que aun cuando la guerra posiblemente estaba lejos de terminar, se encontraba en un momento de pausa, puesto que Syoran se hallaba desaparecido y probablemente reagrupando a sus tropas. No obstante, aunque todos creían que podrían pasar años hasta que consiguiera un ejército lo suficientemente fuerte como para volver a atacar, ninguno bajaba la guardia y se preparaban para cualquier eventualidad.
Por su parte, Ribeth aceptó vivir en el lugar que ella llamaba “bunker del desierto”, y trajo a su gente. Sin embargo, viajaba constantemente y reconstruyó su casa en El Cairo, pero ya no para habitarla permanentemente como en el pasado, sino que la usaba para quedarse algunos días por negocios, puesto que era allí donde tenía su sede central.
Habiéndose rendido a sus sentimientos, la vampira decidió dejar de luchar con Sein, y por primera vez pudo disfrutar de una relación. Dejó atrás las perversidades que había vivido con Nicholas, y entendió que a su lado, la vida fue una zozobra constante, era muy grande la diferencia ante la estabilidad de Sein, con quien todo era seguro y predecible, y podía decir que esto le gustaba. Tenía un matrimonio normal, junto a un hombre que la amaba.
Sein, no la maltrataba en nombre del amor, con él no debía que aguantar infidelidades, y sobre todo, no le exigía ser alguien que no era. Podía darse el lujo de ser una mujer que a veces no era fuerte. Además, tal como prometió, no la tuvo prisionera, ella era libre de ir y venir a voluntad, y en algunas oportunidades él la acompañaba.
Ahora se encontraban en su casa de El Cairo, no había hecho una reconstrucción exacta, quiso mantener el estilo pero trayendo la construcción interior y la decoración a la modernidad. Para esto solicitó la ayuda de Silveria, la esposa de Aren, quien era experta en interiorismo y realmente tenía talento.
Su dormitorio, contaba con el piso de madera, era más amplio que el que tenía antes, la cama estaba cubierta por encima con un mosquitero a juego con las cortinas, de un color mas claro que el dorado de la vieja habitación. El resto de la decoración era blanca y poseía detalles azules y turquesas. Amaba esta nueva casa.
— ¿En qué piensas? — Preguntó Sein, acercándose por detrás. Ella miraba por la ventana del balcón.
— En lo mucho que me gusta esta casa — respondió con una sonrisa volviéndose para abrazarlo. — Y en cuánto ha cambiado mi vida en unos pocos meses.
— Creo que tu vida viene cambiando desde antes — refutó el vampiro respondiendo a su abrazo.
— Quizás, pero recién pude darme cuenta luego de… — De repente entendió que no quería recordar aquellos meses de cautiverio.
— Fueron meses muy duros, es muy lógico lo que te ha sucedido — él le besó la crisma al decir estas palabras.
— Me molesta haber sido tan necia y haber tenido que vivir algo tan desagradable para darme cuenta de tantas cosas.
— Considera que eres afortunada al poder tener tanto tiempo, imagina si fueras humana, su vida es tan efímera… muchos nacen y mueren sin haberse dado cuenta de nada.
— Es cierto, pero también nosotros fuimos humanos.
— Pero por algo la vida nos dio la oportunidad de no serlo, pero no tiene sentido meternos en conversaciones filosóficas, no llevan a ninguna parte.
— Además, habiendo tantas cosas más interesantes que hacer… — musitó Ribeth mientras comenzaba a besar el cuello masculino.
— Ri… — suspiró él. — Sabes que me vuelves loco.
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Editado: 08.05.2023